Noise is for heroes: Kiko pinchando más discos

En Valencia. Tras la presentación de Chap chap en el Bar Cracovia el viernes 25 de septiembre junto a Juanito Wau. En los platos temperamentales de la tienda de Jose Mardi (Splendini’s). Pasándolo pipa, desenjaulao y lleno de pura elación, rodeado de amigos del soul (aunque la mitad de ellos trataron de huir a media canción de los CRASS, los muy perros).

Pueden escuchar esa sesión/ponencia de power pop, mod revival, punk y nueva ola aquí, en Playmoss, igualita a como se produjo. Bueno, faltaré yo realizando poses de guitarra estratosférica por ahí detrás y berreando sinsentidos. Pero todo lo demás: tal cual. Son muchas canciones favoritas de toda la vida.

I got kinda lost, pero ahora ya BIEN. Quiero decir, bien de verdad (que cantaban Los Negativos).

Clasificado X: Malcolm, el tío más peligroso de América

Biografía Se vuelven a publicar las memorias del más radical de los líderes negros de los sesenta, el furibundo e imponente Malcolm X, con motivo del 50avo aniversario de su asesinato.

xLa primera sorpresa agradable de esta nueva edición de Malcolm X es la portada. Quiero decir que en ésta, al menos, aparece Malcolm X. En la versión de Ediciones B que leímos en 1992 solo se veía a Denzel Washington con cara de pasmo, recién maquillado para el biopic de Spike Lee. Malcolm X, ustedes ya lo saben, fue el más radical de los activistas afroamericanos de la década de los 60. Su fascinante historia, trufada de complejidad, violencia, rincones oscuros y súbitos cambios de tercio (Malcolm, como un grupo pop inglés de los sixties, pasó por cuatro o cinco etapas vitales con looks y retórica bien diferenciados), es lo que hace de estas memorias –dictadas al periodista Alex Healy- algo igualmente fascinante.

Lo más descacharrante es su etapa de malandro juvenil, a lo largo de los 40’s. Aquel “Red”, que siempre iba “vocinglero y bastante animadito” por el cannabis, que robaba de los sitios todo lo que no estuviese claveteado al suelo y que no tenía más intereses que la coyunda, el crimen y los narcóticos. Oh: y alisarse el pelo con sosa cáustica. Esta primera parte del libro se lee como una (buena) novela de delincuencia juvenil de Frank Norman, Warren Miller o Ed Bunker. Allá iba Red, vestido como un árbol de navidad (“en realidad parecía un verdadero payaso, pero mi ignorancia me hacía creer que estaba en la onda”), abofeteando a señoras (las partes de violencia de género –por las que el renacido X no pide disculpas, ni leches- son de espanto), poniéndose to’fino de cocaína y bailando swing hasta el descoyunte rotular.

Ya en la cárcel (1945), Malcolm “ve la luz”. Ustedes dirán: oh, no. Los avezados lectores de biografías rock sabemos bien que la aparición de “la luz” redentora en la vida del artista coincide mágicamente con la aparición de los yogures, el sermón y lo pelma. Y Dios. Cuando Alá entra por la puerta, la diversión salta por la ventana. Por supuesto, la parte eminentemente política de Malcolm X se inaugura con esa “luz” cegadora, así que no nos queda más remedio que seguir leyendo. El libro recompensa nuestro tesón con una impecable parte carcelaria que (de nuevo) se lee como una buena novela de presidio de Malcolm Braly o Don Carpenter.

Malcolm X se convierte entre rejas a la Nación del Islam –entonces bajo el liderazgo de Elijah Muhammad- y pasa a ser ministro de la organización. Aquí conviene distinguir entre las vicisitudes que asaltan al nuevo Malcolm (la creación de su discurso, el proselitismo, la lucha racial) y las locuras punibles por la ley que Elijah pone en su boca. En aquel Malcolm X hallará el lector muchas verdades (sobre imperialismo blanco, sobre el establishment, sobre racismo estadounidense) pero también un notable surtido de charlatanería geneticista, pseudociencia majareta, desvaríos enloquecidos sobre Shakespeare (una página entera) o el “diablo blanco”, generalizaciones hebefrénicas sobre la “mujer blanca” y la “debilidad de la mujer” y mucha más tela psiquiátricamente computable. Malcolm X sigue resultando atractivo por su autoridad innata, su coraje, su temperamento inflamable (en la segunda página ya está llamándole “imbécil” a alguien, al estilo Jardiel) y radicalismo insobornable, pero el lector solo puede concluir que también soltaba bastantes paridas. Esta tercera parte del libro es, en cierto modo y por todo lo apuntado, un gran discurso de Elijah Muhammad con ocasionales acotaciones autobiográficas. Explicarlo en 1964 debió parecer crucial, pero al lector del 2015 puede resultarle asaz loco.

La acción se reanuda con el escándalo adúltero de Elijah Muhammad (vean cómico despiece), el desengaño de Malcolm X, su posterior expulsión deshonrosa de la Nación del Islam y su peregrinaje a La Meca. En 1965 Malcolm X ya había cambiado de idea (para bien) sobre un centenar de cosas, pero no-se-sabe-quién lo apioló igual (introduzcan teoría conspirativa favorita aquí; mis apuestas van hacia agentes de COINTELPRO infiltrados en la Nación del Islam). Su influencia política y cultural, en todo caso, sigue siendo inconmensurable. Esta esencial biografía nos recuerda lo colosal de su ejemplo y legado.

PISTAS Y CITAS

Drogas y pistolas: “Ahora que lo pienso, creo que en aquella época yo estaba, por lo menos, ligeramente loco. Para mí, las drogas eran como la comida de la gente común. Llevaba armas como quien usa corbata”.
Bagaje: “Para comprender a alguien, hay que conocer toda su vida, remontarse hasta el nacimiento. La personalidad del individuo es la suma de todas las experiencias que ha vivido. Todo lo ocurrido es un ingrediente de su carácter”.
Legado hip hop: Hagan el favor de teclear en Google “Malcolm X hip hop” y serán sepultados por 100.000 artículos sobre Boogie Down Productions, Public Enemy, Gangstarr y una sartenada de rappers más. Malcolm X es crucial en la creación de la retórica hip hop.
La hilarante (y alarmante) excusa de Elijah Muhammad cuando Malcolm le cuestiona su adulterio: “Yo soy David. Cuando leas que David tomó la mujer de otro hombre, piensa que yo soy ese David. Leerás que Noé se emborrachó. Yo soy ese Noé. Leerás que Lot fornicó con sus propias hijas. Yo debo cumplir todo eso”. Genial, Elijah.
Un chiste racista que Malcolm X utiliza para fines didácticos: “Alguien pidió a un blanco, a un negro y un judío que expresaran un deseo. El blanco pidió acciones de la Bolsa. El negro pidió mucho dinero. Y el judío pidió joyas falsas y la dirección del “joven de color”. Kiko Amat

Malcolm X; una autobiografía contada a Alex Haley
Malcolm X /Alex Haley
Capitán Swing
518 págs
Trad. de César Guidini & Gemma Moral

(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia del 19 de septiembre del 2015)

Stop press: Juanito Wau (Wau y Los Arrrghs!) con Chap chap

Es una nueva muy loca: Juanito Wau, berrido, maracas y culo frenético al frente de WAU Y LOS ARRRGHS!, mi banda española favorita de garaje antropófago, será el MC en la presentación valenciana de Chap chap (en el Cracovia Bar, c/Alzira 25, a las 20:30h del viernes 25).

La cosa me hace una ilusión muy burra, y parece de repente que todo encaje en el mundo. Empecé con Antonio Baños, seguí con Manuel Jabois y Pablo Zarracina, también Pablo Rivero y la grandísima Raquel Peláez, y ahora Juanito Wau. Chap chap y yo hemos estado MUY bien acompañados en este ominoso periplo, no me digan. Praise the lord.

No me pregunten qué va a hacer o cantar, pues no me lo ha dicho. Pero si le han visto en directo alguna vez, ya se podrían hacer a la idea. Vamos.

 

Chap chap en Valencia: ¡No lo hagas, Kiko!

PRES_chapchap_VLCDe esta no sale, va en serio. Kiko Amat, como el James Brown que rechazaba la capa cuando trataban de sacarle del escenario, se embarca en otra fecha más del suicida tour Chap chap. Encanecido, la mirada perdida de Ahab, aplastado por la soledad del escritor en promo, pero la lengua y la mente donde deben estar (de aquella manera), se materializará en Valencia este viernes 25 de septiembre, desoyendo los lloros de su médico de cabecera, familia y amigos.

La cosa será en el Cracovia bar (Alzira 25), como bien señala el familiar cartel que tienen aquí al lado, a las 20:30. Es casi imposible que supere las cotas de G-L-O-R-I-A que se rozaron en el tour gallego (Santiago was a riot), pero los records están para ser desmenuzados.

El fulano está tan ido que ni siquiera tiene presentador para esta fecha. A pelo, a pelo, como un cantautor con graves desórdenes psicológicos.

Después de su discurso confesional-dañado-totalitario, discos de tremenda maravillosidad serán pinchados por Juanvi, José «Mardi» y el autor. Vengan y vean. Será el despiporre.

El bar de las grandes esperanzas (J.R. Moehringer)

Pueden leer mi crítica sobre ese espectacular libro en este link de Babelia, de El País. El artículo apareció en papel el pasado 5 de septiembre.

Un libro sobre hombres y bares. Sobre amistad, borracheras, resacas también, sobre sentimiento de pertenencia, y tristeza persistente y rabia heredada, y cómo vencer ambas. Una novela que habla de familias, padres e hijos, madres e hijos, lazos de sangre, ritos de pasaje y amor, y ruptura y grandes gestos atemporales, y las cicatrices que arrastramos. Pero ¿sobre todo? Hombres y bares.

Kiko Amat entrevista a JOHN LYDON

Pero ustedes no van a poder leerlo, listorros, si no adquieren la revista Rockdelux de septiembre. Ahí está mi charla con Mr. Rotten. Tres PAGINAZAS de música pop, mofa a los Clash, clase obrera a tope, infancia y bagaje, decepciones y autoconciencia.

No es por decir, pero es una buena entrevista.

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Torturas y machos

Son dos artículos distintos, aún no he perdido la razón del todo.

Uno es un Top 9 de Torturas de toda la vida. Bueno, en realidad casi todas son del XVII o anteriores. Lo escribí para VICE, y pasé un rato fenomenal releyendo mis libros sobre torturas (sí: soy la clase de hombre que tiene una sección de libros sobre torturas en sus estantes) y también tecleando ese pedazo de prosa cómica del mejor calibre. Ah: la bromita del video de Krahe no es cosa del autor, que quede claro. Yo deseaba ver a un fulano ardiendo. El grabado de un fulano ardiendo, no uno de verdad, en el patio interior (ya se entiende).

El artículo de marras está entre los más leídos esta semana, por lo que deduzco que lo de la tortura interesa a más gente, y que no estoy tan chiflado. Qué alivio.

El otro es un Verdadero/Falso de la masculinidad que también me hizo pasar un rato agradable, y que entregué a los chicos de Playground. El artículo no se me ocurrió después de leer El bar de las grandes esperanzas, de JR Moehringer (mi libro favorito de los últimos meses) pero casi. No se lo tomen demasiado en serio: es solo un artículo humorístico, no la conferencia de Potsdam.

¡Chap chap en super tour gallego!

PRES_chapchap_SANTI_CORUNAEste tío es un machote, en serio. ¿Pues no va y continúa con la gira de promo de Chap chap, inasequible a la fatiga, el desaliento y el resacón atómico que maneja?

Demostrando una vez más que los escritores también podemos hacer giras como The Who, su amigo y vecino trepamuros, Kiko Amat, se pira ahora a Santiago de Compostela y La Coruña (tras haber estado ya en Bilbao, Gijón, Palma, Madrid…) para decir paridas, hablar de su azarosa y risible vida, y promocionar con vehemencia Chap chap, ese pedazo libro que le está destrozando la existencia.

De nuevo, le presentan individuos que él admira: en Santiago será la inefable y fantástica RAQUEL PELÁEZ (recuerden ¡Quemad Madrid! para Libros del K.O.), y en Coruña nuestro amado EL HEMATOCRÍTICO (ustedes ya le conocen).

Seré sincero: preferiría quedarme en calzoncillos en el Passeig Sant Joan, explicándoles a mis vástagos qué es un xenomorfo con gran detalle mientras me abro un quintillo, pero esto lo hago por todos ustedes. Que conste. Ya pueden reponer las neveras la noche antes (las más calientes abajo, pardiez), que en nada estoy allí.

La canción del viernes #8: TEXAS IS THE REASON: There’s no way that I can talk myself out of this one tonight (the drinking song)

La canción de los viernes que sale los jueves (o cuando se me antoja, vamos).

Esta me ha hecho compañía toda la vida, especialmente en los días de saltarse la tapa de los sesos, y me recuerda de forma fuerte a Cricklewood, 1995 (ver Mil violines, queridos lectores). Vi a Texas is The Reason en Londres, el 1996 junto a Samiam (¿en el Powerhäus?), en pleno momento emo-demente, y es uno de los mejores conciertos de mi VIDA ENTERA.

Es una canción para beber y corear, como indica el título, abrazado a tus amigos y tratando de trasegar el cascote de la tráquea.

There´s no way I can talk myself out of this one tonight.
Everyone is my last,
I swear that this is my last.
By now you should know what to say.
By now you should know all of this by heart.
By now you should know what to say.

Me ha costado horrores decidirme por esta, porque el elepé entero es la pera, y porque «A jack with one eye» («Your place is still at the heart of my everything«, toma ya frase, chata) también me emociona lo suyo.

 

Locura y folleteo: Kiko Amat entrevista a TODD McEWEN

Una pero-que-muy chula entrevista a uno de mis autores favoritos, Todd McEwen, para la web de O.

Él es el prohombre que escribió Boston; sinfonía para un violín sin cuerdas y Las 5 máquinas simples (ambas en Automática). Invitado en Primera Persona 2015, si recuerdan.

Y un suvenir de la entrevista, que fue asaz tronchante y didáctica:

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Prólogo para EDWARD BUNKER

portada-la-educacion-de-un-ladron_cdf3yqrCompren ya este libro. Es la autobiografía de Edward Bunker, es la puta remonda (su mejor libro, junto a Little Boy Blue), y es de Sajalín (best publishers in town) y encima ostenta un prólogo de Kiko Amat. Cuánta suerte puede tener un hombre, díganme.

Les incluyo la primera página del prólogo para que produzcan saliva y salgan raudos a comprar un ejemplar de esta macanuda novela vivencial:

EDWARD BUNKER: LA MUECA FEROZ
Verdad, alienación y violencia en La educación de un ladrón

1. Estoy en cama una noche de marzo del 2015, en pleno Alt Camp. Bastante mamado de cava, si tengo que serles del todo honesto. Noto un pedrusco de pesadumbre atascado en mitad del gaznate (indeciso entre subir o bajar), y acabo de preguntarle a mi mujer, Naranja, qué leches me pasa (ella suele acertar el diagnóstico, si entienden por dónde voy). La cosa es que he pasado la última hora de una cena con amigos en completo y agraviado silencio, cabizbajo, ocupado en domar una imparable ola de malhumor que crecía dentro de mí con la determinación orgánica de un feto. Ofendido por algo (en mi familia somos muy de ofendernos; la susceptibilidad corre por nuestras venas turbia y sulfúrica como un vertido químico del río Llobregat) y deseando partirle la cabeza con un taburete a uno de mis interlocutores. Amigo mío, para más señas.
– Anímate, Kiko –me suelta ella- Míralo de otro modo: tu mayor problema es también tu mayor ventaja. Esa negrura que llevas dentro. La carga de resentimiento que arrastras. Sin eso no se puede escribir.
– ¿Tú crees? –contesto, volviendo la cabeza, en busca de consuelo. De cualquier tipo de consuelo.
– Pues claro. Te lo digo yo, que conozco a un montón de escritores equilibrados que escriben pésimo. Por supuesto, eso también es lo que te hace un hijo de puta, a veces. Y un amargado de mierda. Y un cabrón malhumorado que acaba de arruinarnos a todos la cena sin razón aparente. Y un paranoico loco e impredecible, huraño y antipático. Es lo que hay. No se puede tener todo. Búscale el lado bueno, va.
– ¿Sabes qué? –le contesto, aún tragando con cierta dificultad y luego subiéndome el edredón hasta las rodillas- Que creo que tienes razón. Aunque tu respuesta me haya deprimido tanto, joder.
Esto es algo desazonador pero es así y no de otro modo, y cuanto antes lo admitamos, mejor iremos (y yo estoy aquí para expiar sus pecados, como JC): la escritura va con la violencia. No me refiero meramente a la violencia física, tangible, de pulverizarle la sien a otro fulano (no todos los escritores tenemos que ser matones de cuarta, quebrantahuesos a sueldo; no se trata de eso, aunque ayudaría de cara a nuestras demandas contractuales con la editorial). Quería decir una cierta violencia de espíritu. Nelson Algren afirmaba en Nonconformity: “No escribes una novela por pura lástima, del mismo modo que no revientas una caja fuerte por un vago anhelo de ser rico. La compasión está muy bien, pero la venganza es la verdad que Faulkner olvidó (…) Una cierta crueldad y un sentido de alienación respecto a la sociedad es tan esencial para la escritura creativa como lo es para robo a mano armada”.

Muchos escritores imaginativos y de pluma hábil son también asaz blandengues. Buenazos. Cursilones, incluso. No me cabe la menor duda de que son buenas personas y mejores vecinos, pero en su prosa no se distingue conflicto ni lucha, uno intuye allí falta de marejada, de alboroto y confusión y puta-mala-baba. ¿Dónde fueron a parar la rabia, el rencor, el sentimiento de venganza, el anhelo de desquite, eh? Encantados de conocerse, felices con ellos mismos, la psique en estado de plácido reposo (¡y cómo les envidio!), la obra de esos novelistas adolece de los mismos males (o atributos, si hablamos de vida civil) que su personalidad: carece de rincones oscuros. Es mullida y amable. Es benigna y tragable; simpática. Pero la literatura no debería ser así; simpática. Un autor –o, cuanto menos, un determinado tipo de autor- debería estar siempre boxeando consigo mismo, siendo su peor enemigo, ahuyentando sus demonios, quemándolo todo: puentes, flota de barcos y malas hierbas. Un autor debería estar en perpetua guerra civil interna, en modo autocrucifixión, y no digo esto en el sentido maldito ni víctima del asunto. Su contienda podría transformarse perfectamente en literatura humorística, pero de la piel pa’dentro debería escucharse el fragor de la contienda fratricida (egocida, más bien), la chifladura y el remordimiento y el autorepelús. Edward Bunker mismo: he ahí un tipo que no se antoja simpático, y cuya obra es un gran desquite. Un “vais a ver” en la cara del mundo, un desplante a las cartas que le sirvieron, un rechazo al destino marcado y el “camino de la podredumbre” (que se decía en Papillon). Una mueca feroz.

(…)

(Compren ahora el libro, corcho)

 

Un torero d’Hivern y yo

The freaks helping the freaks. Me complace invitarles a la presentación del libro Torero d’hivern, de Miquel Adam, un fulano peligroso y resentido que si no escribiera relatos iría por ahí matando a gente con la boca desencajada y los calzoncillos manchados de manera inquietante.

Como yo soy fan de su persona, pues voy y me planto allí, en mitad de la plaza de la Catedral, como una estatua humana pintada con aerosol o un tiritero-juglar argentino, y hablo de él y su libro y su torturada/tormentosa psique.

El volador de marras es este de aquí, para que lean los detalles:

prova setmana