El día 28 de febrero (leches: hoy) estaremos CARLOS ZANÓN y el menda canelo KIKO AMAT charlando en la llibrería Calders, a las 19 of the clock.
Al tanto: estaremos hablando el uno del otro, no cada uno de lo suyo. La cosa forma parte de un ciclo llamado En nom propi donde los autores hacen justo lo que les acabo de decirt.
Esto de aquí es un artículo de opinión con el que he contribuido al diario Público. Recientemente publicaron una pieza sobre músicos pop que «flirtearon» con el nazismo, y en ella se decían una serie de cosas que simplemente no coincidían con la realidad.
Como vigilante aficionado del neonazismo inglés, y tenaz lector del tema, sentí que era mi obligación clarificar una serie de aspectos, especialmente en lo que concernía a la MUY sospechosa carrerita de Tony Wakeford (Death In June, Above The Ruins y Sol Invictus).
Es una entrevista que le he hecho a Derek Thompson, barbilampiño autor de Creadores de hits; cómo triunfar en la era de la distracción, un libro muy ameno e informativo que ha sacado recientemente Capitán Swing.
Aún no he decidido si lo que leí en sus páginas resultó desalentador o todo lo contrario (al menos para un artista como yo). Pero me hizo pensar en unas cuantas cosas, y espero que a ustedes (si lo leen) les haga pensar en otras cuantas.
Oh, ah, éxito comercial, amante tan elusivo como impulsivo, ¿dónde te encuentras? Ni pajolera, pero la entrevista, al menos, está aquí. En unos días publicaré el director’s cut, con el doble de preguntas y respuestas.
Esta es una de las canciones más oscuras y cenizonas de los Barracudas. Era la última de la cara A del Mean time (también aparecía en el 12″ de 1983 House of kicks). Gira en torno a la «piel muerta», una imagen fetén que en realidad busca hablar de aislamiento, estar muerto por dentro y no tener sentimientos y tratar de ocultarlo. Me encanta esa letra, la forma en que nos cuentan la historia en modo oral («wait. There’s more«), como si alguien te la estuviese narrando en la barra de un bar.
Me recuerda al «Slow death» de Flamin’ Groovies, supongo que porque ellos querían que recordara al «Slow death» de Flamin’ Groovies.
Esta es la versión del álbum, que los Barracudas decidieron tocar en playback para la televisión francesa en 1983. No entiendo muy bien por qué Jeremy Gluck hace el fistro de ese modo (a ratos parece que le haya dado un aire), pero la canción es el copón de la baraja. Y siempre me ha chiflado la joz de Gluck.
Últimamente no paro de encontrarme grupos de lectores que me dicen que vaya a Murcia a presentar Antes del huracán. Cuando digo «últimamente» lo que quiero decir es «una vez», y cuando digo «grupos de lectores» lo que quiero decir es «un grupo de lectores». Pero eran seis o siete. Y se movían mucho. Tal vez eran más, incluso.
Por culpa de aquellos jóvenes murcianos, que me asaltaron a la salida del concierto de los Hot Snakes aprovechando que me había quedado temporalmente sordo, mi mente efectuó una vieja progresión de razonamiento que llamo «caja variada de artículos de pirotecnia». Dícese de cuando alguien lanza una propuesta modesta (una piula) a mi cerebro (la caja de pirotecnia) y en un momento he trazado un plan megalómano de proporciones cesáreas (la explosión en cadena de truenos, fuentes y cohetes en la caja). En mi cabeza, aquel humilde «a ver cuando vienes a Murcia» se transformó primero en «cientos de lectores te esperan en Murcia», luego en «la gran mayoría del censo de la ciudad exige que vayas a Murcia» y ya al final en «habrá muertos en las calles si no vas a Murcia».
Todo esto para decirles que voy a Murcia. El día 20 de febrero, miércoles. En la librería Diego Marín, a las 19:30h. Los detalles están en el volador este que he colocado aquí. Me presenta el autor Miguel Ángel Hernández.
Molaría pancarta de bienvenida al salir del vagón de tren. Ramo de flores (lilys blancos, por favor) optativo.
En este comienzo de 2019 he escrito un par de prólogos a libros que me hará mucha ilusión ver publicados. Uno de los dos es el Helter Skelter de Vincent Bugliosi, que he leído (con esta) cinco veces, y que es mi libro de true crime favorito. Indiscutible. Lo sacará en breve Contra Editorial.
Mientras escribía el prólogo he vuelto a escuchar el repertorio musical de Charlie. Es cierto, no era PF Sloan, y sufría de ese tic rumbero que consiste en aporrear la caja de la guitarra compulsivamente, como si pidiese orden en una reunión de borrachos, pero tenía un par de tonadas que no estaban mal.
La gente suele recordar las célebres que versionaron los Beach Boys o Guns’n’Roses o Marilyn Manson, pero mi favorita siempre ha sido esta, «Your home is where you’re happy». La escuché por primera vez a los diecinueve años o así, en el Creator de Lemonheads (su versión sigue encantándome). Era la «lenta» del álbum.
Es una canción muy fácil de cantar, y la letra es de una simplicidad pegajosa. Quizás por ello es una canción que he canturreado mucho a lo largo de mi vida. La cantaba diariamente en la camara frigorífica del McDonald’s de Hanway St., en 1996, mientras realizaba la rotación de stocks (con la napia congelada), caja de burger patties arriba y abajo. Y luego, una década después, se la canté a mis hijos recién nacidos mientras les cambiaba los pañales o, en modo nana, intentaba sin éxito que se durmiesen (un hecho que espero no conozcan de segunda mano y mal contado, pues suena positivamente psycho).
Qué quieren que les diga: es una bonita canción. Y memorable, ya lo he dicho.
Me voy p’al pueblo. Charlaré de ese libro que surfea desaconsejablemente sobre el zeitgeist, cogiendo las olas de cara: Antes del huracán. Lo saqué en abril del 2018 pero el muy perro se resiste a morir, como un villano de Peckinpah.
¿Dónde estaré? En Sant Boi, peñita. A las 18:30 de la tarde en la biblioteca Rubió i Balaguer, con motivo del Club del llibre. No he dicho el día: miércoles 13 de febrero.
La entrada es libre, el camino fácil, the Ferrocatas way. Espero verles allí.
Un artículo que me encantó escribir. Una entrevista que me encantó realizar (a Andreu martín). Sobre Sir Tim O’Theo, y mi verdadera (no inventada) introducción infantil a la anglofilia.
Léanla aquí, en El Periódico, a ritmo de fantasmal cornamusa.