CHRISTOPHER RYAN: “El género transversal ya existía en los cazadores-recolectores”.

Simplify Human Sexuality: Christopher Ryan Says Embrace Your ...

El escritor estadounidense nos proporciona argumentos para el optimismo (cauteloso) en Civilizados hasta la muerte; el precio del progreso (Capitán Swing 2020), una dura crítica a la civilización post-agrícola a la vez que una necesaria reevaluación de las sociedades de cazadores-recolectores.

La pandemia global del Covid-19 ha acrecentado las voces apocalípticas. Mucha gente ayer esperanzada nos recuerda hoy que el hombre es un lobo para el hombre, que compartimos genética con las ratas y que una visión razonablemente optimista del porvenir incluye el viejo canibalismo. Amigos que hace tan solo un año se levantaban de la cama con un espíritu similar al de Teletubby Land, dispuestos a pasar un apacible día botando la Pelota de La-La, hoy agachan la cabeza y empiezan a barajar la parte del cuerpo necrótico de sus familiares que deglutirán cuando llegue El Fin.

Es difícil afirmar en qué punto la civilización actual pasó de canturrear el “Todo Es Fabuloso” de la Legopelícula al “Into the Void” de Black Sabbath. Qué sucedió para que el paradigma futuro aceptado por todos pasara de Winnie The Pooh a La carretera de Cormac “Soñador” McCarthy. Y a propósito de Cormac, como dijo Nick Hornby: “es importante recordar que La carretera es el producto de la imaginación de un hombre: el mundo literario tiende a creer que el mundo menos consolador siempre es La Verdad (…), pero tal vez cuando llegue el día del juicio final nos sorprendamos compartiendo los sándwiches y cantando “Puente sobre aguas turbulentas”, en lugar de sacar los cerebros de nuestros hijos con cucharas”.

Macro-LOL, y además lleva razón. Otro que también parece tenerla (o cuanto menos esgrime argumentos animosos a su favor) es el escritor estadounidense Christopher Ryan, quien en su muy didáctico y divertido Civilizados hasta la muerte; el precio del progreso plantea una reevaluación de nuestro pasado cazador-recolector que, gracias al cielo, señala el camino hacia un mundo menos infausto.

Tu libro afirma que como especie no estamos tan mal. Nos hemos juntado con malas compañías, sí, pero no somos ratas.

No querría caer en la posición rousseauniana, que propone que los humanos son buenos por naturaleza, ni en la hobbesiana, que expone lo contrario. Quienes dicen que compartimos genes con las ratas tienen razón: las ratas son muy sociales y son capaces de sobrevivir en muchos entornos distintos, como nosotros. Podemos comer de todo, igual que ellas. Por el contrario, los lobos, a los que tanta gente nos compara estos días, solo pueden comer una cosa: carne. Y un poco de hierba de vez en cuando. Los lobos no sobrevivirán, pero nosotros sí. La cosa es que, hasta la aparición de la agricultura, el sistema social más ventajoso para los humanos era el de cooperación y dependencia mutua. Podemos decir que ese sistema es bueno porque sentimos de forma innata que es bueno, y la razón por la que sentimos eso es que es profundamente humano. Cuando apareció la agricultura, de repente resultó más ventajoso acaparar propiedad y ejercer control sobre otra gente, y eso es lo que empezamos a hacer. Pero seguimos siendo el humano que se formó en un entorno cooperativo, así que el egoísmo aún nos duele. Va contra nuestra naturaleza.

Ryan_CivilizadosHastaLaMuerteSi tu libro fuese un cómic, el supervillano sería la agricultura.

En todos los lugares del globo donde ha aparecido la agricultura (y ha aparecido en siete lugares de forma independiente), se daba siempre la misma secuencia de eventos climáticos. Un incremento de la pluviosidad, incremento de la abundancia de alimento, a raíz de esto aumento de la población humana (igual que la de coyotes o conejos y el resto de animales), y de repente un cambio repentino que lleva a la disminución de la oferta de alimento. Normalmente la población humana estaría condenada a reducirse, como la del resto de animales, si no fuese porque alguien de repente se da cuenta de que existe una forma de reconducir el agua de los ríos hasta donde están los árboles. Sea un canal, o cubos, o lo que sea.

No parece una idea tan terrible.

No. En ese momento parecía buena idea. Estabas salvando las vidas de tus colegas. El problema es que, una vez nuestra especie dio ese paso, no pudo volver atrás. Pasamos por una puerta que no recordamos, y que se cerró tras de nosotros. No existió un momento de decisión o debate, nadie pensó en lo que aquello supondría para el aumento de población, por ejemplo. Yo lo comparo a la anécdota del tipo aquel que se agarró a un globo para que no escapara y el globo lo elevó y no supo encontrar el momento de soltarse, y al final no pudo aguantar más y se soltó y murió. Hay una transición demasiado rápida entre echar una mano, aferrarse a la vida y darse cuenta de que aferrarse ha sido un error fatal. Nadie te cuenta el riesgo implícito en ese movimiento, y eso es lo que sucedió con la agricultura. Se tomó una decisión lógica sin pensar en las consecuencias a muy largo plazo. Algo que, por otro lado, los humanos hacemos constantemente. Invitas a una copa a una mujer, pero no piensas que en veinte años te vas a divorciar de ella.

La revolución digital, y la forma en que nos lanzamos a ella sin pensar, recuerda a la agrícola. No existió un proceso democrático previo. Se nos vendió como el único camino.

Totalmente de acuerdo. Se parecen mucho ambas, como también se les parece la revolución industrial. A los granjeros de subsistencia no les preguntaron si preferían ir a trabajar a las fábricas.  Fueron forzados a ello.

Si la agricultura fue tan mala, en términos de nutrición, medio ambiente, etc. ¿por qué carajo la adoptamos? ¿Nos forzaron y no nos acordamos? ¿Somos el abusado que borra recuerdos onerosos?

No, somos el tipo que anda subido a un elefante y cree que le está diciendo al elefante por dónde debe tirar, cuando en realidad lo único que hace es intentar sostenerse allí arriba, porque el elefante irá a donde le dé la gana [ríe]. Otra metáfora: somos como el tipo que maneja una canoa río abajo, y cree que tiene libertad de movimientos porque puede ir de una orilla a la otra, pero en realidad es lo único que puede hacer; no puede ir contra corriente. No tiene opción. Hemos creado la ilusión de que tenemos mayor habilidad para controlar el flujo de la historia, pero en realidad seguimos siendo el individuo de la canoa.

Agriculture development and its imprints in environmental records ...

Fun never ends. La bendición de la agricultura neolítica.

Los héroes de esta historia eran los cazadores-recolectores. ¿No tenían nada malo?

Muchas cosas. La mayoría de debilidades y fallos que aún hoy exhibimos los humanos ya existían en los cazadores-recolectores (CR). Los celos y la posesividad sexual, por ejemplo, eran un grave problema en los grupos de forrajeros. La causa primordial de violencia en aquellos grupos eran las peleas por mujeres. El impulso hacia el egoísmo también existía, pues es innato en el homo sapiens. La diferencia era el modo en que aquellas sociedades relacionaban ante dichos impulsos. Los CR trataban de minimizarlos (ridiculizándolos, por ejemplo), mientras que en nuestra sociedad se premian y se admiran. Todo el mundo ama a Bill Gates; nadie se pregunta cómo es posible que sea tan rico. Y luego está el tema de la mortalidad infantil, que era el gran problema de los grupos CR: entre el 20% y el 35% de los niños morían antes de los cinco años. Ese es un problema enorme, representa mucho sufrimiento y pena. Así que aquello no era el paraíso, por un lado, pero por el otro la vida de los cazadores-recolectores es nuestra verdadera naturaleza. Venimos de allí. Somos perros que miran a los lobos por la ventana. La vida de los lobos no es perfecta, pero es la vida natural de un cánido.

Sostienes que, pese a que en las sociedades forrajeras morían muchos niños, los que sobrevivían eran cuidados con más atención y amor que muchos niños actuales.

Cito a Sarah Hrby, una primatóloga y antropóloga de Harvard especializada en cuidados maternos, quien dijo que si sobrevivías a la infancia en una sociedad CR eras amado y cuidado por todos lo adultos, y también respetado como un humano hecho y derecho (aunque tuvieses cinco años). No eras propiedad de nadie ni se te consideraba a medio hacer. En nuestra sociedad llega a la edad adulta gente que jamás fue amada, que estuvieron enfermos, y eso tiene repercusiones. De hecho, los niños no queridos de nuestra sociedad crecen y se convierten en líderes. La ausencia de amor les llena de hambre de poder. En Estados Unidos se considera esa voluntad de poder como algo bueno por definición.

De los viejos forrajeros me preocupa, francamente, su tendencia a la presión social. Debo decir que nunca he reaccionado bien ante ella. Me preocupa ser dejado de lado y morir de hambre cuando regrese la era de los cazadores-recolectores.

[ríe] A mi me sucedía lo mismo. Pero conviene matizar algo. Por un lado, es cierto que en una sociedad CR uno de tus máximos temores sería ser rechazado por el grupo. Si matas a alguien o abusas de un niño se te echa del grupo, y eso es una sentencia de muerte, pues el grupo es tu única forma de supervivencia. Mi teoría es que precisamente por eso nos duelen aún tanto los rechazos de cualquier tipo. Hoy en día si un grupo de amigos te rechaza ya no implica que vayas a morir, pero lo sientes como si así fuese. Por otro lado, los CR eran extremadamente reticentes a que les dijesen lo que tenían que hacer. Porque todo el mundo era autónomo y todo el mundo sabía cómo conseguir comida y procurarse refugio (también las mujeres y niños de diez años). La dinámica política de los forrajeros era igualitaria y anarquista. No había líderes ni jerarquías. Por eso a las pocas sociedades CR que aún existen les resulta tan confuso cuando llega alguien de nuestro mundo y les pide ver al “jefe”. En esos mundos no había jefes. Excepto con los mayas o aztecas, que eran civilizaciones. Así que, por un lado, la presión social es muy importante en esos grupos, pero por otro eran increíblemente permisivos. Si nacías con pene y decías que eras una mujer, a todo el mundo le parecía fantástico. En cuestiones de género, por ejemplo, no existía presión social. Se aceptaba que fueses lo que decías ser. Lo que no podías hacer eran cosas que pusiesen al grupo en peligro.

Ancient Hunter-Gatherers and Farmers Made Love, Not War - Dünyalılar

No es difícil decidir quién querríamos ser de esta ilustración.

O sea, que podías ser el friqui mayor del grupo y no solo no te hacían la vaca en el patio sino que todo el mundo te amaba. De hecho, te hacían chamán.

Sucedía a menudo. También con lo que hoy consideramos enfermos mentales, que solían ser considerados seres sagrados con posibilidades chamánicas. El tercer género, el género transversal, ya existía en los CR. La rareza les encantaba, mientras no fuese agresiva o peligrosa.

O sea que nada de skinheads.

[ríe] No. Nada de recolectores con botas. Otro aspecto permisivo de los CR era su mirada a la vagancia. Si un día no te apetecía recoger bayas, no lo hacías y punto, no había presión social, al final del día recibías tu parte. Otro día ya recogerías bayas tú por otro. Pero si le hacías daño a alguien, o te negabas a compartir, o acumulabas alimentos, te echaban.

El arte nace del conflicto y la alienación. En una sociedad armónica y tolerante como los forrajeros, ¿sería el arte redundante?

Cierto arte sí. La mayoría del arte con el que estamos familiarizados tú y yo nace del conflicto, cierto, porque el temperamento artístico entra en conflicto con el capitalismo. Existe en una sociedad que dice que el arte no es válido a no ser que dé beneficios, y que el amor y la bondad y la amistad son una mierda y lo que importa son las casas, los coches y las tetas postizas. Un arte nacido en esa sociedad tiene que reaccionar contra ella, porque es una sociedad enferma. Los CR tenían arte, pero era de otro tipo. El baile, por ejemplo, no tiene que ser una reacción enfadada; puede nacer del gozo. El arte de la narrativa es la actividad más antigua que poseen los humanos. Cada noche, a lo largo de tu vida, te sentabas alrededor del fuego. ¿Quién era admirado en esa sociedad? Los cazadores, por descontado, porque contribuían a conseguir alimento. Pero el tipo que proporcionaba entretenimiento al grupo cada noche… Era un elemento muy valioso de esa sociedad. El amor que aún le profesamos a la narrativa, a contar o inventar historias, a recordarlas toda la vida, ver las cosas con una estructura narrativa… Todo eso viene de las historias que los forrajeros se contaron alrededor del fuego durante 300.000 años. Crecieron en un mundo narrativo. Y su narrativa no era una reacción de enfado, sino más bien de asombro o apreciación. O de explicación: ¿por qué los dioses nos aman? Al contrario de lo que sucedería en el mundo post-agrícola, donde la pregunta más frecuente era: ¿por qué los dioses nos odian?

Civilized To Death | Psychology TodayOtra cosa que me inquieta de los forrajeros es que no tengan una palabra para “adolescencia”. Soy fan de los teenagers, su desaparición representaría una terrible pérdida.

Tu experiencia debió ser mucho mejor que la mía. Mucha gente experimenta la adolescencia como una época dolorosa que preferirían ahorrarse. Las tasas de suicidio y depresión crecen en la adolescencia. Mi adolescencia fue un periodo frustrante, porque tenía hambre de experiencias adultas que parecían no llegar nunca: sexualidad, independencia, libertad de decisión, respeto de tus iguales… Una serie de cosas que no posees cuando tienes acné y llevas ortodoncia. Desde cierto punto de vista la adolescencia puede considerarse un lujo del mundo moderno, pero desde otro es una experiencia insatisfactoria, un estadio en que no eres ni niño ni adulto.

Pero ese estadio está lleno de posibilidades…

Es un artefacto del mundo moderno. Necesitamos ese estadio para plantearnos una serie de decisiones futuras. Los forrajeros, claro está, no necesitaban plantearse si iban a estudiar medicina o no. Hacían lo que el resto del grupo: cazar animales, poner trampas, construir cabañas, pescar. No necesitaban ese periodo entre feto y nonato, cuando estás atascado en el útero.

NPP: Narrativa del Progreso Perpetuo. Háblanos de ese concepto.

Cada sociedad utiliza propaganda para legitimarse. Toda sociedad afirma que está haciendo las cosas lo mejor posible. La NPP es la propaganda de los logros de la civilización, que minimiza o demoniza los logros de las sociedades forrajeras. Nos dice que ahora todo es fantástico, que tenemos móviles, ordenadores, coches, comida y las cosas nunca nos habían ido tan bien. Y también que antes de la civilización todo era horrible. Que la vida era solo lucha por la supervivencia, que nos moríamos de hambre, nos atacaban animales continuamente y era un infierno. Y esto de ahora es el cielo. Ese trayecto desde el infierno, donde la vida humana era solitaria y cruel y brutal y corta, a la actualidad, donde todo es la monda (según Steven Pinker y toda esa gente) es la Narrativa del Progreso Perpetuo. Poner en duda esa premisa es difícil, porque su preponderancia es abrumadora, y todos hemos escuchado la misma historia miles de veces. De hecho, es la historia central de nuestras vidas. La expresión “cruel y brutal y breve” es una de las más famosas en lengua inglesa. Es ubicua y muy potente. Lo que yo digo es que es legítimo dar un paso atrás y realizar un análisis de costes y beneficios de la civilización. Algún lector decidirá que la civilización vale la pena por… el arte, como decías. Los forrajeros no tenían a Beethoven.  Ni una fotografía de la tierra realizada desde la luna. Y eso es legítimo. Pero yo digo que nos han mentido sobre el verdadero coste de la civilización que hizo posible a Beethoven y esa fotografía.

THOMAS HOBBES: Biografía, Obras, Teorías, Aportaciones y mucho más

Thomas Hobbes: party time

Algunos de los apóstoles de la NPP no eran tipos particularmente perversos, pero sí muy cenizos, como Thomas Hobbes.

Las circunstancias personales de uno de los grandes defensores de la civilización moderna, Thomas Hobbes, eran desgraciadas, y tendía a juzgar el pasado con esas lentes. Lo suyo era muy parecido a cómo actúa el racismo. Los norteamericanos más racistas son los blancos pobres, porque aunque están en la mierda les proporciona una cierta satisfacción señalar a gente que está peor.

Tu premisa es que la civilización es una cura para dolencias que no existían antes de la civilización.

Mira la pandemia presente. En el mundo de los CR no había suficiente densidad de población para que se extendiese una epidemia. Lo que estamos utilizando ahora, distancia social, era natural para los forrajeros, que vivían en una densidad de población de una persona por kilómetro. Los defensores de la civilización suelen esgrimir los adelantos de las vacunas contra la tuberculosis o la gripe, olvidando que esas enfermedades infecciosas ni siquiera existían en la época de los CR. Lo mismo con las enfermedades cardíacas, la presión alta, la diabetes… Las mayores causas de mortalidad modernas no existían. Los CR no conocían las cardiopatías ni el desgaste dental. Las dolencias que sufrimos hoy en día aparecieron con la civilización.

Los neohobbesianos y malthusianos siempre esgrimen el experimento aquel de las descargas eléctricas anónimas para probar la “maldad” innata en el hombre.

Es una media verdad, como tantas otras, que si algo prueba es lo potente que es la Narrativa del Progreso Perpetuo. Cualquier dato que halles, si “prueba” tu narrativa, es incorporada y tragada por ella. Pero si esa información la cuestiona, se entierra. El experimento Millgram, pues así se llamaba, nació inspirado por los campos de la muerte nazis. Buscaba explicar cómo gente ordinaria había podido comportarse de aquel modo tan despiadado. Millgram montó esa serie de experimentos en universidades de los Estados Unidos para ver si la gente era capaz de infligir dolor al prójimo si así se les ordenaba. Lo que no se dice es que, de todas las sesiones, solo dos casos aceptaron infligir dolor sin reservas. Lo que hizo Milgram fue centrarse en esos dos casos, obviar el numeroso porcentaje de sujetos que rechazaron participar. Puro sesgo de confirmación. La desinformación de Milgram, y la ubicua narrativa neohobbesiana de que los humanos son crueles por naturaleza, han causado una enorme confusión. Pero la sociología de los desastres prueba que los humanos no se aprovechan del prójimo en las catástrofes, no violan ni saquean ni matan, sino que en una proporción altísima tienden a ayudar, y no solo a la propia familia. El fundador de la sociología de desastres afirmó que su investigación le había convencido de que la verdadera catástrofe era la vida diaria. La mayoría de gente con la que habló estaba convencida de que la catástrofe vivida era el punto álgido de su existencia: un momento en que pudieron ayudar, estuvieron conectados, le hallaron un significado a su vida, formaron parte de algo. Y tras aquello volvieron a la vida diaria, solos, desconectados, sin conexión con sus vecinos.

Ethical Problems - The Milgram Experiment

Qué coincidencia que algunos de los acérrimos defensores de la NPP vengan de las clases pudientes. Gente como Matt Ridley, que es un p*** vizconde.

Hace poco entrevisté a un profesor de Harvard llamado Daniel Lieberman, experto en fisiología y estudioso de los forrajeros, con el que coincido en muchos aspectos. Pero hubo un momento de la charla en que me dijo: “pero claro, por mucho que valore las sociedades de forrajeros, prefiero vivir ahora, cuando un tipo corriente como yo puede tener acceso a tecnología médica de última generación, y una casa, y dos coches…”. Tuve que decirle: colega, eres de todo menos un tipo corriente. Eres un profesor de Harvard que ha escrito ocho bestsellers del New York Times y gana medio millón de dólares al año. tienes acceso a esa tecnología médica, pero una gran parte del planeta no. Lo que hacen muchos de esos apólogos del NPP es comparar a la gente más afortunada del mundo con los cazadores-recolectores. E incluso así, los CR salen ganando en muchos aspectos. Lo que no hacen es comparar a la gente genuinamente corriente del mundo actual, los que no tienen acceso a las mismas cosas que el profesor Lieberman, con los CR. Porque esa gente no tiene cirugía bypass, ni quimioterapia, y tal vez preferirían vivir en una sociedad forrajera (para empezar, no sufrirían cáncer). Matt Ridley, que nació en un castillo y posee un puto banco, es el tipo de gente que te dice que el mundo moderno es la bomba y que todo lo pasado fue peor. Algo que también hacen Ridley o gente como Steven Pinker es escoger muy cuidadosamente la métrica a medir. En El optimista racional Ridley afirma que la vida nunca había sido mejor, y que hoy tenemos más “raquetas de tenis”, “rodajas de mango” y “misiles intercontinentales”, entre otras cosas.

Y velcro.

[ríe] Exacto. Me atrevería a decir que ninguna cantidad de velcro justifica la destrucción del medio ambiente.

Tú te quejas de ese tipo de optimismo sesgado por el progreso, pero podría decirse que tú también eres un optimista. Solo que por otros motivos.

No sé si soy optimista. No tengo hijos, así que puedo permitirme estar más relajado que otros respecto a algunos temas. Como decía al principio, creo que estamos en un río, nuestras opciones de cambio son limitadas. En ese sentido soy fatalista. Pero creo que podemos remar y dirigir la canoa hacia el lado izquierdo o el derecho del río. Y que, continuando con la metáfora, mientras vamos río abajo podemos al menos ver las rocas que se acercan y sortearlas. Hay cosas que sí podemos hacer dentro del contexto del mundo moderno. Escribí este libro para que la gente entienda lo que funciona para hacernos más felices y que nuestras vidas sean más gratificantes. Y el #1 es la comunidad. A raíz de la pandemia mucha gente ha perdido puestos de trabajo, sí, pero muchos de ellos, conocidos y amigos míos, me han dicho que odiaban esos putos trabajos y que jamás habían tenido el valor de abandonarlos. Lo que algunos están haciendo ahora es juntarse con amigos, reunir dinero, y mudarse a una gran casa conjunta. Otros están comprando pequeñas parcelas de tierra en Colorado, donde es muy barato comprar, en pequeños pueblos, lejos de todo. Uno no tiene dinero pero otro sí, otro no tiene hijos pero aquel sí, y todo el mundo ayuda a los demás en lo que puede. Esto no es una utopía futurista. Es algo que está sucediendo ahora mismo, y me parece una buena forma de vivir.

Suena razonable.

Sí, ¿verdad? Desde luego suena mucho mejor que vivir en la ciudad realizando trabajos absurdos y comprando mierda para intentar paliar la infelicidad. Toda crisis tiene un lado bueno. Es una opción para reconfigurar nuestras vidas, e inspirarnos en las vidas de los cazadores recolectores. Te diré algo alucinante que descubrí mientras me documentaba para este libro: el factor #1 que predice satisfacción vital y buena salud no es si eres fumador o no, ni si haces ejercicio o no, ni siquiera es tu peso o tu dieta… Es, sencillamente, si te sientes parte de una comunidad que te ama y te respeta o no. Si te sientes así, vivirás más y más feliz. Hoy en día, según la OMS, la sociedad más saludable del mundo es España. Un lugar donde, como bien sabes, se bebe en abundancia, se fuma… ¿Por qué la gente disfruta vidas tan longevas en España? Porque existe sensación de comunidad, muchísima más que en los Estados Unidos. La pandemia es una buena oportunidad para que nos replanteemos nuestras vidas para maximizar lo importante: la comunidad, la interdependencia, el respeto mutuo y la cooperación. Y abandonemos ya lo que no funciona.

Kiko Amat

(Esta entrevista la realizó Kiko Amat en exclusiva para Bendito Atraso, sin afán de lucro y por pura largueza, curiosidad y enormidad de espíritu. Divulguen la palabra todo lo que se les antoje, pero hagan el favor de citar la fuente)

Civilizados hasta la muerte: el precio del progreso - Ethic : Ethic

Cosas Que Leo #8: LA BRETXA, Anthony Cartwright

LA_BRETXA_Coberta

“- Això és un lloc de mala mort- li diu en Franco, i seu.

– Mai no t’havia sentit dir això d’enlloc. Hongria, els camps de refugiats, Sèrbia, quan vas tornar de Síria. Mai. Però per tu Dudley és el cul del món. Mira per la finestra. Fa una tarda assolellada a les Midlands angleses.

En Franco es queda un moment desconcertat, fins ara no li havia sentit mai cinisme, o ràbia, a la veu.

– Aquells llocs tenen una excusa, una raó per ser tal com són, però aquesta gent -diu en Franco.

– Ah, aquesta gent -diu ella-, aquesta gent. Nosaltres som una cosa i ells una altra. Aquest cony de gent.

Treu el cable dels auriculars de l’endoll. Abaixa el volum però li fa un gest perquè s’hi acosti i escolti. A la pantalla hi ha la cara d’en Cairo.

– Molta cosa ha desaparegut, l’han esborrat. El passat industrial. I molt cosa ha quedat amagada. L’important és que la gent d’aquí va construir el país que arribaria a ser. I ara valtres actueu… naltres actuem, com si fos alguna mena de vergonya tot plegat. La resta del país s’avergonyeix de naltres. Voleu que desapareguem d’una manera o una altra. S’acabarà amb camps, s’acabarà amb murs, ja ho veuràs, i no serà la meva gent que els construirà, Grace, seran els teus. Ja està passant, a la vostra manera carregada de bones intencions.”

La bretxa

ANTHONY CARTWRIGHT

Tigre de Paper, 2020 (publicado originalmente en inglés como The Cut, Peirene Press, 2017)

137 págs.

Traducción al catalán de Anna Llisterri

MICK GEGGUS (COCKNEY REJECTS): “¿Por qué el puto rock’n’roll tiene que ser tan serio?” (2013)

My holidays: Mick Geggus of the Cockney Rejects - NZ Herald

Siempre he sido fan de los Cockney Rejects. O “cuckni”, como se les conocía en mi pueblo natal (donde eran más populares que Elton John). Incluso en (mi) barbilampiña adolescencia mod me pirraban “Bad man” y New song”: compré el single (una de las grandes dobles caras A del punk rock) y lo escuchaba a todas horas. Me emocionaba “Bad man”; me emociona aún, de hecho. En muchos sentidos su sonido me parecía y parece aún más cercano a The Jam, Rudi o The Purple Hearts (mod ochentas musculoso, punk pop nuevaolero) que al elemento más limitado del Oi! (no es una teoría tan implausible; en muchas fotos de época se ve a Stinky Turner con camiseta de The Jam; aunque también de Nazareth, ahora que lo pienso). Los Rejects, en todo caso, eran divertidos, ruidosos, feroces, nada sospechosos de afiliaciones mefíticas (se zurraron más de una vez con neonazis de grada), insultantemente jóvenes (Stinky Turner empezó a cantar con la banda a los quince, menor de edad perdido), más de barrio que el Centro Social de Marianao y desde luego, en lo musical, los melódicos del género.

Realicé esta entrevista con Mick Geggus, guitarra y fundador de la banda, en el año 2013, cuando se estrenó East End Babylon, el documental sobre ellos. La realicé por fanatismo y amor al arte, y por alguna razón nunca vio la luz. Así que van a leerla en primicia, suertudos lectores.

Tras ver East End Babylon lo de los Sex Pistols parece una película Disney. Lo tuvisteis más jodido que el resto de grupos punks, quizás más que cualquier otra banda del período.

Obviamente lo tuvimos peor que la primera ola de punks de escuela de arte; ellos hacían posturitas y posaban y jugaban con temas violentos que estaban a kilómetros de distancia de la realidad de sus vidas de clase media, mientras que nosotros estábamos familiarizados con la violencia de una forma u otra desde edades tempranas. Era una parte cotidiana de venir de donde veníamos. Estoy totalmente en contra de la violencia innecesaria, pero en aquella época de nuestras vidas era necesaria a menudo, qué puedo decir. Ni lo apruebo ni lo rechazo, pero sigo estando orgulloso de la forma en que nos mantuvimos unidos y guardando las espaldas de los demás, compartiendo un vínculo que continúa hasta hoy.

Cockney Rejects - Discography

Vuestra historia está llena de errores de juicio. Salir en Top Of The Pops cantando el himno del West Ham, por ejemplo, casi acaba con vuestra carrera (e integridad física). ¿Haríais las cosas de otro modo hoy?

¡Por supuesto que lo haríamos de otro modo! Además de ser un producto de nuestro entorno, también éramos un producto de la época, y el prejuicio de clase abundaba en la industria de la música en ese momento. A menudo sentíamos (a veces correctamente, a veces no) que mucha gente, especialmente en los medios, nos miraba por encima del hombro, y eso nos cabreaba un montón. Si combinas juventud, temperamentos irritables, resentimiento de clase y un montón de bebidas alcohólicas y hierba, lo que obtienes es una mezcla de lo más volátil. De ahí lo de Top Of The Pops. Tuvimos peleas en cada concierto desde aquella aparición. No fue una gran idea.

Otras bandas del llamado Oi! sonaban igual de rabiosas, pero vosotros parecíais ser los únicos que lo pasaban bien. En el material de archivo se os ve como niños en plena jarana (hasta que se torció la cosa, quiero decir).

Lo pasamos en grande. Nos mofábamos de todo lo que se movía y arrastraba, incluso de nosotros mismos. ¿Cómo puedes no divertirte tocando la guitarra y dando botes en un escenario? Todavía me siento así cada vez que toco. También debes recordar que esta banda nunca se consideró Oi!. Éramos, simple y llanamente, una banda punk.

Una cosa que me encanta de los Rejects es que parecíais tener a todos los semanarios musicales en contra. La prensa de clase media os detestaba.

Mientras que la mayoría de las bandas se conformaban con recibir órdenes de compañías discográficas y se sentían tan privilegiados por que les ofreciesen una entrevista que estaban dispuestos a tragar con cualquier mierda y abuso de la prensa, nosotros éramos el polo opuesto. Nuestros padres nos habían educado para no tragar mierda de nadie. ¿Porque deberíamos soportarla de unos cuantos periodistas amargados?

CockneyRejectsSoundsEn el filme tu hermano y tú afirmáis que erais apolíticos, y que lo único que pretendíais era poner al West Ham en el mapa. Pero por narices teníais que tener alguna visión política, aunque fuese mero anti establishment, o rabia de clase.

Éramos apolíticos y punto. Nos hicieron pregunta estúpida tras pregunta estúpida sobre lo que considerábamos un tema totalmente aburrido, y siempre dábamos la misma respuesta: ¿Por qué el puto rock’n’roll tiene que ser tan serio? Si Joe (Strummer) y compañía querían pontificar y predicar, buena suerte, pero eso no era para nosotros. Tal vez las clases medias angustiadas sufrían algún tipo de auto culpabilidad que tenían que sacarse del pecho, pero nosotros no sentíamos esa carga. Y en cuanto a detestar a la policía, si tu pregunta iba por ahí, no era algo motivado políticamente. Los odiábamos porque era intrínseco en nosotros. Desde el nacimiento sabíamos que eran el enemigo, además de los hijos de puta que nos llevaban a comisaría.

Fútbol. Como deporte-escéptico, lo cierto es que no le veo el atractivo a la cosa. ¿Podrías darme algunos consejos prácticos para apreciarlo?

En aquella época el fútbol era el deporte definitivo de la clase obrera, totalmente irreconocible hoy en día. No se parecía en nada a esa máquina de dinero actual, cuando es una moda y un negocio, nada más. Las clases medias lo han tomado; ex seguidores de clubs de rugby y ejecutivos de bancos afirman que son fanáticos del fútbol de toda la vida. Mis cojones. Me gustaría verlos durante horas bajo la nieve en una grada helada en enero de 1977, por decir un año, para un pésimo partido de segunda. Imposible. Ahora el fútbol se ha convertido en una moda, una cosa del zeitgeist, si quieres llamarlo así, y parece que si no «amas» el fútbol ya no eres un enrollado. Pero no se trata de ser enrollado o no. El West Ham United nace de pertenencia, familia y tradición. Es un amor incondicional, o lo entiendes o no. Lo que seguro que no puedes hacer es comprarlo.

Sobrevivisteis a muchos ataques, pero no a aquella emboscada televisiva (donde os acusaron de ser de extrema derecha) y el posterior veto del ayuntamiento londinense, que os impidió tocar en la zona durante una temporada.

Una época horrible. ¿Por qué aquellos llamados “progresistas” de clase media estaban tan empecinados en destruir a un grupo de niños de clase obrera? ¿Acaso no éramos exactamente el tipo de gente que deberían estar defendiendo? Era una cuestión cosmética. Aquellos tíos eran venenosos, egoístas cabrones y presuntuosos que deberían agachar la cabeza de pura vergüenza por las mentiras que contaron sobre la banda. Los odiaré hasta que muera.

Por otra parte, sí habían algunos elementos inquietantes en los márgenes del Oi! Algunos de los cuales aún deben cojear tras la tunda que les metisteis en la batalla campal del Cedar Club, por cierto.

Siempre he detestado a esos cabrones y todo lo que representan. No voy a perder el tiempo aquí discutiendo sobre esos elementos, es un desperdicio de tiempo y espacio. Pero ten la seguridad de que en el Cedar Club les metimos tal somanta de palos que los que aún pululan por el planeta lo recordarán hasta el final de sus días.

Cockney1

¿Cuál es tu opinión sobre los graves incidentes de Southall en 1981 entre jóvenes asiáticos y el público, mayormente skinhead, de aquel concierto Oi!?

Yo sabía que algo malo iba a suceder en Southall, y traté de advertir a ciertas personas de que aquel concierto era una mala idea. Había sucedido no hacía mucho lo de Blair Peach en una manifestación antinazi [un manifestante asiático murió en manos de la policía], y las cosas estaban calientes. Por desgracia, nadie me escuchó, y un puñado de agitadores políticos (tanto de izquierda como de derecha) capitalizaron la situación y crearon lo que querían, un puto motín racial. Conozco a algunos de los chicos de las bandas implicadas, algunos de ellos siguen siendo buenos amigos más de treinta años después (como The Business), y te aseguro que eran sólo niños sin un miligramo de politización en sus cuerpos. Los utilizaron como carne de cañón (junto a otro montón de niños asiáticos) para impulsar una determinada agenda política. ¡Y te preguntas por qué odio la política!

Es innegable, insisto, que algunas bandas del Oi! tardío eran sospechosas. Y el fiasco de Nicky Crane, célebre miembro de Blood & Honour, apareciendo en la portada del recopilatorio Strength Through Oi!, no ayudó.

Como he dicho antes, no desperdiciaré espacio de esta entrevista hablando de esos tipos. Sé que algunos de los gilipollas que mencionas estaban involucrados en mierda de extrema derecha, pero nosotros ya estábamos a un millón de millas de todos ellos, tocando heavy metal del bueno.

Cockney Rejects 3 | POP ROCK PHOTOS

Ahora que lo mencionas, ese renacimiento como banda heavy resulta aún desconcertante.

No hay motivo para el desconcierto. Yo mismo, Jeff y Vince éramos fans del rock y el metal durante años, antes de que comenzara el punk. El primer álbum que compré fue Led Zeppelin II, seguido por el primer álbum de Queen. Compaginábamos cosas de Sabbath, Nazareth, Joe Walsh, Aerosmith y ZZ Top con cosas de punk, cuando llegó. Era todo música fuerte de guitarra. Para nosotros, el buen rock y el buen punk eran lo mismo. Además, si hubiésemos sacado otro álbum punk de relleno, sin creer ya en ello, hubiésemos sentido que estábamos estafando a los fans, algo que no estábamos dispuestos a hacer. Bandas como Pistols y Damned no supieron crecer y experimentar; por eso murieron. The Clash evolucionaron hacia el art-reggae, y habría sido un timo si hubiesen continuado regurgitando punk de segunda que, además, nunca iba a igualar la calidad de sus primeros discos, y lo mismo sentimos nosotros. Es solo que nos decantamos hacia lo que nos vino naturalmente: el metal. Esos álbumes, por cierto, están a punto de ser reeditados en una caja remasterizada que saca Cadiz Music. Estoy orgulloso de ellos.

Has mencionado a otras bandas punk. ¿Qué grupos te gustaban más en la época?
Sham 69 estaban bien, pero no me gustaba ninguno de los demás grupos de nuestra época. Lo que sí que nos encantaba era la primera ola: Pistols, Clash, Stranglers, Generation X… Me daba igual si sus credenciales de clase trabajadora eran un poco endebles, escribían grandes canciones y punto. Y por supuesto, nos encantaba todo el rock duro, como te decía antes:  los primeros Queen, Led Zep, Van Halen, Aerosmith … Siempre nos había gustado. Para nosotros todo era gran rock’n’roll. No distinguimos entre los dos.

Jimmy Pursey, de Sham 69, y Gary Bushell, vuestro manager. Dos viejos compañeros de viaje de los Rejects, solo que con carreras chocantes. Uno terminó de bailarín, el otro de columnista monárquico.

Jimmy era un chaval majo, de pueblo, de clase media, con mucha jeta y mucha ambición, quien creó una buena banda que a la vez no estaba preparada para toda la mierda (fútbol, ​​nazis, skinheads) que cayó sobre ellos. Finalmente los destruyó y Jimmy perdió contacto con la realidad a pasos agigantados. Sin embargo, siempre tuvo un buen corazón, y todavía le estoy agradecido por la ayuda que nos prestó a los Rejects al principio de todo. Garry Bushell es un chico de clase trabajadora del sur de Londres, un gran escritor y un buen hombre. Va por ahí con el corazón en la mano y siempre ha hecho todo lo posible por promover el punk rock desde las raíces. Ha sido un buen amigo durante 35 años y estoy orgulloso de conocerlo.

Documentary tells story of East End rockers the Cockney Rejects ...

La historia de Cockney Rejects es también la historia de dos hermanos. Resulta increíble que tú y Stinky os hayáis mantenido unidos a lo largo de toda una carrera.

Todavía nos peleamos por cualquier chorrada. Por supuesto que nos dábamos de hostias todo el día cuando éramos niños. ¿Qué hermanos no lo hacen? Pero seguimos siendo una familia muy unida, y doy gracias por de haber tenido el privilegio de tocar junto a uno de los mejores frontman que han salido del rock’n’roll. Y punto.

Tu familia: cuéntanos algo sobre tu madre y tu padre. Él era un tío duro local y portero de fútbol, ¿no es así?

No, el tío duro era mi abuelo, Jack, el padre de mi padre. Mi papá, Fred, era un hombre de pocas palabras, pero nunca se dejó pisotear por nadie en toda su vida, una filosofía que impartió al por mayor a sus chavales. Mi madre era una chica de la vieja escuela del East End quien era, y sigue siendo aún, la mejor madre que se puede desear. Y lo digo desde el fondo de mi corazón.

¿De qué manera dirías que tu barrio natal, el East End londinense, ha moldeado tu visión del mundo, actitud y ética?

El viejo East End nos hizo lo que éramos y lo que somos ahora. Aunque a veces podía ser un lugar peligroso, mucha gente vivía en base a un verdadero sentido de comunidad, y cosas como fiestas en la calle eran habituales para eventos de importancia nacional. Dicho esto, la calle donde yo nací contenía una buena proporción de hijoputas maliciosos, Y a pesar de eso, en esos días previos a internet y los móviles, nos montábamos nuestro propio entretenimiento callejero. Era una buena época para estar vivo (si bien algo espartana).

¿A quién culpas por la desaparición de viejas comunidades obreras como el East End?

Una vez más, a los políticos. Y culpo a uno en particular: Tony Blair. Ha existido inmigración gradual durante siglos en el East End y, en goteo, gente de partes pobres del mundo han establecido su hogar entre los indígenas, integrándose, intercambiando ideas, construyendo un vínculo común y un verdadero sentido de comunidad. Entonces, ¿qué hace ese basura? Abre las compuertas y permite que gente de todo el planeta inunden el lugar sin ningún tipo de control, alterando el frágil equilibrio que se había logrado mantener y haciendo que cualquier espíritu de comunidad compartida se rompa. Y todo por unos cuantos votos. No se puede culpar a nadie por venir aquí a buscar una vida mejor, pero, en mi opinión, ese idiota de Blair y sus compinches, en su odio a la tradición, buscaron deliberadamente destruir cualquier vestigio del sentimiento compartido inglés que sentía aquí gente de muchos orígenes étnicos, alienando a millones de personas en el proceso y creando guetos étnicos donde antes no existía ninguno. Si se suma a eso que Blair fue el proveedor de la mayor mentira de la historia moderna (las armas de destrucción masiva) y envió a muchos de nuestros jóvenes a morir en campos extranjeros sin razón alguna, si existiese verdadera justicia el hombre se estaría enfrentando a cargos de crímenes de guerra en La Haya, y a la perspectiva muy real de colgar de una soga. Y Cameron tampoco es mejor. ¡Políticos! ¡Me cago en ellos!

Una última pregunta: ¿Cuándo fue la última vez que estuviste en una pelea?

Hace mucho tiempo que no me lío a puñetazos. Tengo artritis en ambas rodillas y un músculo subraespinoso roto en mi hombro, por todos los años que pasé levantando pesas. Así que si alguien me molesta ahora lo único que hago es meterle una bala entre los ojos. Es broma, hombre.

Kiko Amat

(Esta entrevista se realizó en el año 2013. Es propiedad de Kiko Amat, pero él es un tío molante y seguro que se la presta si lo piden bien.).

Cosas Que Leo #7: JOLLY LAD, John Doran

Jolly Lad Doran

“There was dirt, horror and disfigurement everywhere I looked. But after one stiff drink I could leave the house; after two drinks the fear started lifting and after the third drink I’d feel like an artist. Or to be more precise, I would see the world through the eyes of an artist. And after five drinks, well, I could take my pick of them. On a good day I felt like Picasso. But there were all kinds of days. Imagine being Gustav Klimt in Hull, the golden light of the low winter sun at 3pm in the afternoon radiating along The Avenues. Imagine being Walter Sickert in Manchester, the violent brown and black smudges radiating from your feet and along canal towpaths. Imagine being Vincent van Gogh in St Helens, the sky ablaze with stars. That is something close to victory, something close to beating death.

They laughed at me and called me a piss artist. And how right they were. I was an aesthete with a broken nose in a stained shirt and inside-out boxer shorts, drinking the world beautiful.

When you drink constantly, you become numb, slipping down into a sub-life, a waking coma. You become a chaotic ghost that exists almost at one step removed from everything else. You float through the film of your own life. You see the sublime in the augury of fried chicken bones and tomato sauce cast upon the upper deck floor of a bus. You can divine a narrative among the finger-drawn doodles on the misted windows. You can feel your destiny in hundreds of individual condensation droplets on the glass turning red, then amber, then green.

Everything that you’d worried about a few hours previously… Where will I get the money from? What if he beats me up? Am I seriously ill? Am I dying? Have I got cancer? What will she say when I finally get home a week late? Will she cry when we eventually go to bed together? Will she pack her things and leave the next day? How near is death? What will it be like? Will I scream and cry? What is it like to die? And now, after some drinks, there is just the sweet sensation of your life passing you by with no struggle and no fuss. The rope slides through your fingers with no friction, just warmth as a balloon rises higher and higher out of sight. I have bottles and bottles and bottles and my phone is out of credit. A Mark Rothko night. A Jackson Pollock night…

This is the eternal holiday of the alcoholic. Once you create as much distance from your everyday life as you naturally have from orange tinted Polaroids of childhood caravan trips or stays in seaside hotels and Super 8 film reels of school sports days, then you start to experience your quotidian life like it’s the sunbleached memory of a happy event. You feel nostalgia and warmth for boring events that are unfolding right in front of you. You feel wistful about experiences that most people would find barbaric or gauche or unremarkable. You experience the epic, the heartwarming and the hilarious in post office and supermarket queues. You develop permanently rose-tinted glasses.

But there’s no getting away from it, after a while the strategy starts failing. You start seeing everything through the eyes of Francis Bacon, through the eyes of Edvard Munch, through the eyes of HR Giger… Your vision becomes stained and cracked.”

Jolly Lad

JOHN DORAN

Strange Attractor Press, 2015

295 págs.

Ring literario #18: Salman Rushdie vs. John Updike

Este es el penúltimo Ring literario que realicé para El Periódico de Catalunya. Ahora, y hasta nueva orden, no escribo para ellos, pero me encantará volver a hacerlo cuando los vientos soplen en otra dirección y encontremos the answer my friend y toda esa mierda, y las tarifas que se pagan a los escritores vuelvan a su estado previral.

Me gustaba mucho escribir allí, como me gustaba que me dejaran hacer lo que me dejaban hacer (cualquier locura, como atestigua el Ring Literario) y el intercambio de pareceres que tenía lugar con mi redactor jefe de entonces, Ramon Vendrell.

Me reí mucho escribiendo este ring, en concreto. Carcajadas, aunque me avergüence afirmarlo. Pocas cosas (en mi vida) me divierten tanto como escribir paridas monumentales y meterme con la cultura seria. Creo que también había un algo de «cuál es el límite de salvajada punible por la ley que puedo decir en prensa oficial sin que me llamen al orden». En el eden de libertad que era El Periódico, y a juzgar por este ring literario, tal límite no existía. O no me dio tiempo a cruzarlo (aquí se intuye que el aumento de violencia va a ser geométrico; quién sabe lo que podría haber dicho en el ring #20 que nunca escribí).

En fin. Aquí se lo dejo para que ustedes lo disfruten.

Días marcados con X

Esto es una pieza breve que escribí hace unos días para El País, por encargo, para su serie de escritores confinados. Me gustó escribirla. A pesar del título, no habla de los días straight edge que jamás tuve, sino de mis experiencias recientes con el virus, el calendario, mi pueblo, mi familia, el arte y todo lo demás. Espero que les guste. Hay que estar suscrito al diario para leerla, pero suscribirse es rápido y fácil. Y grateex.

Existe una versión más larga, con el doble de vicencias, comparaciones piyulis y recuerdos falseados, que les colgaré aquí un día de estos, si la cosa me pilla a mano.

Cosas Que Leo #6: A JOURNAL OF THE PLAGUE YEAR, Daniel Defoe

Plague year Defoe

“Another thing might render the country more strict with respect to the citizens, and specially with respect to the poor, and this was what I hinted at before: namely, that there was a seeming propensity or a wicked inclination in those that were infected to infect others.

There have been great debates among our physicians as to the reason of this. Some will have it to be in the nature of the disease, and that it impresses every one that is seized upon by it with a kind of rage, and a hatred against their own kind -as if there was a malignity not only in the distemper to communicate itself, but in the very nature of man, prompting him with evil will or an evil eye, that, as they say in the case of a mad dog, who though the gentlest creature before any of this kind, yet will fly upon and bite any one that comes next him, and those as soon as any who have been most observed by him before.

Others placed it to the account of the corruption of human nature, who cannot bear to see itself more miserable than other of its own species, and has a kind of involuntary wish that all men were as unhappy or in as bad a condition as itself.

Others say it was only a kind of desperation, not knowing or regarding what they did, and consequently unconcerned at the danger or safety not only of anybody near them, but even of themselves also. And indeed, when men are once come to a condition to abandon themselves, and be unconcerned for the safety or at the danger of themselves, it cannot be so much wondered that they should be careless of the safety of other people”.

A Journal of the Plague Year

DANIEL DEFOE

Dover Thrift Editions, 2001 (publicado originalmente en 1722; existe traducción al castellano en Impedimenta: Diario del año de la plaga)

186 págs.

*** Este libro es una relectura.

10 favoritos para Sant Jordi 2020

La introducción a la lista:

M., EL HIJO DEL SIGLO | ANTONIO SCURATI | Comprar libro 9788420437941Sant Jordi ya está aquí. Ding-dong-dang. Este año se parece más al chaval incomunicado de aliento exangüe que protagonizaba El chico de la burbuja que a la festividad gallarda y populosa y alcoholizada (esto último tal vez era solo yo) que conocíamos, pero el espíritu permanece. El espíritu es que hay que comprar libros para que los escritores podamos mantener nuestro tren de vida de pantalones de pijama 100% algodón, café molido y post-its. Y así escribir más libros.

En realidad, este año hay que comprar más, por las circunstancias onerosas en las que nos hallamos, para apoyar a las librerías, los editores y esa raza subterránea y huraña que, con sus artes arcanas, mantiene todo el tinglado en movimiento: los escritores. No importa si el ejemplar llega unos días tarde o lo tienen que recoger en junio. Este es el momento de put your money where your mouth is, como dicen los ingleses, y echarle una manita a ese sector que tantas alegrías les ha dado.

Ustedes comprenderán que hay que comprar libros buenos, en la medida de lo posible. El escritor más grande de la historia (me refiero a William Shakespeare, no a mí, pero entiendo la confusión) no nació el 23 de abril y se dejó las cejas y gran parte de su otrora selvático tupé escribiendo la obra más incomensurable conocida por el hombre, para que ahora adquieran ustedes las memorias del último ganador de La isla de los famosos (aunque seguro que son menos insípidas, y desde luego más amenas, que algunos premios literarios recientes).

En todo caso, ustedes buscan recomendaciones literarias, yo tengo recomendaciones literarias… (estoy cruzando los dedos de ambas manos, aunque ustedes no puedan verlo). Mis favoritos para el Sant Jordi profiláctico y ventolinesco del 2020 son los 10 de aquí abajo. Son todo novedades del año en curso, excepto Cometierra, que es del 2019 pero no entró en ninguna de mis listas del año (se demoró en cruzar el Atlántico). Si desean una lista completa de mis favoritos del año pasado vayan de inmediato a mi video de Mejores del 2019. Y léanlos cuanto antes puedan.

¿Van estas 10 maravillas en orden de preferencia? (escucho que me preguntan en ensordecedor coro). De aquella manera. El primero me gustó más que el último, aunque en medio hay mucha zona de empate, y a fin de cuentas todos me gustaron cosa mala. Por eso están aquí. Incluyo explicación breve y link ajeno en aquellos que no hayan aparecido en los meses previos en mis Cosas Que Leo o entrevistas a go-gó.

La lista propiamente dicha:

La extranjera - Durastanti, Claudia - 978-84-339-8061-8 ...

1) Noche cerrada, CHRIS OFFUTT (Sajalín editores)

2) Los nuestros, SERGUÉI DOVLÁTOV (Flugencio Pimentel)

3) La extranjera, CLAUDIA DURASTANTI (Anagrama / L’Altra)

4) M, el hijo del siglo, ANTONIO SCURATI (Alfaguara)

Una memoria novelizada, literaria, de los primeros años de la lucha por el poder de Benito Mussolini, Il Duce. Les tiene que interesar el fenómeno del fascismo o las memorias trepidantes, si no ni se acerquen, claro. Y los libros grandes: 805 págs, aunque en verdad les digo que no le sobra ni una. Un libro que es todo energía feroz y urgencia al galope y violencia expeditiva, como el perverso hombre que lo protagoniza. Se preveen dos entregas más, así que ya pueden ir colgando nueva estanteria (mejor que sea reforzada)

5) Cometierra, DOLORES REYES (Sigilo): Uno de mis libros preferidos del año pasado. 173 páginas de la prosa más cruda y precisa que se puede encontrar en la actualidad. Muertos y visiones y golpes y furia. En capítulos muy cortos. Frases que son hostias, sin redobles ni adverbios sobrantes. Todo apretao. Una historia sensacional, vibrante, durísima, de feminicidios y barrios chungos. Soy muy fan de Cometierra.

Cometierra - Dolores Reyes - Editorial Sigilo

5) El libro de Sarah, SCOTT McCLANAHAN (Reservoir Books)

6) La caja negra, ALEK POPOV (Automática editorial)

7) La bretxa, ANTHONY CARTWRIGHT (Tigre de Paper)

Una de las sorpresas del año. Un libro brevísimo (135 págs.) de ira y desafección working class norteña que es como This sporting life en la era Brexit y en las Midlands. Es una novela que afronta un problema social, sí, pero no se trata de un tratado ni un panfleto, ni la típica novela sacada a toda prisa por periodista cultural para aprovechar tema candente. A mí me recordó fuertemente a The Football factory de John King, un libro que parecía hablar de violencia hooligan pero que hablaba de muchas otras cosas. El recomano fortament (está en catalán, por si no se han dado cuenta aún).

8) Mis cien demonios, LYNDA BARRY (Reservoir Gráfica)

Un gran cómic de «autobificcionalografía» virulenta. Solo por las tiras del capítulo «Odio» (ver ilustración; he colgado las viñetas originales, pero el cómic está traducido al español), ya merece la pena. Lynda Barry es una artista norteamericana de ascendencia irlandés-filipina y padres de mierda. Si les gustan las memorias no nostálgicas y no melindrosas de friquis resentidos y proto-homicidas (pero al final sensibles y dañados), esto es para ustedes. Desde luego es para mí.

9) Desnudo en Garden Hills, HARRY CREWS (Dirty Works)

Nick Hornby dijo que «un episodio promedio de Los Simpson es más inteligente que una novela promedio de Flaubert». Yo les digo que un libro de la gama media de Harry Crews es mucho más interesante, y está más lleno de vida y furia y rabia, que el mejor intento de autoficción estudiantil urbana moderna. Desnudo en Garden Hills, de 1969, no es el mejor libro de Nuestro Harry (aunque fue su favorito durante mucho tiempo), pero está lleno de imaginación enloquecida, vidas desesperadas, explotaciones mineras, freaks de todo pelaje, un pavo MUY gordo, un diminuto jockey negro (lesionado) y una mulata que se ganaba la vida fumando cigarrillos con el papo. Si ustedes son tan crewistas como yo, deberían adquirirlo sin pensar, como un reflejo automático del sistema nervioso central. Kiko Amat

Libro-Postal-Desnudo.jpg

Cosas Que Leo #5: CIVILIZADOS HASTA LA MUERTE, Christopher Ryan

Ryan_CivilizadosHastaLaMuerte

“A menudo tengo la impresión de que estamos progresando hacia una manifestación moderna de nuestro pasado lejano, o hacia un precipicio. Nuestras desesperadas peregrinaciones van en busca de un hogar muy parecido al hogar que abandonamos cuando salimos del jardín y comenzamos a cultivar la tierra. Puede que nuestros sueños más apremiantes no sean más que el mero reflejo del mundo tal como era antes de que nos quedásemos dormidos.

Tal vez nos estemos acercando a la llamada singularidad, donde nuestros cuerpos atrofiados por el confort se funden en las pantallas que miramos la mayor parte de nuestras vidas. O tal vez la colonización de otros planetas permitirá que nuestros descendientes habiten en cúpulas lejanas patrocinadas por Apple, Tesla y Caesar’s Palace. Si, como [Maynard] Keynes, esperabais un mundo igualitario de plenitud compartida y tiempo libre a raudales en el que disfrutar de la compañía de vuestros seres queridos, pensad que nuestros antepasados ocuparon un mundo muy parecido a ese hasta la aparición de la agricultura. Lo que vino a llamarse “civilización” surgió hace unos diez mil años, y desde entonces hemos estado progresando para alejarnos de él.

Cuando uno avanza en la dirección equivocada, el progreso es lo último que necesita. El “progreso” que define nuestra época a menudo se parece más a la progresión de una enfermedad que a su curación. la civilización a menudo parece estar tomando velocidad con la misma vertiginosidad con la que desaparecen las cosas por el desagüe. ¿Acaso la feroz creencia en el progreso es una especie de analgésico, un antídoto de fe en el futuro para un presente cuya contemplación resulta demasiado aterradora?”

Civilizados hasta la muerte; el precio del progreso

CHRISTOPHER RYAN

Capitán Swing, 2020 (publicado originalmente como Civilized to death: The price of progress, 2019)

No ficción.

287 págs.

Traducción de Lucía Barahona.

La canción del viernes #54: BB SIN SED Perder la fe

Los tres primeros discos de BB Sin Sed me pirran. Este hitacle inapelable es del segundo, Sed de sed (Tres Cipreses, 1989). Me recuerda mucho a otro favorito juvenil mío, el «Sufro por ti» de La Granja.

Bb Sin Sed no eran favoritos juveniles míos, exactamente, porque a pesar de que sonaban todo el día en los garitos playeros del Baix Llobregat, y cada vez que ponían una canción suya yo notaba como mi pie derecho se disparaba en traicionero compás, en mi adolescencia yo le otorgaba una importancia capital a determinados asuntos estéticos (no hablo solo de ropa; hablo de conceptos) y en aquel momento me resultaba imposible ignorar el aspecto Pantalones De Cuero de la banda. Para mi aquello era, precisamente, una cuestión de fe. O creías en los jarales de cuero o no. Yo pertenecía a la segunda opción. BB Sin Sed no solo eran de la primera, y por tanto no escondían su querencia por ese particular modelo de pantacas, sino que encima cantaban sobre ello sin complejos (en «A ella no le gusta el rock’n’roll»: «querías hacerme el cuero dejar». Auch).

A los pocos años se me pasaron las manías. Desde entonces me dio igual si llevaban pantalones de cuero, trajes de lagarterana o lederhosen bávaros. Yo no les hice el cuero dejar. Y todavía me pirran (y escucho a menudo) esos tres primeros discos. Y BB Sin Sed, para colmo, eran del Vallès, vecinos de extrarradio, y por tanto primos espirituales.

El músico pop Miqui Puig (del Vallès massive) comparte mi debilidad por ellos (a él el asunto leather pants le importaba un carajo ya entonces), como demostró al versionar «Fenomenal» en el EP Homenaje a Barcelona (2010) y cantar las virtudes del del Casa Doce (Discmedi 1991) cada vez que era interpelado (sobre eso o cualquier otra cosa).

Bill Withers (RIP) was good to me

Hace unos días falleció BILL WITHERS, uno de mis soulmen favoritos. No escribí nada sobre él porque ya lo escribí hace unos años (cuando aún vivía), y la cosa me quedó bien. No tengo mucho más que decir sobre él que lo que ya dije allí, más allá de que, naturalmente, lamento su muerte y es una puta pena que ese gran tipo ya no esté respirando en el mundo.

El artículo salió en la revista Rockdelux #280, en enero del 2010, y yo la colgué en el blog de mi antiguo fanzine La Escuela Moderna al mes siguiente. Todavía pueden leerlo, gracias a algún tipo de sustancia alquímica que lo mantiene indeleble. Es este de aquí.

PARAÍSO: el disco perdido de la nueva ola madrileña (una entrevista)

Esto es una charla que fue concebida para ser realizada en directo, en un bar de toda la vida, con dos ex miembros de Paraíso, Fernando «El Zurdo» Márquez y Mario Gil, con ocasión del lanzamiento de su «disco perdido» (colección de maquetas) por Munster Records. Cuando arreció la crisis del Covid y se cancelaron los viajes nacionales, y con ellos mi billete de AVE, la charla se sustituyó por su pariente menos glacial y antipático, el videochat.

Cuando incluso el videochat demostró ser una inalcanzable quimera tecnológica, un ensueño futurista, este su escritor favorito se resignó a mailearles a los dos paraiseros una prolija selección de preguntas por escrito.

Y aquí tienen el resultado, en mi opinión altamente satisfactorio (considerando lo accidentado de los pasos previos), de nuestro intercambio de preguntas, respuestas, contrapreguntas y etc. Se publicó en Babelia de El País. Espero que les guste.

Cosas Que Leo #4: LA CAJA NEGRA, Alek Popov

la-caja-negra-alek-popov

“Un inmigrante no puede decir “no”. Después habla de sus alumnos en Bulgaria: los chavales, como los llama [mi padre]. No sería lo mismo sin ellos… Por supuesto, siempre podría poner el régimen como excusa y todos lo entenderían. Las relaciones con los comunistas nunca han sido fáciles. Pero, ¿acaso no es cierto que a pesar del comunismo ha conseguido ser quien es en estos tiempos, lo cual hace su éxito aún más auténtico? Además, los regímenes cambian… Le oigo mencionar el nombre del líder soviético Gorbachov, pero toda mi atención la acapara una chica con un piercing en el ombligo. Es la primera vez que veo semejante maravilla. La anilla brilla deslumbrante sobre su barriguita redondeada. Me quedo boquiabierto. Siento que retrocedo cien mil años en la evolución. ¡Qué Gorbachov ni qué perestroika!

Mi padre no nota nada.

Ahora pienso: hombre, pues si hubieras visto aquel piercing, tal vez ahora estarías en otro lugar y no en la puñetera caja. La vida no son solo integrales, hipotenusas y vodka. Aunque ya es tarde para aleccionar a mi padre. Es tarde para empezar a conocerlo. ¡Ni siquiera podemos tomar una cerveza juntos! Se acabó lo que se daba. Porque él está en la caja, tan pancho, y ya no le importa nada. Es decir… sus cenizas. En cuanto a su alma, no lo sé; tal vez recorra Estados Unidos montada en una Harley Davidson invisible y chille de alegría:

– ¡Me he escapado! Fuck! Fuck! Fuck!

Nosotros, sin embargo, aquí seguimos: en cuerpo y alma. Para colmo, la compañía de seguros se niega a pagar la prima. Exigen un análisis de ADN. Pero el cadáver ya está cremado. Los cabrones saben que estamos lejos y no podemos hacer prácticamente nada. Perdemos cerca de cien mil dólares.

Esto ocurrió hace quince años.”

La caja negra

ALEK POPOV

Automática Editorial, 2020 (publicado originalmente en búlgaro en el 2014)

316 págs.

Trad. de Viktoria Leftérova y Enrique Maldonado.

Ring Literario #17: Bret Easton Ellis vs. David Foster Wallace

Uno de mis rings predilectos. Este de aquí. No por el pique como tal, que es una nadería, sino por mi texto (se nota que lo pasé particularmente bien escribiéndolo). Donde Bret Con Una T realiza el equivalente de mingitar (de noche) sobre la tumba del enemigo al calumniar a su difunto rival, DFW, por p*** Twitter.

Como siempre, en El Periódico de Catalunya.

Por cierto: se me empiezan a terminar los piques literarios históricos. Lanzo desde aquí una invitación a todos los escritores, especialmente los españoles, para inaugurar algún pique nuevo, desenterrar algún agravio generacional, rememorar odio ancestral a vaca sagrada, por nimios que sean.

Cosas Que Leo #3: THE SORROW OF WAR, Bao Ninh

Bao

“Kien read and re-read the letter. His hands trembled, tears blurred his eyes. Can was no more. The military police had found his rotten corpse. Only his skeleton was complete, like that of a frog thrown into a mudpatch. Crows had pecked away Can’s face; his mouth was full of mud and rotting leaves.

‘That damned turncoat, he really stank,’ said the military policeman who had buried Can.

His eye-sockets were hollow, like trenches. in that short time moss and slime had already grown over him. The MP had gagged, spitting at the memory.

No one spoke of Can again. No one bothered to find out why he had died, whether he was killed, or had just exhausted himself in the jungle, or whether he’d committed suicide. No one accused him, either.

The name, age and image of someone who’d been every bit as brave under fire as his comrades, who had set a fine example, suddenly disappeared without trace.

Except within the mind of Kien. Can’s image haunted him every night, returning during the night to whisper to him by his hammock, repeating the final, gloomy lines he’d spoken by the stream. The whisper would turn to a suffocating gasp, like the sound of water blocking the throat of a drowning man.

‘…my soul swims away from my body…’

Kien recalled Can’s voice. And each time Kien knelt in prayer before the platoon’s altar to the war martyrs Kien would whisper a word for Can’s soul, the soul of a mate who had died in humiliation, uncared for and misunderstood, even by Kien”.

The sorrow of war

BAO NINH

Vintage Classics 1998 (originalmente publicado por Martin Secker & Warburg, 1993. Publicado en España como El dolor de la guerra, Ediciones B, 2005)

227 págs.

Versión inglesa de Frank Palmos, de la traducción original del autor.

SCOTT McCLANAHAN: «En la novela actual tendría que haber mucho más reventado de granos»

Mi entrevista con SCOTT McCLANAHAN, autor del potentísimo El libro de Sarah (Reservoir Books, 2020), vértice improbable donde se encuentran David Gates, Larry Brown, Joe Pernice y un pellizco de Palahniuk.

Me encantó la novela, en breve la verán en Cosas Que Leo.

Admitan que el titular de la entrevista es un reclamo imposible de rechazar.

Como sospechan, es para El Periódico de Catalunya. En unas semanas les colgaré la charla íntegra, como es habitual.

Cosas Que Leo #2: LOS NUESTROS, Serguéi Dovlátov

Los nuestros

“Por la noche no pude más y le dije:

– Lena, tenemos que hablar. Me parece que debemos aclarar algunas cosas. Está ocurriendo algo extraño. Tengo que hacerle unas cuantas preguntas delicadas. ¿Me permite que se las haga sin ambages?

– Le escucho -dijo.

Sereno el rostro. Como el dique de una prensa hidráulica.

Le pregunté:

– Dígame. ¿No tiene usted dónde vivir?

La dama se ofendió un poco. O mejor dicho, manifestó una leve sorpresa:

– ¿Cómo? Tengo un piso en Dáchnoye. ¿Por qué?

– Por nada… De hecho… Me parecía qué… No sé, creía… Entonces, otra cosa… Entiéndame bien, como amigo… Le pido mil excusas… ¿Puede que yo le resulte atractivo?…

Se hizo una pausa. noté que enrojecía. por fin dijo:

– En lo que a usted se refiere, no tengo nada que objetar.

Con esas mismas palabras. Literalmente, “nada que objetar”.

Se hizo una nueva pausa, aún más espesa. En mi caso. la muchacha rebosaba paz. Su mirada era dura y fría, como el vértice de una maleta.

Me quedé pensativo. ¿Podía ser que aquella calma se elevara por encima de las diferencias sexuales? ¿Más allá de la predisposición biológica hacia los hombres? ¿Y de la idea misma de cohabitación permanente?…

– Una última pregunta. pero no se enfade. Y si me equivoco, olvídese de lo que he dicho… En resumen, se me ocurre pensar… ¿No será usted, por casualidad, funcionaria del Comité para la Seguridad del Estado?…

Cualquiera sabía. para bien o para mal, yo era persona conocida y de natural incontinente. Bebía bastante. Siempre hablaba de más. En Onda Alemana se había hablado de mí… ¿No me habrían asignado, como disidente primerizo, a esta fantástica criatura? …”

Los nuestros

SERGUÉI DOVLÁTOV

Fulgencio Pimentel, 2020 (publicado originalmente en 1983; disponible también en catalán como Els nostres, Labreu Editorial, traducido por Miquel Cabal Guarro).

188 págs.

Traducción y epílogo de Ricardo San Vicente. Edición de Tania Mikhelson y Alfonso Martínez Galilea.

Cosas Que Leo #1: NOCHE CERRADA, Chris Offutt

noche cerrada

«Tucker asintió y siguió conduciendo. A Rhonda le hormigueaba la tripa como una botella de soda sacudida. Llevaba años soñando con huir de aquella casa y de aquel valle, pero no pensaba seguir el ejemplo de sus hermanas: casarse con el primer chico que se presentara asegurándose de quedarse preñada. No, de eso nada.

Una parte de ella deseaba que Tío Boot no fuese su tío, así Tucker lo podía haber matado sin miramientos. Había deseado su muerte desde el día en que empezó a frotarse contra ella, como por accidente, por la casa, retirándose al momento como si ella fuese la culpable. Rhonda nunca se lo había contado a nadie porque sabía que nadie iba a creerla, y dormía con un picahielos oculto bajo la almohada. Ahora se había largado, era libre. Se quitó las horquillas y se las enganchó al cuello del vestido para no perderlas. Sacó la cabeza por la ventanilla y entornó los ojos contra el viento. Su cabello fluyó como líquido en el aire. Nunca se había sentido tan bien».

Noche cerrada

CHRIS OFFUTT

(Sajalín editores, 2020; publicado por primera vez en 2018 en Estados Unidos por Grove Press)

243 págs.

Traducción de Javier Lucini, 2020.

Cosas Que Leo (una introducción)

Foto llibres Cosas que leo

Leo mucho. Esa es la verdad, y ni siquiera lo digo para jactarme de ello. Leer todo el rato es algo que hago desde hace mucho tiempo y que sucede quiera o no, como la gripe o las visitas de parientes.

Por lo mucho que leo mucha gente me pide recomendaciones, más allá de las implícitas en los artículos y entrevistas y listas de favoritos para Navidad y Sant Jordi que redacto. Los entusiastas me asaltan por la calle, algunos de ellos desnudos, otros mostrándome sus pústulas, y no cesan en su empeño hasta que les señalo aquel disfrutable nuevo ejemplo de Young Adult Fiction, aquel rarísimo ejemplar de novela bohemia del Soho o el enésimo e iluminador nuevo análisis sobre adolescencia o nazis (o ambas cosas juntas). Me siento un poco como Jesucristo, pero sin los poderes molones. A veces todo esto resulta un poco fatigoso, y debo decir que demora considerablemente mi periplo de ida y vuelta al mercado del barrio.

Por ello he decidido crear una nueva sección, que juro mantener en la salud y en la enfermedad. Se llamará Cosas Que Leo, porque no hace falta que los escritores metamos ingeniosidades y dobles sentidos en cada puta frase. Cada lunes y viernes les colgaré un libro que recomiendo, portada y párrafo seleccionado, nada más. Solo colgaré lo que me gusta o me ha parecido memorable. Empezaré mañana, viernes 2 de abril del 2020 (veinteavo día de confinamiento por plaga). Continuaré el lunes siguiente, y de allí a la eternidad.

El lector hallará en mi selección semanal numerosas omisiones y lagunas. Faltarán algunos autores premiados, Literatos Respetados, libros del año de suplementos literarios que nadie lee pero aparentemente son fabulosos, libros que solo hablan de otros libros, libros de Alta Literatura que han matado a peña de aburrimiento, y aquel nuevo Bright Young Thing del que todo el mundo habla pero que tiene menos sustancia nutritiva que un Burmar Flash y menos futuro que el Sid Vicious del Chelsea Hotel. Algunos de esos libros no aparecerán porque, con franqueza, ni los leí ni pienso hacerlo. Los evité como uno evitaría un charco fangoso. Otros fueron leídos, subrayados y, con los ojos firmemente entornados, abandonados a tiempo y clasificados para siempre en Papilla Sobrevalorada Que Leí Para Confirmar Lo Que Sospechaba Desde Un Principio. En resumidas cuentas, he decidido no aburrirles con las montañas de novelas y libros de no ficción que no pasan la prueba lectora y concentrarme en lo que me asombra y me hace disfrutar (a veces padeciendo). Soy un Hombre Que Lee, no un Hombre De Letras. Existe una diferencia, y es honrosa.

Con el tiempo, el lector verá que de la selección emerge no solo un gusto, que tal vez coincida con el suyo, sino también un patrón. Pues soy un lector disciplinado, curioso y metódico (mi mujer diría algo mucho más feo de repetir). Si observan la fotografía de aquí arriba entenderán de lo que hablo. Se trata de la pila de libros que leí en el último mes y medio o dos meses, aproximadamente (no aparecen el 10% de manuscritos que leí en Kindle, borradores que me envían amigos y desconocidos, ni los libros que , simplemente, no eran de mi gusto y abandoné al primer adverbio de más).

Como pueden observar, cada cuatro novelas hay un libro de no ficción; cada tres o cuatro libros traducidos o en castellano/catalán original hay un original inglés (o el porcentaje inverso); cada decena de libros hay un cómic (a veces el lapso se reduce); cada quince novelas hay una de PG Wodehouse (una costumbre sanadora que hace años que mantengo); muy de vez en cuando, algo de poesía o teatro (inglés). Desde hace poco, también libros de Young Adult Fiction (juveniles) modernos, seleccionados. Las lecturas combinan clásicos, novedades, oscuridades, obras que siempre quise leer y al final me puse a ello, cosas extemporáneas que decidí recuperar por el bien de todos, y también alguna relectura gozosa (Dispatches, en este caso). No me gustaron todos los que leí, pero sí me gustaron los que irán apareciendo en la sección.

Por último, como tal vez ya sepan, carezco de redes sociales de ningún tipo, más allá del molesto y a la vez asquerosamente útil WhatsApp. Por tanto, les agradeceré si difunden, tuitean, instagramean o facebookean las selecciones que hayan sido de su agrado, o que les hayan lanzado de cabeza a la librería más próxima. Kiko Amat