Cosas Que Leo #17: VOX, Nicholson Baker

Vox Baker

“As I was driving home I was so stiff from owning this pre-enjoyed book that once when I was stopped at a stoplight and I saw a woman in my rearview mirror I made a very small clit-circling motion with my fingers on the roof of my car, despite the bird droppings up there -the idea that she might notice and understand what this motion meant made me feel faint with excitement- but she was expressionless. Anyway, I took the book home and read it, and you know what? it was good! Not only did it give me a partial erection on two occasions, I actually got tears in my eyes toward the end! It’s about a man and a woman in a cabin in the woods. He’s a klutzy scientist, she helps him get less klutzy and finally gets him to shave off his beard and it turns out that when he’s cleaned up he’s irresistible and despite being unschooled in the ways of love he is successful in bringing her to a fever pitch. Good stuff. I mean I won’t probably reread it very soon, but when you think of some of the stuff that passes for highbrow these days, you’ve got to admire it for hanging back so humbly in the genre category. But never mind that. I finished the book, and I pictured the woman who owned the book finishing the book, with her normal flannel nightgown on -she switches out the light, she closes her eyes, she switches on the alarm- and then I turned the last page of the book, and there were more pages, there were four or five pages of promotion, upcoming titles, etcetera, and I turned to this one page. You ready? I’m going to read it to you. It says, ‘You’ll flip… your pages won’t! read paperbacks hands-free with BOOK MATE I. The perfect “mate” for all your romance paperbacks. Traveling, vacationing, at work, in bed, studying, cooking, eating’. Did you hear that ‘in bed’ in the middle there? It’s squirreled away in a non-sexual list, legitimized, like those gigantic massager wands that are always accompanied by catalog copy that talks about relieving aching muscles and lower back pain, when what we’re all really talking about is women making themselves come in bed.”

Vox

NICHOLSON BAKER

Granta, 1992 (publicado en españa por Alfaguara, 1992)

169 págs.

DAVID LODGE: «En los años setenta, el infierno desapareció»

Ya pueden leer mi reciente entrevista con el autor británico David Lodge. Impedimenta acaba de reeditarle Almas y cuerpos (How far can you go? en el original), de 1980.

El texto me quedó divertido. Él parecía de mal café (la prensa inglesa no siempre le ha tratado bien; sospecho que va a las entrevistas con ánimo de condenado a la guillotina), pero las respuestas tienen la esperada enjundia.

Espero que les guste, de cabo a rabo. Me agradó inaugurar la pieza con una pequeña  invectiva anti-católica. Toda retribución, por pírrica que sea, es poca para los hijos de la violencia de los colegios católicos.

Covid-19: vuelven los ochenta

Ayer domingo 24 de mayo, mientras me bebía una tall boy en un parterre del Arc de Triomf, rodeado de patinetes y bicicletas, recibí varios mensajes y notas de voz de peña que me decía que se lo había pasado chupi con un artículo mío.

El artículo era una pieza de crónica en primera persona que escribí para El País Cataluña. Me encantaría decirles que lo petó, pero en realidad no tengo manera de calibrarlo, más allá de lo que me dice la gente. Y en este caso se ve que sí, que circuló dichosamente de boca en boca y móvil en móvil.

(Última hora: acabo de ver de pura chiripa que sale en Lo más Leído de El País. Gracias, peña).

El artículo se llamaba Covid-19: vuelven los ochenta, y el título era autoexplicativo, como uno de Morrissey. Espero que les guste y lo difundan.

Cosas Que Leo #16: DIARI DEL TOT VERÍDIC D’UN INDI A MITJA JORNADA, Sherman Alexie

Diari indi Alexie

“Quan va morir l’àvia, només tenia ganes d’entrar al seu taüt a fer-li companyia. Quan el millor amic del meu pare va rebre un tret al cap, vaig pensar que potser aquell era el destí que m’esperava a mi també.

Si tens en compte la quantitat d’indis Spokane joves que han mort en accidents de cotxe, tinc tots els números per morir en un accident.

Hosti, pocs anys que tinc de vida i d’enterraments ja n’he vist una bona colla.

Tinc catorze anys i he anat a quaranta-dos funerals.

Vet aquí la diferència més gran que hi ha entre els indis i els blancs.

Tinc alguns amics blancs de l’insti que han enterrat a un avi. I alguns altres que han perdut un oncle o una tieta, A un se li va morir un germà de leucèmia quan feia tercer.

Però no hi ha ningú que hagi anat a més de cinc enterraments.

Tots els meus amics blancs poden comptar la gent que se’ls ha mort amb els dits d’una mà.

Jo els puc comptar amb les mans, els peus, les cames, els ulls, les orelles, el nas, el penis, les natges i els mugrons, i ni així no hi arribaria.

I, ¿sabeu què és el pitjor de tot? ¿el més trist? Que un 90% van morir per culpa de l’alcohol.

En Gordy em va deixar un llibre que havia escrit un rus que es deia Tolstoi que deia: “Totes les famílies felices s’assemblen; cada família infeliç ho és a la seva manera”. Mira noi, em sap greu portar la contrària a un geni rus, però Tolstoi no coneixia cap indi. i no sabia que totes les famílies índies són infelices exactament pel mateix motiu: el coi de la beguda.

Sí senyor, omplo la copa en honor del Tolstoi aquest i li recomano que es repensi més bé l’autèntica definició d’una família infeliç.

Ja ho veig, ara deveu estar pensant que parlo com un amargat del dimoni. Teniu raó: parlo com un amargat. I us diré perquè.”

Diari del tot verídic d’un indi a mitja jornada

SHERMAN ALEXIE

Edicions de 1984, 2014 (publicado originalmente en inglés como The Absolutely True Diary of a Part-Time Indian, 2007. La versión en castellano es El diario completamente verídico de un indio a tiempo parcial, Siruela 2009)

238 págs.

Trad. de Yannick Garcia

**** Este es otro de mis proyectos. Leer más novela juvenil / Young Adult fiction. Es un proyecto parcialmente político, también. Los Críticos Literarios Altamente Considerados (como los llama Nick Hornby) suelen odiar o ignorar los libros juveniles, porque cuentan cosas importantes en un lenguaje sencillo, son breves y en ellas no suelen aparecer novelistas adúlteros de mediana edad que discuten de Sartre y Godard mientras comen platos finos. Y, para colmo, gustan a todo el mundo, no solo a unos cuantos rancios con coleta. Esa, para mí, es razón suficiente para dedicarles mayor atención. Desde ahora leeré un par de novelas juveniles al mes, mínimo, y ustedes las irán viendo aquí.

Cosas Que Leo #15: GRANDES ESPERANZAS, Charles Dickens

Expectations Dickens

“El plan educativo o curso establecido por la tía abuela del señor Wopsle puede resumirse en la siguiente sinopsis. Los alumnos comían manzanas y se metían mutuamente pajas en la camisa y la espalda, hasta que la tía abuela del señor Wopsle reunía sus fuerzas y les atizaba unos cuantos palos de ciego con una vara de abedul. Después de recibir la acometida con una rechifla general, los alumnos se alineaban y, en medio del mayor alborozo, se pasaban de mano en mano un libro destrozado. El libro contenía un alfabeto, unas cifras, unas tablas y unos ejercicios para deletrear; mejor dicho, los había contenido. Tan pronto como este volumen empezaba a circular, la tía abuela del señor Wopsle caía en un estado comatoso a causa del sueño o de un acceso de reumatismo. Los alumnos, entonces, se ponían a estudiar rivalizando por el tema “zapatos”, a base de ensayar quién era capaz de pisar con más fuerza los pies de los demás. Este ejercicio mental duraba hasta que Biddy se precipitaba sobre ellos y distribuía tres biblias estropeadas con los cortes roídos, impresas más ilegiblemente que cualquier curiosidad literaria con la que haya topado desde entonces; todas manchadas de orín y con varios ejemplares del mundo de los insectos aplastados entre sus hojas. Esta parte de la clase era animada ordinariamente por diversos combates singulares entre Biddy y algunos estudiantes reacios. En cuanto terminaban los combates, Biddy indicaba el número de página, y todos leíamos en voz alta, formando un coro espantoso. Biddy nos dirigía con voz chillona y monótona, y ninguno de nosotros tenía la menor idea de lo que estaba leyendo ni respeto alguno por ello. Este terrible estruendo acababa por despertar a la tía abuela del señor Wopsle, quien se arrojaba tambaleándose sobre el primer muchacho que le venía a mano y le tiraba de las orejas.

Ésta era la señal de que la clase había terminado por aquella noche, y todos salíamos a la calle dando alaridos de triunfo intelectual.”

Grandes esperanzas

CHARLES DICKENS

Alba Minus, 2010 (Great Expectations se publicó por entregas semanales en la revista de Dickens All The Year Round entre 1860 y 1861, y se publicó en forma de un solo libro en 1862)

522 págs.

*** El otro día, tras un severo análisis de propiocepción, me di cuenta de que hasta la fecha solo había leído tres libros completos de Charles Dickens. En uno de esos proyectos intelectuales que uno emprende cada cierto tiempo, y que solo tienen como fin el ensanchamiento del alma, la mejora cerebral (también novelística) y la dicha del espíritu, resolví leerme, poco a poco, todos los libros (no fallidos) del autor. Este es el primero de dicho proyecto.

MARTIN NEWELL (CLEANERS FROM VENUS): “La fama es un vestido que no le queda bien a todo el mundo”

He publicado en El País una pieza entrevistante con uno de mis músicos favoritos y faro en lo espiritual, Martin Newell, de Cleaners From Venus. Me encanta este artículo; espero que les encante a ustedes también y que sirva para difundir su palabra.

En unas semanas colgaré la charla entera, que fue tremendamente didáctica y cachonda y extensa y amplia.

Compren sus discos (por su bien). Y que viva Wivenhoe!

Cosas Que Leo #14: THE PRIME OF MISS JEAN BRODIE, Muriel Spark

PrimeOfMissJeanBrodie_MurielSpark

“Miss Mackay laid another scheme and the scheme undid her. There was a highly competitive house system in the Senior School, whose four houses were named Holyrood, Melrose, Argyll and Biggar. Miss Mackay saw to it that the Brodie girls were as far as possible placed in different houses. Jenny was put in Holyrood, Sandy with Mary MacGregor in Melrose, Monica and Eunice went into Argyll and Rose Stanley into Biggar. They were therefore obliged to compete with each other in every walk of life within the school and on the wind-swept hockey fields which lay like the graves of the martyrs exposed to the weather in an outer suburb. It was the team spirit, they were told, that counted now, every house must go all out for the Shield and turn up on Saturday mornings to yell encouragement to the house. Inter-house friendships must not suffer, of course, but the team spirit…

This phrase was enough for the Brodie set who, after two years at Miss Brodie’s, had been well directed as to its meaning.

“Phrases like “the team spirit” are always employed to cut across individualism, love and personal loyalties”, she had said. “Ideas like “the team spirit”, she said, “ought not to be enjoined on the female sex, especially if they are of that dedicated nature whose virtues from time immemorial have been utterly opposed to the concept. Florence Nightingale knew nothing of the team spirit, her mission was to save life regardless of the team to which it belonged. Cleopatra knew nothing of the team spirit if you read your Shakespeare. Take Helen of Troy. And the Queen of England, it is true she attends international sport, but she has to, it is all empty show, she is concerned only with the King’s health and antiques. Where would the team spirit have got Sybil Thorndike? She is the great actress and the rest of the cast have got the team spirit. Pavlova…”

The prime of Miss Jean Brodie

MURIEL SPARK

Penguin Books, 1965 (publicado originalmente en el Reino Unido por MacMillan, 1961. La editorial Pre-Textos la publicó en España como La plenitud de la señorita Brodie, 2006)

128 págs.

La canción del viernes #56: FUTURAMA «The end of the universe»

No es una canción, imagino que se dan cuenta. Es mi escena favorita de mi serie favorita. Del capítulo «The late Philip J. Fry» (7º episodio de la 6ª Temporada). Es autoexplicativa. Muy terapéutica para mí. Incluso diría que conmueve mi cansado corazón. La he visto y revisto decenas de veces. Si llega el fin del mundo me gustaría presenciarlo del mismo modo, bien acompañado, con cerveza fría y un robot.

Cosas Que Leo #13: EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS, Joseph Conrad

Tinieblas Conrad

“No obstante, como veis, yo no fui a unirme con Kurtz allí y entonces. No lo hice. Me quedé para soñar la pesadilla hasta el final y para demostrar mi lealtad hacia Kurtz una vez más. El destino. ¡Mi destino! La vida es una bufonada: esa disposición misteriosa de implacable lógica para un objetivo vano. Lo más que se puede esperar de ella es un cierto conocimiento de uno mismo -que llega demasiado tarde- y una cosecha de remordimientos inextinguibles. Yo he luchado a brazo partido con la muerte. Es la disputa menos emocionante que podáis imaginar. Tiene lugar en una indiferencia impalpable, sin nada bajo los pies, sin nada alrededor, sin espectadores, sin clamor, sin gloria, sin el gran deseo de la victoria, sin el gran miedo de la derrota, en una atmósfera enfermiza de tibio escepticismo, sin demasiada fe en tu propio derecho, y todavía menos en el del adversario. Si tal es la forma de la sabiduría última, entonces la vida es un enigma mayor de lo que la mayoría de nosotros cree. Estuve a menos de un paso de la última oportunidad de pronunciarme, y descubrí con humillación que probablemente no tendría nada que decir. Esta es la razón por la que afirmo que Kurtz era un hombre fuera de lo normal. Él tenía algo que decir. Lo dijo. Como yo me había asomado al borde, comprendo mejor el significado de su mirada fija, que no podría ver la llama de la vela, pero era lo bastante amplia como para abarcar a todo el universo, lo bastante penetrante como para introducirse en todos los corazones que laten en la oscuridad. Él había recapitulado; había juzgado. “¡El horror!”. Era un hombre extraordinario. Después de todo, aquella era la expresión de algún tipo de creencia; tenía candor, tenía convicción, había en su susurro una nota vibrante de rebeldía; tenía el espantoso rostro de una verdad entrevista, la extraña mezcla de deseo y odio. Y no es mi propia situación extrema lo que mejor recuerdo; una visión de indiferencia sin forma, llena de dolor físico, y un desprecio despreocupado por lo efímero de todas las cosas, incluso de mi mismo dolor. ¡No! Es su situación extrema la que me parece haber vivido. Es cierto, él había dado aquel último paso, había traspasado el borde, mientras a mí se me había permitido retirar mi vacilante pie. Y tal vez en eso resida toda la diferencia; tal vez toda la sabiduría, toda la verdad y toda la sinceridad están comprimidas en ese inapreciable momento del tiempo en que traspasamos el umbral de lo invisible. ¡Tal vez! Me hago la ilusión de que mi recapitulación no habría sido una palabra de indiferente desprecio. Mejor su grito, mucho mejor. Fue una afirmación, una victoria moral, lograda a costa de innumerables derrotas, de terrores abominables, de satisfacciones abominables. ¡Pero era una victoria! Por eso es por lo que he permanecido fiel a Kurtz hasta el final, e incluso hasta el más allá, cuando mucho tiempo después oí de nuevo, no su propia voz, sino el eco de su magnífica elocuencia que me era devuelto por el alma tan translúcidamente pura como un risco de cristal”.

El corazón de las tinieblas

JOSEPH CONRAD

Clásicos Alianza Editorial, 1988 (publicado originalmente en 1902 como Heart of Darkness)

156 págs.

Traducción de Araceli García Ríos e Isabel Sánchez Araujo

*** Este libro es una relectura. Compré este ejemplar de El corazón de las tinieblas en la librería Jaimes del Passeig de Gràcia en algún punto de 1988 o 1989. Lo leí, me temo, buscando obsesivamente los pasajes que inspiraron Apocalypse now, que a los diecisiete era mi película favorita. Supongo que entendí una cuarta parte del libro. No lo había vuelto a leer hasta hoy.

Lista Imperfecta #1: 16 voces

1949) Margaret Rutherford as Professor Hatton-Jones in 'Passport ...

Esto es una lista imperfecta, la primera de muchas. No es imperfecta porque esté compuesta por cosas que detesto, como aquella de Wylie que usaba Moz, sino porque -como todo listador compulsivo sabe- toda lista está, por su propia condición, sujeta a cambios, estrecheces incómodas (casi nunca cabe todo lo que querrías que cupiese), ventoleras y contextos.

Dicho esto, estas son 16 de mis voces favoritas. No son las mejores voces, tal vez, y no tengo ni idea de cuál es su «calidad» objetiva. Ni siquiera están en orden. Algunas de ellas no pertenecen a músicos pop. Solo sé que son únicas, extrañas, inconfundibles, y me hablan y me hacen sentir de un modo muy concreto (quiero decir bien). En diez minutos se me ocurrirán seis más, pero esperar a que aparezcan no entraría dentro de las limitaciones autoimpuestas de la Lista Imperfecta.

1) Mose Allison / Georgie Fame (el segundo imitaba al primero)

2) Dave Vanian (Damned)

3) Jeremy Gluck (The Barracudas)

4) Don Craine (Downliner’s Sect)

5) Margaret Rutherford

6) Frank Daly (Big Drill Car)

7) Terry-Thomas

8) Bette Davis

9) Jason Beebout (Samiam)

10) Miqui Puig

11) Paul Heaton (The Housemartins / The Beautiful South)

12) Kevin Rowland

13) Laura Nyro

14) Ken Nordine

15) David Cross

16) David Arnold (The Claim)

 

CHRIS OFFUTT: «Uno puede haber sido victimizado y rechazar ser una víctima»

chrisoffut

El novelista de los Apalaches, ex guionista de Treme o True Blood, debutó en España con la colección de relatos Kentucky seco (Sajalín editores) y la memoria familiar Mi padre el pornógrafo (Malas tierras). Ahora se le añade Noche cerrada (Sajalín editores).

Chris Offutt (1958) suele aparecer en las fotos con camisas de leñador sin mangas y rostro de mapache huraño recién levantado de la siesta. En otra imagen sostiene un fusil en la clavícula mientras su trasero descansa sobre una montaña de manuscritos pornográficos (más sobre eso más abajo). Offutt nació en un pueblo minero de doscientos habitantes que por aquel entonces era un esputo invisible en los mapas y hoy ni siquiera existe. Se licenció en la Universidad de Morehead, pero enmendó el desliz recorriéndose los Estados Unidos a dedo y dejándose los callos en empleos horribles (y por ello le perdonamos la fase universitaria)

Offut es, como habrán adivinado, un autor del género conocido como Hillbilly noir o grit lit. La primera frase de su brutal, imprescindible, colección de relatos Kentucky Seco es «Nadie de esta ladera acabó el instituto». Sus escritos hablan de fango, desempleo, padres que se ahorcan, predicadores furiosos, tabaco de mascar y gente destruida por el trabajo duro y el alcohol ponzoñoso (generalmente casero). Gente blanca que, pese a su «privilegiado» color de piel, ocupa un lugar bien bajo en la cadena alimenticia norteamericana. El bagaje redneck de Offutt acarrea un estigma adicional, pues su padre era Andrew J. Offutt, el prolífico autor de pornografía pulp, además de borracho y mal progenitor a jornada completa, que protagoniza la memoria Mi padre el pornógrafo.

Lo que suelta Tolstoi en Anna Karenina de que todas las familias felices son iguales pero cada familia infeliz lo es a su manera, siempre me ha parecido una chorrada. La infelicidad que relatas en tus libros es la misma que tantas otras.

Esa es la típica cita que no admite un segundo análisis. Si te paras a pensarla y la examinas, te das cuenta de que suena mucho mejor de lo que significa. A los universitarios y críticos les encanta repetirla como una ley, suena ingeniosa y profunda, pero en el fondo es una parida. Algo que podría haber dicho un político en plena campaña. Si hay algo indiscutible es que la tristeza no es excepcional.

El padre es el causante de la tristeza de muchas familias. Eso es un hecho bastante universal, diga lo que diga el viejo Tolstoi.

Mi padre no era un hombre feliz. No se gustaba a sí mismo, alejó de él a todo el mundo, su madre, su hermana, sus hijos. Era feliz con mi madre, mientras mi madre hiciese todo lo que él decía. Ella tampoco era feliz, pero jamás lo dijo. Era una mujer chapada a la Antigua. Se quedó con mi padre, pese a que él era un borracho malicioso [ríe]. Todos los hijos nos fuimos lo antes posible de aquel hogar. La infelicidad en mi familia empieza con él, pero se extendió por todos mis hermanos. Una de mis hermanas no se casó nunca, y las dos se negaron a tener hijos. Eso es algo muy inusual en el sitio de donde vengo, y tiene que ver con mi padre.

MI PADRE, EL PORNÓGRAFO | CHRIS OFFUTT | Comprar libro 9788412003017

Una de las fuentes del carácter inmundo de tu padre era su obsesión por escribir, lo cual (a mis oídos) no suena tan negativo.

Todos los artistas de verdad tenemos esa prioridad, es cierto. Para un escritor, la escritura es lo principal. Lo mismo sucede con pintores, músicos y lo que sea. Pero existen formas de equilibrarlo. Tu forma de arte ocupa el primer lugar, de acuerdo, pero reservas un espacio para el amor o la familia. Mi padre no lo veía de ese modo. Para muchos hombres, de todos los ámbitos, el trabajo va primero. Para los políticos y empresarios, los negocios son la prioridad. Un tendero o un granjero trabajará sesenta o setenta horas a la semana para llevar adelante su negocio. No creo que esa óptica sea mala por sí misma; yo soy así. Pero a la vez he conseguido tener relaciones excelentes con mis hijos. No los he descuidado. El problema de mi padre es que se sentía atrapado en su familia y era infeliz. También estaba obsesionado con el sexo y le gustaba beber y se desagradaba a sí mismo de un modo muy profundo. Escribir pornografía le llenaba de vergüenza y culpa. Para lidiar con esas cosas echaba mano del whisky y del personaje que se había creado para sí mismo: John Cleeve. Un machote despiadado y fascinante.

Se suele pintar al abusón como un tipo lleno de ego, pero los mayores abusones suelen ser gente de lo más insegura. Tu padre tenía una visión de sí mismo que era a la vez enorme y frágil, como si estuviese hecha de «bambú y papel».

Mi padre siempre decía que prefería ser un pez grande en un estanque pequeño. Era como un niño. Se veía a sí mismo de un modo grandioso, pero si algo entraba en contradicción con esa grandiosidad o la ponía en duda, se tiraba a la yugular. Tenía una personalidad narcisista.

Los padres de los años sesenta y setenta eran fundamentalmente inmaduros.

En mi país, los sesenta y setenta fueron décadas de cambios enormes, sociales y de todo tipo. Todo aquello en lo que creían mis padres, todo lo que se les dijo que tenían que hacer (casarse, tener hijos a los veinte, comprarse una casa con jardín, conseguir un buen trabajo, ir a misa…) se puso en duda por ese cambio social. Lo que sucedió es que, al contrario que tantos otros padres, que se sintieron abrumados o se volvieron más conservadores, a los míos les encantó el nuevo paradigma. Desearon abrazar esa libertad que traían los sesenta y setenta. Lo que sucedía, claro, es que estaban atrapados por todos los niños que habían traído al mundo. Mis padres decidieron que seguirían adelante con su sueño de libertad pese a las deudas y obligaciones que habían contraído, lo que denota un egoísmo básico en su carácter. En los años setenta americanos, los adultos se concentraron en sí mismos, en sus deseos, y a la mierda todo. Los niños no eran parte de la ecuación.

El prototipo que encarna tu madre, la esposa de escritor devota y silente, que lo hace todo para que el “genio” de la casa no pierda su musa, es una especie casi extinta.

Espero que así sea. No era un contrato muy gratificante para las mujeres. Mi padre lo exigía así, y eso es lo que aceptó mi madre, en pocas palabras. La experiencia de mi madre con otros hombres era muy limitada, había vivido con su propio padre hasta el día que se casó. Fue de un hombre a otro hombre, sin paradas intermedias. Desde el punto de vista de mi madre, su marido la había «salvado» de quedarse para vestir santos. Mis padres eran buenos católicos, y como tales tenían muy poca experiencia sexual, así que a los veintitrés o veinticuatro se conformaron el uno con el otro. Mi madre tiene ochenta y cuatro años, así que en breve va a extinguirse de un modo literal [ríe]. El viejo cliché del “genio” que trabaja y la mujercita que le cuida es destructivo para todos los implicados, y también para el arte. Desde luego lo fue para mi padre.

Examination and Compassion

Andrew J. Offutt. Las personas de la foto pueden parecer más simpáticas de lo que son en realidad

La adoración ciega de tu madre acabó de convertir a Andrew J. Offutt en un déspota enajenado.

Lo jodido del caso es que mi padre estaba convencido de que era un genio, a pesar de todo, y mi madre acabó creyéndole. Su matrimonio estaba basado en esa adoración ciega. Ambos llegaron a extremos inconcebibles para mantener viva esa ficción. Mi madre aún se niega a admitir ciertas cosas del pasado familiar. Un ejemplo: hace tiempo que quiere visitar la vieja casa familiar, donde vivimos durante quince años, y que está lejos de donde reside ahora, en Mississippi. Pues ninguno de sus cuatro hijos, yo incluido, quiere llevarla allí. Y la razón es sencilla: fuimos infelices en aquel lugar. Quince años en aquella casa de Kentucky nos jodieron bien la vida, y ninguno de nosotros quiere volver a verla ni en pintura. Mi madre no entiende ese rechazo. Rehúsa tajantemente reconocer nuestra infelicidad, y las razones que tenemos para ser infelices.

¿Tu madre ha leído el libro?

Sí. Lo único que dijo al terminarlo fue (esto es muy revelador): “el libro me hizo echar de menos a tu padre”. Increíble. Leyó mi libro con las gafas de adoración ciega puestas. Pensó que era un buen libro, porque evocaba a mi padre de un modo lo suficientemente vívido como para que ella lo echase de menos. Lo cierto es que, cuando aquel hombre murió, mi madre no lo echó de menos en absoluto. Mi libro provocó la única mención a mi padre que le he escuchado en años. La última vez en que me había dicho algo sobre él era que no le echaba de menos, y se preguntaba si debería sentirse mal por ese hecho. Mi respuesta fue: “¡No! [ríe] Nadie le echa de menos. Lo tuyo es natural”. Nunca la había visto tan feliz como en los tres o cuatro años que siguieron al fallecimiento de mi padre. Del 78 al 81 iba cantando por la calle. Ahora ya no, claro; ahora ya está senil.

El único lado entrañable que se desprende de tus padres es el inconformismo friqui del que hacen gala. En todo lo demás son bastante repelentes, pero su talante marginal, nerdy, ciencia-ficcionero, les hace casi simpáticos.

Eran inadaptados sociales, eso está claro. Vivían en las montañas de los Apalaches y no tenían a ningún amigo allí. Su vida social se militaba a las convenciones de ciencia ficción. Iban a unas seis por año. Mi padre era agasajado allí, todo el mundo le prestaba atención. De repente, en aquel ambiente, ambos dejaban de ser inadaptados y se convertían en gente guay. Los demás nerds y inadaptados sociales le respetaban y escuchaban, mis padres se transformaban de repente en gente cool ante mis ojos. En aquellas convenciones vi un lado de mi padre que no conocía: era carismático y divertido, relajado, la gente quería tenerle cerca, le escuchaba. Claro que aquel no era mi padre de verdad, estaba metido en uno de sus seudónimos, John Cleve. Pornógrafo y creador de El Sexorcista o Bondage alienígena. Ocupaba ese rol durante cuatro días, luego volvía a casa a seguir siendo el hombre amargado que era en realidad. Para mí era muy raro enfrentarme a esa dualidad, a que mi padre fuese dos personas a la vez.

Si tu padre fuera el rey del porno escrito | Cultura | EL PAÍS

Dices que cuando volvía de esas convenciones sci-fi era peor aún, porque esperaba que sus hijos le agasajaran igual que sus fans.

Eso era lo que él deseaba y esperaba. Pero para un niño cualquiera es imposible adorar a un padre con entrega incondicional de grupi. Y con el mío en concreto era doblemente imposible, porque no era amable ni bueno con nosotros. Era crítico, mezquino, controlador, emocionalmente abusivo, y a la vez esperaba adoración completa. Sus expectativas sobre quién era y la vida que llevaba, y lo que la gente le debía, eran completas fantasías. Mi padre, después de cómo se había comportado a lo largo de nuestra infancia, esperaba que le fuésemos a visitar.

Afirmas que tu fidelidad no es a tu sangre o a tu familia sino a un lugar: los Apalaches. ¿Cuándo empezaste a sentirte así?

Los cuatro hermanos hacíamos todo lo que nos mandaba mi padre. Éramos niños. El resto del tiempo yo jugaba en los bosques, cada día, solo o acompañado. No me daba cuenta de que esa actividad obedecía al deseo de estar lo más alejado posible de mi casa y de mi padre. Me di cuenta de ello cuando tenía catorce o quince años. Allí vi que algo no estaba bien, y que tenía que escapar de aquel hogar lo antes posible. Me fui de Kentucky a los diecisiete. Pero en realidad estaba huyendo de mis padres (a ellos, por cierto, les fue bien que nos fuéramos, porque en el fondo éramos un estorbo).

Tus libros demuestran que te llevaste tu pasado contigo.

Sí. Nunca pude marcharme del todo. A los veinte recorrí los Estados Unidos a dedo. Fregaba platos allá donde fuese a parar. Me conseguía algún sitio asqueroso para dormir. Era una aventura: nuevo sitio, nueva gente, nueva experiencia. Y de allí me iba a otro lugar. Tuve suerte de que no me sucediera nada terrible. Me llevó mucho tiempo, unos diez años, darme cuenta de que estaba huyendo de un lugar, y de que no iba a solucionarlo de aquel modo. Porque de lo que huía no podía librarme yendo de sitio en sitio. Seguía teniendo a mi familia, y a Kentucky, en mi cabeza.

Lo terrible sucedió cerca de tu casa. En la memoria relatas un abuso sexual, pero lo haces de un modo práctico, exento de dramatismo, afirmando que rechazas ser etiquetado como víctima. Pero fuiste una víctima.

Sí, lo fui. Pero una cosa es ser una víctima y la otra es sentirte como tal. O etiquetarte así, y que aquello te defina. Yo no pienso en mí mismo de ese modo, hacerlo me parece una forma segura de deprimirte y entristecerte. A menudo, en muchos casos, los que se definen como víctimas buscan simpatía. Mi padre, por ejemplo, se veía a sí mismo como víctima de una injusticia, y por ello exigía aquel nivela de adoración y compasión. Uno puede haber sido victimizado y tener la fuerza de carácter para rechazar ser una víctima. Mi padre era así: alguien que vivía y actuaba como una víctima.

Dices que la bebida cambió la forma terrible en la que te sentías sobre ti mismo. Pero el alcohol es una muleta temporal para los traumas. Bebías para sobrellevar las conversaciones telefónicas con tu padre, pero aquello lo empeoraba.

Esa es la naturaleza del alcohol. Si bebes algo a media tarde, o cuando terminas el trabajo, te hace sentir mucho mejor. Te sientes animado, te entra euforia, quieres reír y charlar. Lo que pasa es que entonces te apetece prolongar esa euforia, y te bebes otra copa, y otra, y a la mañana siguiente te sientes como una mierda. Voy con mucho cuidado con eso. No bebo más que vino.

Noche cerrada: 43 (al margen): Amazon.es: Offutt, Chris, Lucini ...

Alguna gente tiene el talento innato para la borrachera feliz, y otra no. Tal vez se trate de un cromosoma.

Las veces en que he perdido los nervios había bebido en un 100% de las ocasiones. En mi familia el alcoholismo se lleva en la sangre. Mi padre murió de cirrosis, destruyó su hígado bebiendo. No quiero acabar así. Y además es muy malo para la escritura. Los escritores de mi generación y la anterior romantizaron la ingesta de alcohol, como si fuese parte del trabajo. La imagen del escritor borracho es un estereotipo popular. Y los escritores que empiezan creen que esa es una de las exigencias del oficio. Yo lo creí. Empecé a escribir de verdad hacia los treinta (porque a los veinte no tenía dinero para dedicarme a ello), y al poco tiempo me di cuenta que lo de beber y escribir era una trampa terrible. Solo daña tu escritura.

Lo más ridículo de todo ello es que mamarse aún se considere una muestra de inconformismo. El cliché del escritor borracho y “rebelde” en una fiesta literaria insultando a todo el mundo me da ganas de arrancarme los ojos.

Los escritores son gente que desea escapar. Una de las primeras vías de escape son los libros, un mundo nuevo al que entras, libro tras libro. Para alguna gente, el siguiente paso es crear un libro por sí mismos, darle forma con sus propias manos a esa vía de escape. El acto de la escritura es algo maravilloso y asombroso y estimulante, a la vez que duro. Es una experiencia única de realidad aumentada que, una vez detienes, al final del día, hace que todo lo demás te parezca anodino. Nada se le puede comparar. Nada es igual de interesante. Y entonces tienes que cortar el césped o poner gasolina, fregar los platos… Y todo eso te da ganas de echarte algo al gaznate. Porque el alcohol hace que el mundo aburrido sea menos aburrido. Dicho esto, intento evitar el alcohol duro. Es un callejón sin salida.

Kentucky seco (al margen): Amazon.es: Offutt, Chris, Lucini ...

Antes has dicho que tu padre se avergonzaba de su faceta porno y de sus propios fetiches, pero tanto sus fantasías como sus bolsilibros se antojan bastante soft. Le iba el bondage de toda la vida, vamos.

Le gustaba la fantasía del bondage, sí. Pero para él el sexo iba asociado a la vergüenza y la culpa. Lo que más le perturbaba era aquel cómic inédito del que hablo en las memorias. Trabajó en él desde su adolescencia hasta su muerte en 1978, y lo mantuvo en secreto durante toda su vida. Cien páginas. Ni siquiera mi madre sabía que existía. Topé con escritos en los que confesaba la culpa terrible que acarreaba por culpa de aquel cómic sexual. Es triste, porque después de todo solo estás dibujando algo en una habitación. No daña a nadie.

No comprendo cómo alguien que escribió El Sexorcista puede avergonzarse de un tebeo guarro. ¿Es porque el contenido era más explícito?

No lo tengo claro. Sé que empezó el cómic cuando era muy joven, y que era su vicio. Sé que lo consideraba de mala calidad y una pérdida de tiempo. No le reportaba ningún dinero. Con sus novelitas porno al menos tenía la excusa de que pagaban sus facturas. Él se veía a sí mismo como un hombre de negocios, y lo de ganar dinero era muy importante para él. Tal vez se trataba de eso. Que con el comic no podía poner la excusa de que lo hacía por dinero. Quién sabe.

No es la pregunta más fácil que se le puede hacer a un hijo, pero ¿sabes si tu padre puso en práctica alguna de sus fantasías sexuales?

Creo que probablemente las puso en práctica más de una vez, cuando tuvo la oportunidad. Imagino que en el marco de las convenciones de ciencia ficción. Esas oportunidades le vinieron dadas por los libros porno que escribía, pero no creo que le importase tanto la acción.  Creo que le gustaba más el reino de lo imaginario, y eso se debía al control que podía ejercer sobre él. Si tienes una fantasía sexual, controlas cada elemento, todo lo que sucede, la perspectiva, las reacciones… Y encima es privado. Mientras que en la vida real no puedes controlarlo todo, y la acción suele involucrar a otra gente [ríe]. Y escapa a tu control.

Andrew J. Offutt suculenta line-up de primera edición inscrito ...

Tu padre escribió más de 400 obras de pornografía, y unas cuantas decenas de libros de ficción «especulativa», pero tus memorias no aclaran si era buen escritor o no.

Escribió algunos libros buenos entre 1968 y 1972. Les dedicó tiempo, los revisó a conciencia y trató de mejorarlos. Eran ejemplos más que dignos de ciencia ficción seria, y fueron consideradas prometedoras por grandes maestros del género. Pero no recibió la atención que esperaba, así que empezó a escribir más y más rápido. A veces escribía un libro en dos semanas. Por supuesto, es imposible escribir un buen libro en un periodo tan corto, y encima repetir el proceso una y otra vez. Aquel ritmo de escritura afectó a la calidad de su prosa. Lo «bueno» de escribir porno es que no tienes que preocuparte demasiado de la caracterización de los personajes o la descripción de  escenarios, ni siquiera del diálogo o la trama, porque los lectores, el mercado, no tienen el menor interés en cosas como esas.

Solo quieren meneársela.

Efectivamente [ríe]. En pocas palabras. Por tanto, tu faena como autor es llegar a las partes «interesantes» lo antes posible. Resumiendo: mi padre empezó como autor serio, y creo que tenía un gran talento potencial, y llegó a escribir varios buenos libros. Pero una vez entró a formar parte del mundo del bolsilibro porno, de 1972 en adelante, no hizo nada más de valor. De todas sus novelitas pornográficas, en solo una de ellas los personajes tenían que responder a las consecuencias de sus acciones. Tenía lugar un homicidio (sexual), y la policía tomaba cartas en el asunto. Pero el resto eran pura fantasía sádica, sin ninguna conexión con la realidad ni intención artística.

Tenía muchos libros con signos de admiración en el título. Es como si hubiese inventado un género. Un estilo personal.

Sí, le encantaba. La puntuación para él era un juego. Se lo pasaba bien con ese aspecto de la escritura. Lo cierto es que no suelen verse títulos exclamativos, es algo que se ha perdido completamente. Tendría que haberle copiado, y ponerle signos de admiración al mío: ¡Mi padre el pornógrafo!

Durante una época te dedicaste a escribir guiones para la televisión. ¿No temiste verte atrapado en un escenario John Fante? Es decir: deprimido, alcoholizado y alejado de la propia escritura.

Durante siete años viví y trabajé en Hollywood, escribiendo guiones para Weeds, True Blood y Treme. Fue un trabajo pragmático. Tengo dos hijos que querían ir a la universidad y no tenía el dinero necesario. Trabajé en Los Ángeles el tiempo suficiente para financiar la educación de mis hijos, luego renuncié. Eso llevó a escribir tres pilotos más, comisionados para la red y la televisión por cable. Disfruté escribiendo pilotos principalmente porque podía escribirlos en cualquier lugar. Pero no encajaba muy bien con el mundo de Los Ángeles. Era demasiado grande para mí, demasiados autos y demasiada gente. Prefiero la soledad de la vida en el campo. Solo escribí guiones por el cheque. Nunca anhelé ser un guionista y, de hecho, solo conservo malos recuerdos de mi estancia en Los Ángeles. Era infeliz y bebía demasiado y no trabajé en mi arte. Cumplí los tres requisitos de John Fante [ríe]. Por eso no quiero tener nada que ver con ese mundo. Es peligroso. Y no fue solo John Fante, muchos grandes novelistas fueron destruidos por Hollywood. Es un ambiente embriagador y adictivo y molón, y encima te entregan una cantidad obscena de dinero. Algunos autores quieren más y más dulce dinero de Hollywood, pero yo solo quería el dinero suficiente para ocuparme de mi familia. No necesito lujos. Conduzco una furgoneta hecha polvo y las únicas cosas que compro son herramientas [ríe]. Quizás por eso Hollywood no me atrapó. Es muy fácil verte atrapado en ese mundo, si te fascina ese rollo de tener un Jaguar o una choza en las colinas de Hollywood. Pero yo solo necesito remplazar mi vieja sierra mecánica, y comprarme otro par de botas [ríe]. Esas son mis necesidades básicas.

Aunque lo hicieses por el dinero, ¿estás orgulloso de aquellos guiones?

Sí y no. No pienso en términos de orgullo o vergüenza. Son decisiones que tomé por razones puramente prácticas, porque necesitaba el dinero. Si me siento orgulloso de algo relacionado con ello es que sobreviví en Hollywood. Es un mundo duro, y los guiones son una forma dura de escribir. Y yo me enseñé a hacerlo, y a hacerlo bien. Al margen de eso, no me siento demasiado orgulloso de los guiones como tales. Pero es una experiencia de la que mucha gente carece, y tiene cosas buenas. Piensa que fui a Hollywood con cincuenta años.

Mi padre, el pornógafo»: L'herència porno del pare - Diari de Girona

Me suena al Kurtz de Apocalypse Now.

Sí. Mucha gente no se atrevería a empezar una carrera en una ciudad extraña y hostil a los cincuenta. Esa es la época, de hecho, en que mucha gente empieza a pensar en retirarse. Yo hice aquello, y luego dejé de hacerlo, y he dicho que no cada vez que me han pedido que continúe haciéndolo. Prefiero escribir libros. Resumiendo: si escribes guiones, el dinero que te dan no compensa el esfuerzo.

¿Con qué escritores sientes afinidad? Te veo en la familia cercana de Larry Brown, ahora que hablabas de comprar botas.

Me gusta mucho Larry Brown, sí, también Jim Harrison, un gran escritor. Leo todo el día. Por mi educación inusual todavía estoy tratando de ponerme al día, cada dos semanas tengo un nuevo escritor favorito, gente que a lo mejor conoce todo el mundo y yo acabo de descubrir. No tengo un escritor favorito como tal. Si encuentro uno, entonces me encanta y le sigo, pero si de repente un libro no me gusta, lo dejo y ya no vuelvo a leerle.

¿Crees que habrías sido escritor si llegas a nacer en una familia centrada, con padres cariñosos y alentadores y comprensivos?

No lo sé. Mucha gente sale de familias infelices, y no han terminado escribiendo libros. Las estadísticas dirían que de familias infelices salen más no escritores que escritores. Una abrumadora mayoría, de hecho. En mi caso, mi necesidad de escapar se transformó en la lectura y luego la escritura de libros. Para mucha gente fueron las drogas. Creo que es habitual en muchos escritores, pero no es una receta ni un garantía de nada. Cuando trabajé en Los Ángeles conocí a muchos actores, gente muy inusual, con un trabajo muy difícil, y me di cuenta de que todos compartían un aspecto de sus bagajes: un alto porcentaje de padres militares. Eso significa que estaban todo el día mudándose de base en base, cosa que les obligaba a reinventarse en cada nuevo escenario, independientemente de si eran felices o no allí. Crecieron aprendiendo una habilidad que no sabían que era tal. Pero, igual que sucede con la escritura, no todos los hijos itinerantes de pares militares acabaron siendo actores.

Un verdadero escritor puede pasar muchos años haciendo otro trabajo, y luego retomar la escritura en el punto en que lo dejó. Incluso habiendo mejorado su oficio. Noche cerrada es un buen ejemplo de ello.

Sí. Pasaron veinte años entre la publicación de mi último trabajo de ficción y Noche cerrada. Durante ese tiempo publiqué dos libros de no ficción, No Heroes y Mi padre el pornógrafo. También escribí veinticinco ensayos personales, algunos de los cuales aparecieron en las antologías estadounidenses Best American Essays y Best American Foodwriting. Otro ensayo recibió un premio Pushcart. Seguí escribiendo y publicando cuentos, lo suficiente para una nueva colección, que saldrá en Francia, Italia y los Estados Unidos el año que viene o el siguiente (la pandemia ha retrasado los horarios de publicación). También escribí otras dos novelas. Lamentablemente, la calidad no fue tan buena como esperaba. No quería publicar trabajos flojos solo para tener libros en catálogo. Cuando esté muerto y desaparecido, solo quedará mi trabajo. Es importante que todos los libros sean tan buenos como puedan ser.

Cuéntanos cómo surgió Noche cerrada.

Noche cerrada fue pensada originalmente como una saga familiar de tres generaciones en las colinas. Comencé con un hombre, Tucker, en la década de 1950. Cuanto más escribía sobre Tucker, más quería seguir con él. El libro abarca un momento crucial en las colinas: de 1954 a 1971. La finalización de la carretera interestatal que conectaba la costa este y oeste. La sección de las colinas fue la última parte que se construyó. También fue una época de grandes cambios sociales. El gobierno federal declaró una «Guerra contra la pobreza» oficial, que por supuesto fracasó. Además, la gente de las colinas empezó a tener televisión. Los caminos de tierra se pavimentaron. Se construyó un hospital. Era el final de una forma de vida que tenía sus raíces en el siglo XVIII. El cambio sucedió muy rápido. Lo presencié de niño. Los adultos no se dieron cuenta de que eran la última generación que vivía la antigua forma de vida. Eso me interesaba mucho. Tucker encarna esa forma de vida. Sigue el «viejo código de las colinas». Eso significaba ocuparse de los problemas personalmente, de una manera muy práctica. No confía en la policía ni en los políticos, que nunca han ayudado a la gente de las montañas. Finalmente, me quedé con Tucker durante todo el libro. Nunca llegué a las siguientes dos generaciones.

¿Tienes algún otro proyecto entre manos?

Una nueva novela, The Killing Hills, se desarrolla en el mismo lugar, en lo más profundo de las colinas, pero en la época contemporánea. Saldrá en Francia e Italia el próximo año, luego en Estados Unidos en el 2022. Hasta ahora es mi libro favorito. Noche cerrada es una tragedia sobre una familia. The Killing Hills es un libro más triste, pero también más divertido. Trata de la cultura misma, y las secuelas de todos aquellos cambios en las colinas. Personas en la treintena que tienen computadoras y teléfonos móviles, pero están muy cerca de su historia reciente de aislamiento y violencia.

Kiko Amat

(Entrevisté a Chris Offutt el verano del 2019, tras haber leído Mi padre el pornógrafo (Malas Tierras) y Kentucky seco (Sajalín). La entrevista se publicó en El Periódico de Catalunya en pleno agosto, y eso, unido al hecho de que en aquel momento no lo había leído demasiada gente, me inclina a pensar que aquella entrevista la leyó Juan. Tal vez ni siquiera Juan.

Ahora, gracias al estupendo Noche cerrada -y quizás en parte también por el evangelismo feroz que hemos puesto en acción algunos de sus fans- parece que aumenta el número de sus lectores en España, y por ello me alegra recuperar aquí la charla sin cortes, con todas las preguntas que, por razones de espacio, no entraron en la pieza de prensa, y cuatro preguntas adicionales sobre Noche cerrada que Offutt me contestó por escrito. Que rule).

Cosas Que Leo #12: THE WAPSHOT SCANDAL, John Cheever

Wapshot

“Among guests was Shakespearean actress. Lottie Beauchamp. Pronounced Beecham. Played supporting roles with Farquarson Grant Stratford and Avon Shakespearean Co. Traveled with own bed-linen, silver, jams and jellies. Mlle. Beauchamp as she was then known to writer appeared at desk late in evening with sad tale. Had lost pearl necklace on beach. Remembered where she had left it but was reluctant to venture on dark shore alone. Writer accompanied star-boarder on search. Mild night. Moon, stars, etc. Gentle swell. Found necklace on stone in sheltered cove. Admired scenery, warmth of night air, moon riding in west. Mlle. Beauchamp breathing heavily. Pleasant hour ensued. Writer dozed off. Woke to find famous Thespian jumping up and down in moonlight, holding breasts to keep from jouncing. Moon madness? What are you doing? Well, you don’t want me to have a child do you? says she. Jumped up and down. Never experienced such behavior before or since. Seemed to work.

Lottie Beauchamp was 5’6”. 117 lbs. Age unknown. Paine’s Celery Compound Complexion. Light brown hair. Would be called blonde nowadays. Excellent but excessive topside structure by modern standards. Golden voice. Could raise your hackles, also bring tears to every eye. Noticeable English accent but not foreign sounding or in other way unpleasant. Fastidious nature. Traveled with own bed-linen as noted above. Hot house flowers in bedroom. Spoke however of humble beginnings. Daughter of a Leeds mill worker. Mother was drunkard. Familiar with cold, hunger, poverty, destitution, etc., in childhood. A dungheap rose. Enjoyed ample stock of artistic temperament. Very volatile. Complained liberally to management about lack of hot water and lumpiness of bed but was always gracious to servants. Sometimes repented of life as actress. All mummery and sham. Needed tenderness. Writer happy to accommodate. No question of wrong-doing or so it semed.”

The Wapshot Scandal

JOHN CHEEVER

(Harper Perennial 2003, con prólogo de Dave Eggers; publicado por primera vez en 1959; publicado en España como El escándalo de los Wapshot, RBA, y como Los Wapshot, Debolsillo, en volúmen doble junto a La crónica de los Wapshot)

302 págs.

Cosas Que Leo #11: CREDO, Peter Bagge

Credo Bagge

«Y que no haya lugar a dudas: Rose Wilder Lane podía ser una chiflada de mucho cuidado. Por turnos podía convertirse en una fabuladora, una melodramática y una conspiranoica vergonzosamente tendente a la hipérbole. Todo este comportamiento extremo podría deberse directamente al hecho de que sufría un claro caso de lo que hoy en día se denomina desorden bipolar, aunque en sus tiempos tal condición recibiera toda suerte de eufemismos siempre cambiantes, incluyendo –si quien lo padecía resultaba ser una mujer– el de “histeria” (aunque la propia Lane no descartara el desequilibrio hormonal como responsable de sus congojas). Ello también contribuiría a una vida entera de tendencias suicidas (y al menos un intento serio de matarse) junto a multitud de dolencias físicas imposibles de diagnosticar por entonces.

Sin embargo, Lane era dolorosamente consciente de su condición, y desde edad temprana se mostró decidida a tratarla. (Una vez llegó a escribir lo mucho que despreciaba a las mujeres con inclinación a los desvanecimientos y ataques de llanto incontrolado, ¡y por tanto le mortificaba la certeza de saber que ella misma era una de esas mujeres!). Tras varios intentos iniciales de automedicarse con alcohol y específicos, en su lugar desarrolló una vida de hábitos fijos que la ayudaban, o al menos contribuían a mantenerla productiva: hábitos que básicamente se reducían a concentrarse en trabajar en su obra personal cuando se sentía animada y confiada en su talento, y corregir o alquilarse como negra literaria cuando estaba deprimida perdida y convencida de que era la peor escritora del mundo. Pese a lo prolífico de su labor, todo en torno a su vida y obra consistía en una lucha continua… empezando por su lucha por entenderse a sí misma, cosa que la llevó a su vez a una lucha filosófica interminable por entender el mundo a su alrededor.»

(Del postfacio «Por qué Lane» de Peter Bagge)

Peter Bagge - Credo - (página 26 del autor)150 dpiCredo: Rose Wilder Lane, la feminista libertaria

PETER BAGGE

La Cúpula, 2020 (publicado originalmente por Drawn & Quarterly Books como Credo: The Rose Wilder Lane Story, 2019)

112 págs.

Traducción de Hernán Migoya

ALEK POPOV: «El humor y la sátira son lo contrario del elitismo»

Mi entrevista con ese pedazo de hombre, Alek Popov, adalid de la sátira balcánica y novelista de los míos (si me disculpan la expresión; trato de no usarla en exceso, pero en este caso era obligado). Se publicó en El Periódico de Catalunya.

Cómo no ser amigos para siempre con alguien que suelta cosas como «en las últimas décadas la literatura ha sido secuestrada por los académicos. Lo suficiente como para ser desviada de su curso natural». O (mi favorita) «el problema es que algunos escritores tienen demasiada educación, y lo digo muy en serio».

Dales duro, Popov. Golpea sus sifilíticos nudillos académicos.

Y ustedes: compren su libro. Es tremendísimo.

«Yo lo compro por los artículos»: PLAYBOY, una historia literaria

Esta pieza la escribí hace unos días para El País, y se publica hoy mismo. Habla de Playboy, la revista de señoras despelotadas y textos de calidad que fundó Hugh Hefner en 1953, y que este mes deja de publicarse en papel.

Espero que el artículo les guste y lo difundan hasta el último aliento. En él se mencionan los vocablos «Nietzsche», «leprechaun postcoital» y «fauno priápico» (aunque no en el mismo párrafo).

La canción del viernes #55: CLEANERS FROM VENUS Ragged winter band

Esta es la primera vez que un artista repite Canción del Viernes. Martin Newell ya les alegró un día de Navidad del 2018 con «Christmas in suburbia», que colgué en este sección (#35, por si quieren revisitar).

Ahora acaba de sacar nuevo álbum, esta vez bajo su clasico nombre de Cleaners From Venus (nunca he sabido ver el criterio por el cual sus discos se publican con uno u otro apelativo; sospecho que lo hace a pito-pito-colorito). El disco se llama Dolly Birds & Spies y es absolutamente fantástico. Pueden comprarlo por 6 miserables libras esterlinas en su Bandcamp. Pop clásico e inmortal de manufactura DIY (con lustre; nada lo-fi) por parte de uno de los grandes genios desconocidos de nuestro tiempo. La que les incluyo es el hitaco obvio del álbum. Una pieza que me emulsiona.

A propósito de todo esto: mañana llamo a Newell a su casa (Wivenhoe, Essex, UK) para charlar sobre el nuevo disco y sobre su carrera. Publicaré la entrevista en El País, en breve. Permanazcan sintonizados.

Cosas Que Leo #10: ASCENSO Y CAÍDA DE ADÁN Y EVA, Stephen Greenblatt

Adán y Eva Greenblatt

“Adán intenta explicar el problema a Rafael. Comprendo, dice al arcángel, que ella es la inferior. Sé que, aunque los dos hemos sido hechos a imagen de Dios, yo me parezco más a él que ella. Entiendo que se supone que estoy y debo seguir estando por encima de ella. Pero cuando me acerco a sus hechizos, confiesa, la versión oficial deja de parecer verdad. “Me parece tan perfecta / y en sí misma tan cumplida” (8:547-548) que, si acaso, es ella la que parece superior.

La respuesta del arcángel -frunce el ceño y aconseja a Adán que tenga más autoestima- no es muy útil. (Ese tipo de respuestas nunca lo son). ¿Cómo podría un ángel comprender a un ser humano que está profundamente enamorado? Rafael advierte a Adán que no sobrevalore el mero placer sexual, un placer, dice irónicamente, que ha sido otorgado a los cuadrúpedos y a todos los demás animales. Adán responde con mucha dignidad que lo que justifica los sentimientos que ha intentado describirle no es solo lo que sucede en el tálamo, aunque lo considera con bastante más devoción que la que da a entender el comentario del arcángel. Lo que tanto le encanta de Eva es más bien, dice, “la gracia que acompaña a todas sus acciones, / son esos mil honestos atractivos” que caracterizan una unión perfecta, “que hacen de ambos una sola alma”. Su amor, la unión íntima, física y espiritual con su esposa, borra la sensación de superioridad a la que sabe que, como varón, se supone que debe aferrarse. Antes bien, siente un vínculo irresistible “que hace de ambos una sola alma” (8:604).

En las palabras de Adán hay un rechazo implícito a la línea oficial o, cuando menos, una cortés pero firme indicación de que el arcángel y su cohorte celestial tienen una concepción imperfecta de la experiencia humana. En efecto, el primer hombre de [John] Milton se permite preguntarse, dada la torpeza del ángel, cómo será la experiencia sexual angélica. “¿No aman los espíritus celestiales?”, pregunta a Rafael. “¿Cómo demuestran su amor? ¿Con sus miradas solamente?”. Rafael hace algo extraordinario, al menos en un ángel: se ruboriza. “Que te baste saber que somos felices”, contesta, y que sin amor no hay felicidad” (8:620-621). Como un padre que no sabe nunca cuándo ha dicho lo suficiente, continúa intentando ser explícito y técnico, y dice no sé qué de que no tienen membranas o “barreras exclusivas”. Luego reportándose y señalando lo tarde que se ha hecho y que el sol está a punto de ponerse, se va volando de vuelta al cielo”.

Ascenso y caída de Adán y Eva

STEPHEN GREENBLATT

Crítica, 2018 (publicado originalmente en inglés como The Rise and Fall of Adam and Eve, 2017)

No ficción.

358 págs.

Traducción de Juan Rabasseda.

Kiko Amat live @colectivobruxista

El domingo 3 de mayo a las 19h voy a estar en algo llamado «Story Live» en algo llamado Instagram. Me han invitado los del Colectivo Bruxista, unos lectores hardcore de lo mío a quien profeso especial afección, para que hable con el entrevistador Javi Bayo de mi adolescencia (casi niñez) subcultural. He aceptado. Será una grata charla, sin duda. La cosa se retransmitirá en directo, y pueden conectarse (me cuentan) aquí.

Ring literario #19: Tom Wolfe vs. Updike, Mailer e Irving.

Este es el último ring literario. Me quedé en un número impar y raro, 19, pero es lo que hay. Cuando la cosa vuelva a pagarse digno, regresaré. No con nuevos rings, eso ya terminó, pero con cualquier otra serie. Espero que les agrade. Empieza prometedor.

Cosas Que Leo #9: LET THE GREAT WORLD SPIN, Colum McCann

Great World Spin McCann

«The week he turned fourteen my mother sent me to pick him up: he’d been gone all day and she’d baked a cake for him. An evening drizzle fell over Dublin. a horsecart went past, the light from its dynamo shining. I watched it clop away down the street, the pinpoint of light spreading. I hated the city at times like that -it had no desire to get out from under its grayness. I walked on past the bed-and-breakfast houses, the antique shops, the candle makers, the suppliers of liturgical medals. The flophouse was marked by a black gate, ironwork sharped to points. I went to the back, where the bins were kept. Rain dripped from a broken pipe. I stepped over a pile of crates and cardboard boxes, shouting his name. When I found him, he was so drunk that he couldn’t stand. I grabbed his arm. “Hi,” he said, smiling. he fell against the wall and cut his hand. He stood staring at his palm. The blood ran down his wrist. One of the younger drunks -a teddy boy in a red T-shirt- spat at him. It was the only time I ever saw Corrigan throw a punch. It missed completely but blood from his hand flew, and I knew -even while I watched it- that it was a moment I would never forget, Corrigan swinging in midair, droplets of his blood spraying the wall.

“I’m a pacifist,”, he said, slurring his words.

I walked him all the way along the Liffey, past the coal ships and into Ringsend, where I washed him with water from the old hand pump on Irishtown Road. He took my face in his hands. “Thank you, thank you”. He began to cry as we got to Beach Road, which led towards our house. A deep dark had fallen over the sea. Rain dripped from the roadside palms. I hauled him back from the sand. “I’m soft,”, he said. He wiped his sleeve across his eyes, lit a cigarette, coughed until he threw up.

At the gate of the house, he looked up to the light in our mother’s bedroom. “Is she awake?”.

Let The Great World Spin

COLUM McCANN

Bloomsbury, 2009 (publicado en España como Que el vasto mundo siga girando, RBA 2010). Ganador del National Book Award 2009.

349 págs.