Cosas Que Leo #34: CHERRY, Nico Walker

cherry walker

«Me pasó una cosa curiosa: después de casarnos, Emily fue y se hizo la depilación definitiva, y luego se pilló una serie de amantes, y entonces hubo un día que descubrí que yo era algo así como el centésimo primero en ver el resultado. Y eso me destrozó. Pero, para ser justos, yo me había ido a Irak. Y, para ser justos, nuestro matrimonio era una mentira. A lo mejor pensó que me matarían y que no llegaría a enterarse.

Durante los últimos tres meses en el Ejército, allí en Texas, estuve bebiendo dos botellas de ginebra por noche. Cagaba sangre. Me tiraba pedos de sangre. Me hacía pajas en los lavabos, y todo eso no me hacía sentir demasiado bien.

Volví a casa por Navidad y conocí a una chica; me dijo que tenía la regla, así que me hizo una cubana, y yo mientras me quería morir. Me dijo: «¿Te importa no darme en la cara con la polla?».

Me volví a Texas y la cosa mejoró un poco. La gente sabía lo que era eso. Y había un montón de gente allí a la que se le iba la pinza, así que Texas estaba bien: no tenías la sensación de estar tan jodido mientras estuvieras allí.

Pero entonces me largué del Ejército; mi tiempo había terminado. Y uno podría pensar que estaba todo bien, pero no estaba todo bien. Me sentía como si estuviese abandonando a los míos. En realidad, les importaba una mierda que me largara o no, pero en el momento eso es lo que sentí, que estaba abandonando a los míos. Pensé: A lo mejor tendría que quedarme.

Pero no me quedé. Me marché. Los cabrones me hicieron entrar en la Guardia Nacional antes de soltarme, pero me soltaron y yo me piré. Me volví a Ohio. Hice una parada en Elba de camino. Emily quería el divorcio. Así que nos divorciamos y luego me volví a casa. Tenía algo de dinero y empecé a ponerme hasta el culo de drogas. Pensaba que si tenía algo de dinero, bastante como para ponerme hasta el culo de drogas, entonces podía hacerlo y algo bueno acabaría por ocurrir. Lo que ocurrió fue que una vez, en marzo, me metí coca y llamé a Emily en plena noche, y le dije:

–Te perdono. Te necesito tanto… ¿Te estás follando a alguien ahora mismo? Me da igual lo que hicieras. No lo mencionaré. Pero no creo que pueda hacer esto sin ti.

–¿Qué quieres decir?

–¿Te lo tengo que deletrear, joder?

Yo tenía alquilado un apartamento en Coventry Road, en Cleveland Heights, y Emily se mudó la primera semana de abril e intentó vivir conmigo. Acababa de licenciarse con honores y era preciosa y brillante así que, en fin, yo puse todo de mi puta parte. Compré unos estúpidos muebles. Pensé, esto es lo que hace la gente cuando sienta la cabeza. Llevé a Emily al teatro, y le compré un vestido para llevar. Fue y lo cambió por otro, y se lo puso, y yo me puse el único traje que tenía y nos tomamos unos trankis de 1 mg y nos fuimos al teatro. Era un show de una sola actriz sobre Ella Fitzgerald. Había comprado las entradas con mucha antelación. A Emily le gustaba muchísimo Ella Fitzgerald. Total, que llegamos allí y éramos los únicos que íbamos arreglados. Había un montón de gente de zonas residenciales, de mediana edad y también mayores, y llevaban todos ropa de L.L. Bean y esas mierdas. Gente de mediana edad con dinero, y no eran capaces de ponerse una puta americana o algo. Daban ganas de vomitarles encima. Esta era la vida por la que habíamos luchado. El espectáculo estuvo bien. Luego Emily y yo nos volvimos a casa, y tomamos algún otro tranki y nos desmayamos y nos fuimos a dormir, y James Lightfoot probó a llamarme, pero yo no oí el teléfono, y esa fue la noche en la que lo arrestaron por intentar colarse en mi edificio de apartamentos, solo que no era mi edificio de apartamentos; se había intentado colar en el edificio equivocado. Los polis le encontraron un cuchillo. Y había drogas de por medio.»

Cherry

NICO WALKER

Literatura Random House, 2020 (editado originalmente por Random House USA, 2018)

352 págs.

Traducción de Inga Pellissa Díaz

PISTA DE FUSTA. DJ Convidat: KIKO AMAT

El programa de Miqui Puig en Catalunya Radio, Pista de fusta, despide temporada con un especial DJ Invitado. El invitado, como habrán imaginado, soy yo. Seleccioné para la ocasión unas cuantas canciones favoritas antañonas y modernas, peroré (en catalán) sobre el aspecto heroico y trágico del mod revival, sobre mi amor no-irónico hacia el pop-punk pastelero de finales del los 90, sobre el trap triste, mi exploración sostenida de la carrera entera de Martin Newell y los Cleaners From Venus, el Strawberries de Damned, la influencia del «The National Front Disco» de Moz en mi última novela y muchas más cosas.

Pueden escucharlo aquí. Espero que les guste.

Gracias por la invitación, Puig.

Cosas Que Leo #33:THE FURNISHED ROOM, Laura Del-Rivo

Furnished Del-Rivo

«Dyce inserted coins into the Auto-Snack, jabbing the red button. ‘I’m getting a ham sandwich. And for you?’

The thought of food nauseated Beckett, tightening his stomach. ‘I’m not hungry.’

‘I’ll get two packets, anyway. I’ve been to an awful dance. It’s like playing tennis, dancing with some those hefty hearty deb girls. Still, they provide some decent food and drink, and you get to know people.’ Dyce gave him the cellophane-wrapped sandwiches. ‘Hang on to these, will you?’ He slapped his pockets. ‘I came here for cigarettes. Run clean out. Now where the hell is the-’

‘Machine over there.’

‘Fine.’ Dyce strode forward, saying: ‘Yes, I passed the waiting-room and happened to see you in there. What on earth were you doing? Not travelling anywhere, are you?’

The cigarettes bought, they started for Dyce’s car, which was parked outside.

‘I lost my room. I’m broke. I had to stay somewhere.’

Dyce stopped, and gave him a hard, long look, like a recruiting officer assessing men for physical fitness and psychological stability. Finally he said: ‘You look a wreck, man. Your nerves are all gone to pieces. I’ve never seen anyone degenerate as quickly as you have.’

‘That’s not so. I’m stronger than you think. There’s a core of hardness inside me, a hard core inside me.’ Under the influence of the pills, Beckett’s words were like an express train. ‘Some things do not touch me, they are nothing to do with me. For instance, if I have a job, it is nothing to do with me. If I owe rent, it is nothing to do with me. If I stole five pounds, it would be nothing to do with me. For me, the only sins, the only things I feel moral about, are the things which soften my centre. For instance, laziness, boredom, wasting my time in trivialities, I regard as sins.’

Dyce opened the car doors. They got in and sat talking in the parked car. ‘How did you get in such a state, anyway?’»

The furnished room

LAURA DEL-RIVO

New London Editions, 2011 (publicado originalmente en 1961 por Hutchinson & Co.)

245 págs.

NPG x132739; Laura Del Rivo - Portrait - National Portrait Gallery

**** Esta de aquí arriba es Laura Del-Rivo, en una de las muchas (míticas) fotografías que tomó de ella Ida Kar. Laura fue una de las grandes escritoras bohemias y beatnicosas del Soho de los sesenta. The furnished room es una mezcla de Absolute Beginners y Ritual in the Dark de Colin Wilson y algo de Camus. Si les hacen falta más conexiones, en 1963 Michael Winner convirtió la novela en thriller criminal de soho-explotation con guión del gran Keith Waterhouse -y aparición de la diva Morrisseyana Diana Dors- retitulada como West 11 (vean el trepidante trailer aquí). La Del-Rivo sigue viva y avispada, por cierto. Pueden verla en este inspirador video reciente, hablando de su vida, de su longevo puesto de quincalla de segunda mano en Portobello Market y de su arte y visión del mundo. Te amo, Laura.

PSYCHOLAND T01 EO6: Exhibición de atrocidades: canibalismo, necrofilia y más

Canibalismo, necrofilia y vampirismo. Ninguna de las tres es linda de contemplar. Nuestro sexto episodio de la serie no es apto para estómagos delicados, pues en él hablamos de las exuberantes e imaginativas parafilias de los asesinos en serie más perturbados. Un elenco aterrador y nauseabundo, lo peor de cada casa: Fritz Haarman, Armin Meiwes, Andrei Chikatilo, Albert Fish, Jeffrey Dahmer o Ed Kemper. Y de postre, dos vampiros (uno de ellos argentino).

Todo ello en Podimo. Descarguen App. Escuchen pod. Rían, lloren, trallen (al gusto). Pulsen follow. Reenvien a todos sus conocidos. Repitan operación.

Cosas Que Leo #32: BASTARD OUT OF CAROLINA, Dorothy Allison

bastard Allison

«In August the Revival tent went about half a mile from Aunt Ruth’s house on the other side of white horse road. Some evenings while Travis and Ruth sat and talked quietly, I would walk up there on my own to sit outside and listen. The preacher was a shouter. He’d rave and threaten, and it didn’t seem he was ever going to get to the invocation. I sat in the dark, trying not to think about anything, specially not about Daddy Glen or Mama or how much of an exile I was beginning to feel. I kept thinking I saw my Uncle Earle in the men who stood near the highway sharing a bottle in a paper sack, black-headed men with blasted, rough-hewn faces. Was it hatred or sorrow that made them look like that, their necks so stiff and their eyes so cold?

Did I look like that?

Would I look like that when I grew up?

I remembered Aunt Alma putting her big hands over my ears and turning my face to catch the light, saying, “Just as well you smart; you an’t never gonna be a beauty”.

At least I wasn’t as ugly as Cousin Mary-May, I had told Reese, and been immediately ashamed. Mary-May was the most famous ugly woman in Greenville County, with a wide, flat face, a bent nose, tiny eyes, almost no hair, and just three teeth left in her mouth. Still, he was good-natured and always volunteered to be the witch in the Salvation Army’s Halloween Horror House. Her face hadn’t made her soul ugly. If I kept worrying about not being a beauty, I’d probably ruin myself. Mama was always saying people could see your soul in your face, could see your hatefulness and lack of charity. With all the hatefulness I was trying to hide, it was a wonder I wasn’t uglier than a toad in mud season.

The singing started. I leaned forward on the balls of my feet and hugged my knees, humming. Revivals are funny. People get pretty enthusiastic, but they sometimes forget just which hymn it is they’re singing. I grinned at the sound of mumbled unintelligible song, watching the mean near the road punch each other lightly and curse in a friendly fashion.

You bastard.

You son of a bitch.

The preacher said something I didn’t understand. There was a moment of silence, and then a pure tenor voice rose up into the night sky. The spit soured in my mouth. They had a real singer in there, a real gospel choir.

Swing low, sweet chariot… coming for to carry me home… swing low, sweet chariot… coming for to carry me home.

The night seemed to wrap all around me like a blanket. MY insides felt as if they had melted, and I could taste the wind in my mouth. The sweet gospel music poured through me in a piercing young boy’s voice, and made all my nastiness, all my jealousy and hatred, swell in my heart. I remembered Aunt Ruth’s fingers fluttering birdlike in front of her face, Uncle Earle’s flushed cheeks and lank black hair as they’d cried together on the porch, Mama’s pinched, worried face and Daddy Glen’s cold, angry eyes. The world was too big for me, the music too strong. I knew, I knew I was the most disgusting person on earth. I didn’t deserve to live another day. I started hiccuping and crying.

“I’m sorry. Jesus, I’m sorry.”

How could I live with myself? How could God stand me? Was this why Jesus wouldn’t speak to my heart? The music washed over me… Softly and tenderly, Jesus is calling. The music was a river trying to wash me clean. I sobbed and dug my heels into the dirt, drunk on grief and that pure, pure voice soaring above the choir. Aunt Alma’s swore all gospel singers were drunks, but right then it didn’t matter to me. If it was whiskey backstage or tongue-kissing in the dressing-room, whatever it took to make that juice was necessary, was fine. I wiped my eyes and swore out loud. Get that boy another bottle, I wanted to yell. Find that girl a hardheaded husband. But goddam, keep them singing that music. Lord, make me drunk on that music.

I rocked back and forth, grinding my heels into the red dirt, my fists into my stomach, crooning into the dark night and the reflected glow from the tent. I cried until I was dry, and then I laughed. I put my head back and laughed until my voice was hoarse and the damp fog came to cover the lights from the revival. If Aunt Ruth had come out to me then, I would have apologized for everything, for living and not loving her enough to save her from the cancer that was eating her alive. I didn’t know. For something, surely, I would have had something to apologize for, for being young and healthy and sitting there full of music. That was what gospel was meant to do -make you hate and love yourself at the same time, make you ashamed and glorified. It worked on me. It absolutely worked on me.”

Bastard out of Carolina

DOROTHY ALLISON

Penguin, 1992 (publicado en España con el título de Bastarda, Alfaguara, 2000)

320 págs.

**** Este es uno de los mejores libros que he leído en toda mi vida. Pasa de inmediato al Top 20 absoluto. No se lo puedo recomendar lo suficiente. Dedicaré el resto de mi existencia a que se reedite en nuestro país.

El Sentido de la Birra #86 (una entrevista con Kiko Amat)

Esta entrevista me la hicieron hace un par de semanas los de El Sentido de la Birra, popular videopodcast de entrevistas. No recuerdo haber grabado jamás una entrevista tan larga, se extiende durante una hora y cincuenta minutos, como los discursos más breves de Raúl Castro.

Fue una charla agradable repleta de buenas preguntas y alguna respuesta molona. En ella hablo del oficio de escribir, de Rompepistas y Cosas que hacen BUM, del podcast Psycholand, de nerdez infantil, de odio sempiterno y violencia, de Dickens y Milton, de clasismo y clase, de subculturas rocanroleras, de santos cristianos y los hermanos Strasser, de normalidad y locura, de debilidad por la plebe, de escribir por desquite, de sentimentalismo vomitivo y, por alguna razón insondable, de Rod Stewart.

También se me puede ver yendo a mear, en una escena que podría haberse transformado fácilmente en Agárralo como puedas (si llego a llevarme el micro al váter).

El look es Baden-Powell/Wandervogel flipado y avejentado con monkey boots y camiseta de Males Herbes. No traten de copiarlo cerca de hospitales psiquiátricos.

Cosas Que Leo #31: BLACK HAMMER; ORÍGENES SECRETOS, Jeff Lemire, Dean Ormston

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Black Hammer 1: Orígenes secretos

JEFF LEMIRE, DEAN ORSTON

Astiberri, 2017

184 págs.

Cosas Que Leo #30: UNA LUZ ABRASADORA, EL SOL Y TODO LO DEMÁS, Jon Savage

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“Así que allí había una verdadera cultura musical, y fue muy importante para nosotros. Más allá de eso, no creo que tuviéramos ninguna identidad. La escuela a la que fui era realmente grande, y supongo que si vivías en Salford eras una especie de don nadie, no tenías apenas probabilidades de progresar en el mundo. Te consideraban carne de fábrica. La música te aportaba una suerte de identidad porque era un lugar deprimente y los inviernos eran muy largos, así que tendías a internalizar todo eso. No es como vivir en Los Ángeles, donde puedes ir cada día a la playa con tus patines en línea. Era en plan «Ah, mierda, esto es de lo más aburrido. Hoy hay niebla, está lloviendo, ¿qué vamos a hacer? Ya lo sé, vamos a casa de este o a casa de este otro. Llevémonos un montón de discos y hablemos de música». Y aquello terminó evolucionando hacia «Empecemos a hacer música».

Terry Mason: Conozco a Hooky desde que tenía ocho años. A Bernard no lo llegué a conocer hasta que fui al instituto, me lo encontré en el tercer año porque la escuela estaba dividida en dos partes: estaba el Salford Technical High School y el Salford Grammar School. Hooky y Bernard iban a este último, el instituto normal, y yo iba a las clases de formación profesional, y a pesar de que ya habíamos decidido dónde queríamos estar, en el tercer año nos metieron a todos juntos en la misma clase. Nos hicimos más amigos cuando cumplimos los dieciséis y todos teníamos una escúter. Decir que éramos una pandilla de moteros no sería lo más correcto, pero en aquel momento había unos diez de nosotros en la misma clase que teníamos motos pequeñas, y quedábamos después del colegio. Aunque Hooky y Barney vivían en zonas diferentes a la mía, solían acercase bastante a donde vivía yo. No éramos más que chusmilla con motocicletas. No llevábamos parkas, ni banderas del Reino Unido ni condecoraciones del ejército del aire.

Peter Hook: Conocí a Bernard en el instituto de Salford, cuando los dos teníamos once años. Nos hicimos amigos muy rápido. Ni yo ni Bernard estábamos entre los alumnos a los que acosaban, ni tampoco éramos parte de los abusones, estábamos un poco en medio de todo eso, así que la nuestra era una existencia bastante privilegiada para un chaval. Empecé a salir cuando tenía dieciséis, más o menos. El primer club al que fuimos fue el Salford Rugby Club, en el Willows, que abría los lunes, y luego progresamos hasta la noche de los martes, y muchos de nuestros amigos del colegio iban allí. Para mí era más fácil ir que para Bernard, porque podía volver a casa a pie. Él vivía en Broughton, así que se convirtió en el lugar donde pasaba el rato. Sonaba rock de los setenta, básicamente: Slade, Deep Purple, Hendrix, Groundhogs, Status Quo. Fuimos a ver a Led Zeppelin en el Hard Rock de Stretford, a Deep Purple en el Free Trade Hall, y cosas así. Rock duro. Aquello duró hasta que empezamos a salir, y nos fuimos aficionando al pop porque comenzamos a escucharlo. No escuchamos música disco hasta que no empezamos a ir a los clubes.

Terry Mason: Bueno, era una escuela secundaria, pero si te digo la verdad, no es que nos aportara gran cosa. Entre nosotros tres sumábamos hasta cinco exámenes de acceso a bachillerato. Aquella no era precisamente una época en la que se esperara mucho de ti, ni que fueras a la universidad. En nuestro curso habría unas ciento veinte o ciento cincuenta personas, y el número de alumnos que iría a la universidad de toda la escuela sería quizá de cuatro. Lo que se esperaba de ti era que terminaras y encontraras algún tipo de trabajo. No había grandes ambiciones, no es que fuera un instituto conocido por producir médicos. Creo que lo que más produjo fue operadores de torno y maquinistas, pero no había en la escuela ningún tipo de excelencia académica. La fábrica de Salford era Ward & Goldstone, una planta eléctrica, pero no tenía ningún tipo de atractivo para nosotros.

Bernard Sumner: Me lo pasé bomba en el colegio. Sentía que la juventud era una época para disfrutar, así que no me centré en los estudios. Lo que quería era salir y perseguir a las chicas, ir a robar a las tiendas de Manchester y hacer todas esas cosas increíblemente estúpidas que hacen los chavales que están en el colegio. Cuando dejé los estudios quise ir a la escuela de arte. Tenía un pequeño porfolio de obras que había creado en la escuela y fui al Bolton College of Art, y me aceptaron. Así que fui a casa y se lo dije a mi madre, y me dijo: «No». Le dije: «¿Cómo? Yo quiero estudiar Bellas Artes». Me dijo: «No me lo puedo permitir». Hizo que uno de mis tíos hablara conmigo, lo cual fue bastante extraño, porque era un tío realmente lejano que no me caía especialmente bien, porque vivía en una casa grande en Worsley, o por ahí. Me dijo: «Mira, no puedes ir a la escuela de arte, tienes que salir ahí fuera y encontrar un trabajo, valerte por ti mismo». Así que tuve que aparcar aquella idea y buscarme un trabajo.”

Una luz abrasadora, el sol y todo lo demás; Joy Division. La historia oral

JON SAVAGE

Reservoir Books, 2020 (publicado originalmente en Faber & Faber, 2019)

416 págs.

Trad. de Javier Blánquez

PSYCHOLAND T1 EO5: Instru-mental; las herramientas del oficio

Como dice un refrán, “ni sin yunque el herrero, ni sin banco el carpintero”. Los asesinos en serie, como cualquier otra disciplina, requieren unas herramientas determinadas, y estas suelen ser menos extravagantes que en los filmes gore. Manos, machetes o martillos; veneno o balacera. En el quinto episodio, ya disponible, juzgamos el instrumental de Lizzy Borden, el Hachero de New Orleans, Harvey “The hammer” Carignan, los repelentes Dnepropetrokvsk Maniacs o el prolífico y siniestro Dr.Shipman. ¡No se lo pierdan!

Si no se han descargado aún la app, pueden hacerlo frotando con su naricita en este infalible link.

Cosas Que Leo #29: DIECINUEVE APAGONES Y UN DESTELLO, Valentín Roma

19 apagones roma

«Cuando en 1657 Vermeer presentó Muchacha dormida, los burgueses allí congregados sonrieron y se acariciaron las barbillas: por fin tenían delante al gran artista del catolicismo nórdico. Al mismo tiempo, a pocas calles de distancia, otro pintor, Jan Steen, cerraba la taberna que había regentado hasta el momento, un tugurio de mala muerte y peor reputación conocido con el nombre de La Culebra.

El vino tuvo la culpa de ambos acontecimientos: en el lienzo de Vermeer, los tragos matutinos y a hurtadillas de una jovent ama de casa, los cuales la sumieron en un dulce sueño desobediente con las labores del hogar; en el de Steen, el alcohol a bajo precio que chorreaba por el escote de prostitutas y jornaleros, los clientes habituales de la bodega más canalla de Delft.

Se ha ensalzado de Vermeer su luminosa contención, la manera en que su pintura «paraliza el mundo». Sin embargo, frente a la prosopopeya de todos esos personajes que cosen, leen o reflexionan sobre la envergadura del universo, viendo los cuadros de borracheras y jolgorios de Jan Steen, uno no puede sino recordar que donde verdaderamente se detiene el reloj es en ciertos bares, a ciertas horas y con algunas compañías.

A diferencia del vino tomado a dedales, como «quitagustos» o para olvidarse del cónyuge y la depresión, la ingesta caudalosa de caldos sin pedigrí no produce sueño, al contrario, eleva la franqueza y con ella las relaciones interclasistas. Esta celebración de la dicha y la desgracia –esta cualidad del vino que todo lo celebra– fue uno de los principales temas en la obra de Steen, cuyas escenas tabernarias, de bailes o peleas entre jugadores y beodos pueden mirarse como el reverso de la alienación religiosa del Barroco, un blackout de la laboriosidad protestante del norte de Europa.

Siempre decantada hacia sus vértices jansenistas, la historia de las ideas estéticas ha ignorado a este pintor por considerarlo «demasiado explícito, sin condiciones para el misterio». Algo totalmente incierto, sobre todo porque las parrandas representades por Steen están llenas de enigmas no tan arcanos, però enigmas, al fin y al cabo: ¿quién aguantará hasta el último minuto de la fiesta?, ¿qué lechos maritales se traicionarán esa noche?, ¿recuperará el viejo su lujuria perdida?, ¿sabrá el niño guardar un secreto?»

Diecinueve apagones y un destello; un manifiesto tentativo

VALENTÍN ROMA

Arcadia, 2020

176 págs.

Cosas Que Leo #28: WILL IN THE WORLD, Stephen Greenblatt

Will Greenblatt

“The author of The Winter’s Tale was not a folk artist, and he made it clear in many ways that he was not. A sheep-shearing festival performed on the stage of the Globe as part of a sophisticated tragicomedy was not in fact a sheep-shearing festival; it was an urban fantasy of rural life, informed by knowing touches of realism but also carefully distanced from its homely roots. Shakespeare was a master of this distancing; if he had a sympathetic understanding of country customs, he also had ways of showing that they were no longer his native element. The Athenian lovers are not in fact in the woods to celebrate the May; Duke Senior bears no resemblance to Robin Hood; the queen of the sheep-shearing festival is not a shepherd’s daughter but the daughter of a king; and if an old, mad father becomes the object of murderous attack by his children, it is not in the grotesque comedy of the mummer’s play but in the sublime tragedy of King Lear. No one can stamp upon the ground and make Lear or his daughter Cordelia spring back to life. Sir Toby and Falstaff come closer to the actual way in which Lords of Misrule functioned -they do for a limited time overturn sobriety, dignity, and decorum- but Shakespeare went out of his way to depict them after their disorderly reign is over: “What, is it a time to jest and dally now?” Prince Hal shouts in a rage, throwing the bottle of sack at Falstaff (1 Henry IV, 5.3.54). “I hate a drunken rogue,” moans Sir Toby, beaten and hungover (Twelfth Night, 5.1.193-94).

But there was nothing defensive in the ways Shakespeare distanced himself, no stiff-necked insistence on his sophistication or learning, no self-conscious embrace of the urban or the courtly. He had deep roots in the country. Virtually all of his close relatives were farmers, and in his childhood he clearly spent a great deal of time in the orchards and market gardens, in the surrounding fields and woods, and in tiny rural hamlets with their traditional seasonal festivals and folk customs. When he was growing up, he seems to have taken in everything about this rustic world, and he did not subsequently seek to repudiate it or pass himself off as something other than what he was. The cultivated Elizabethan literary critic George Puttenham writes snobbishly of “boys or country fellows” who listened with delight to blind harpers and tavern minstrels singing old romances and who enjoyed the carols sung at Christmas dinners and at the old-fashioned wedding feasts known as bridales. Will was almost certainly one of those country fellows. He doesn’t seem to have been anxious about such pleasures, though he subsequently moved in circles that laughed at their rusticity. He simply took them with him to London, as his possession, to be used as much or as little as he liked.

Shakespeare was anything to indifferent to being counted as a gentleman. But his concern for his station in life, his longing for social success, and his fascination with the lives of aristocrats and monarchs did not entail the erasure of the world from which he came. (Perhaps he simply loved the world too much to give any of it up.) Instead, he used his boyhood experiences -as he used virtually all of his experiences- as an inexhaustible source of metaphor.”

Will in the world; How Shakespeare became Shakespeare

STEPHEN GREENBLATT

Norton, 2005 (no existe traducción al castellano)

398 págs.

**** No es una obra de Shakespeare, pero forma parte de mi Proyecto Shakespeare. Increíble biografía, de lo mejor que he leído este año. Ahora LO ENTIENDO TODO.

PSYCHOLAND T1 EO4: ¿Qué diablos es un serial killer? Definición, tipos y fases

En el cuarto episodio de nuestro podcast ofrecemos una clase magistral sobre qué es un asesino en serie. Dibujamos la tipología habitual del fenómeno. Revisitamos los intentos pasados, no del todo exitosos, de bautizarles. Nos adentramos por las 7 fases que suele atravesar el serial killer en cada crimen, de la áurea a la depresiva (y vuelta a empezar), ofreciendo jugosos ejemplos. Terminamos dividiendo a los asesinos en serie en 4 modalidades fundamentales.

Si aún no tienen la app, pueden conseguirla aquí. Háganlo ya y súmense al creciente número de psychos que sigue el podcast.

Cosas Que Leo #27: DIARIO DE SINTRA, S. Spender, C. Isherwood, W.H. Auden

Sintra VVAA

«Stephen Spender a Christopher Isherwood

Barcelona, 2 de abril de 1936

[…] Tu carta de hace tres días ha llegado hoy, y también recibí otra, cosa que te agradezco. The Olive Field no ha llegado, pero no pierdo la esperanza. Debiste de enviármelo hace tiempo, un día después de la carta que recibí hace al menos una semana. De todos modos, no te preocupes, si se ha perdido, qué se le va a hacer, ya lo leeré en otra ocasión.

Aquí hasta los políticos son interesantes, se parecen a los ir­landeses, por aquello de la perpetua pugna entre castellanos y catalanes. Ayer conocimos a Companys y a varios miembros del parlamento, que parecían buena gente. Acaban de salir de la cár­cel, donde han pasado dieciocho meses. Veo mucho al cónsul in­glés […], que se rodea de los miembros más representativos de la colonia británica. Esta gente habla de los españoles, y sobre todo de los catalanes, como los colonizadores de los indígenas […].

Anoche estuve cenando en el consulado. Como de costum­bre, alguno de los invitados cogió una revista, miró la fotografía de una española y dijo: «Tal cual. Cara bonita y risueña, pero debajo, nada de nada». Me hablaron de lo mala que es la comi­da, de lo insignificante que es la literatura del país y de lo malos que son los catalanes. Cuando les dije lo generoso que había sido Manent, me dijeron que lo más seguro es que quisiera algo de mí. Luego les expliqué que me había llevado a conocer a un editor y que este, al ver lo mucho que me había gustado un libro con 150 fotografías de España, me lo regaló de inmediato. Ellos se encogieron de hombros diciendo: «La típica generosidad oriental».

[…] Anoche, [el cónsul] proclamaba alegremente a voces lo que él llama el «derrumbe económico». Los varios mercaderes de la muerte que asistían a la cena decían: «Lo que necesita Es­paña es un Gobierno de derechas fuerte». Discutimos sobre la conveniencia o no de hacer un préstamo a Alemania. Alguien dijo que seguramente el dinero nos sería devuelto en forma de explosivo, a lo que un joven hombre de negocios respondió: «Bueno, pero hay que admitir que el dinero prestado a Alemania beneficiará al mercado del níquel» […].

Stephen Spender a Hilda Weber Schuster

2 de abril, en Thomas Cook & Son, Barcelona

Hay un hombre amabilísimo que se llama Manent, un catalán que todos los días nos lleva a visitar los lugares más interesan­tes de Barcelona. Ayer visitamos el Museo del Románico, que es uno de los museos mejor organizados que haya visto. Esta tarde iré a ver las mejores bibliotecas privadas de España. El propieta­rio imprime unos libros magníficos, de formato pequeño y, por desgracia, ruinosamente caros. Ayer, mientras estábamos en el Palacio de la Exposición, donde vimos las pinturas románicas, coincidimos con los miembros del Gobierno catalán, incluido el presidente Companys. Manent nos presentó al ministro de Cultura, que es una persona muy amable, poeta. Se hace raro pensar que hasta hace tres meses todos ellos estaban en prisión desde hacía al menos dos años.

Siempre que nos encontramos con castellanos y catala­nes, se muestran sumamente cordiales, y Barcelona me pare­ce —como ya ocurrió hace tres años— uno de los lugares más adelantados e inteligentes de todos en los que he estado. Tam­bién veo mucho al cónsul inglés, con quien cené anoche. Tanto él como muchos hombres de negocios ingleses detestan profun­damente a los españoles, sobre todo a los catalanes. Ninguna de las barbaridades que puedan decirse sobre España les pare­ce suficiente, afirman que la lengua es horrenda, sobre todo el catalán, que los españoles son gente vacua, carente de intere­ses, como simios salvajes, que la comida es incomestible, que los niños son desmoralizadores y que ningún inglés debería dejar que sus hijos se criaran con los de los españoles. El cón­sul inglés, que es una autoridad de la máxima importancia en la ciudad más importante de España (Barcelona es más grande que Madrid), me dijo abiertamente, durante nuestro primer en­cuentro, que a Companys tenían que haberlo matado hace dos años. Me parece increíble que un diplomático hable de manera semejante del presidente del Estado en el que vive. Yo solo lle­vo aquí unos días y, por tanto, me resultó imposible reaccionar, así que me limité a escuchar todas esas atrocidades. El cónsul decía que aconsejaba a todos los visitantes que pedían información que evitaran pisar España, en parte debido a la situa­ción política, que ciertamente es muy grave, pero en gran parte también por la pura y simple repugnancia que le producen los españoles.

He aprendido mucho sobre este pueblo en los últimos días —es muy fácil— y leo a los poetas españoles, que son muy bue­nos. Coincido con Curtius, que piensa que España es uno de los países más interesantes y que sus poetas son quizá los mejores de Europa. Luego trataré de traducir algunos de los estupendos poemas que he leído. También hay muchos pintores buenos […].»

Diario de Sintra; diciembre de 1935-agosto de 1936

STEPHEN SPENDER, CHRISTOPHER ISHERWOOD, W.H. AUDEN

Gallo Nero, 2017 (publicado originalmente como Sintra diary, edición y notas de Matthew Spender del 2012)

235 págs.

Traducción de David Paradela López

NAM de Mark Baker: ultrafavorito ya a la venta (con prólogo de Kiko Amat)

Contra Editorial acaba de publicar mi libro favoritísimo sobre la guerra de Vietnam, Nam: la guerra de Vietnam en palabras de los hombres y mujeres que lucharon en ella, de Mark Baker. Sí, me gusta aún más que el Despachos de guerra de Michael Herr (aunque los dos libros se complementan, y el de Herr siempre me ha encantado, claro).

Cómprenlo de inmediato. Es alucinante. Una de las más grandes historias orales jamás escritas.

La felicidad por su publicación en españa se triplica, queridos lectores, pues la editorial (sabiendo de mi fanatismo implacable) me encargó un prólogo introductorio para la obra (que me quedó rebién) y, no contentos con ello, decidieron incluir una cita mía en la que desde ahora en adelante voy a llamar LA TRÍADA DE ARTISTAS MÁS HONORABLE EN LA QUE VOY A ESTAR INCLUIDO PARA SIEMPRE JAMÁS:

«Aquí está la catastrófica tragedia que fue nuestra
intervención en Vietnam. Es imposible describir
el poder de este libro, pero te prometo que será
una de las lecturas más memorables de tu vida. No
puedo recomendarlo con mayor fervor.»
Harry Crews

«Nam fue un libro importante para mí, no solo
porque fue donde me topé por primera vez con la
palabra “fugazi”, sino también porque retrataba
vívidamente las experiencias de las personas involucradas
en ese desastre de guerra… perdón,
“acción militar”.»
Ian MacKaye (Fugazi / Minor Threat)

«Una obra tan dura como sublime, construida con
las voces reales de los chicos y chicas que combatieron
allí —voces jóvenes, violentas, aterradas,
rocanroleras—, que llenará al lector de ira, compasión
y un fiero orgullo de clase.»
Kiko Amat

Cosas Que Leo #26: SKELLIG, David Almond

SKellig Almond

«Her eyes were cold as she stared down at me from the tree.

Her voice was sarcastic, and singsong:

 

“Thank God I was never sent to school,

To be flog’d into following the style of a Fool”

 

“You know nothing about it”, I said. “We don’t get flogged and my friends aren’t fools”.

“Ha!”

“That’s it,” I said. “You know nothing about it. You think you’re special but you’re just as ignorant as anybody. You might know about William Blake but you know nothing about what ordinary people do”.

“Ha!”

“Yes. Ha!”

I stared at my feet. I picked my fingernails. I kicked the garden wall.

“They hate me,” she said. “I could see it in their eyes. They think I’m taking you away from them. They’re stupid.”

“They’re not stupid!”

“Stupid. kicking balls and jumping at each other and screeching like hyenas. Stupid. Yes, hyenas. You as well.”

“Hyenas? They think you’re a monkey, then.”

Her eyes glared and her face burned.

“See? See what I mean? They know nothing about me but they hate me.”

“And of course you know everything about them.”

“I know enough. There’s nothing to know. Kicking, screeching, being stupid”.

“Ha!”

“Yes, ha! And that little red-haired one…”

“Blake was little and red-haired.”

“How do you know that?”

“See? You think nobody but you can know anything!”

“No, I don’t!”

“Ha!”

Her lips were pressed tight together. She pressed her head back against the trunk of the tree.

“Go home,” she said. “Go and play stupid football or something. leave me alone.”

I gave the wall a last kick; then I left her. I went into my front garden. I went through the open front door. Dad shouted hello from somewhere upstairs. I went straight through into the backyard and squatted there and squeezed my eyes tight and try to stop the tears.»

Skellig

DAVID ALMOND

Laurel-Leaf, 2008 (existe edición española del mismo año, en Ediciones Castillo. También está disponible en castellano la edición en Random House, titulada -de modo más que cuestionable- Alas para un corazón).

182 págs.

**** Un gran libro de Young Adult Fiction que se lee en media tarde lluviosa, y que -como suele suceder con lo mejor del género- no es solo para jóvenes.

PSYCHOLAND T1 EO3: Papá y mamá te joderán vivo: infancias y bagajes

Un nuevo episodio de Psycholand, el vibrante podcast sobre asesinos en serie que Kiko Amat y Benja Villegas realizan para Podimo con la producción de LastCrit. Este capítulo, el tercero, «Papá y mamá te joderán vivo: infancias y bagajes» es uno de los más breves que grabamos (28 minutos de trepidación) y nos encanta cómo quedó.

Numerosas teorías buscan explicar la existencia de los asesinos en serie, pero la más sencilla se halla bajo el propio techo: sus infancias. El bagaje monstruoso de la mayoría de multihomicidas, sus familias deplorables, los abusos inclementes que sufrieron, pudieron señalar su carrera futura. En el episodio tercero veremos cómo Aileen Wuornos, Jane Toppan, John Wayne Gacy, Ed Gein o Gary Heidnik nunca tuvieron una noche de reyes.

Kiko y Benja están disponibles para fiestas infantiles.

Escuchen este capítulo. Tiene ese rollo. Gracejo y conexiones pop y comparativa audaz y el ocasional momento de hilaridad inesperada. ¿No tienen la app aún? Hay que bajársela, es como bastante indispensable. Acá. No vale monises.

La canción del viernes #57: TELEVISION PERSONALITIES «Privilege»

Una de mis canciones preferidas de los TV Personalities (de mi elepé más querido y abatido: Privilege, de 1990). Para mí, «Privilege» es la lectura más precisa de lo que son las diferencias de clase, y la sensación de inadecuación, inferioridad y vergüenza que provocan (si estás en la clase incorrecta; es decir: abajo). Una gran canción de tristeza de clase, una visión de pérdida y anhelo (y envidia) que es casi conservadora, y que está a años luz de todos los panfletos mendaces que circulan por ahí.

«Well if you’ve got letters after your name
If you’ve got someone who can take the blame
You’ve got privilege
That’s one thing I never had«