Jon Bunch a la gespa

Es una semana de escritos fúnebres. La recomentadísima muerte de Leonard Cohen -cuyo arte, por respetable y excelente que me parezca, ha influido exactamente un 0% en mi vida y trabajo y visión y ambición- me inspiró para escribir la columna «Jon Bunch a la gespa», para mi serie Hòsties al Fibló, para el PLAY, suplemento del periódico Ara.

Va de un músico que sí me inspiró y me dio fuerza, y que también murió (en circunstancias casi opuestas a las de Cohen) en enero de este año, y nos enteramos tres. Y el cabo.

Hablo, por supuesto, de JON BUNCH, de mis adorados SENSE FIELD.

Si no me equivoco, los amigos de PLAY han incluído el clip de «Voice» en el artículo, siguiendo mis meticulosas instrucciones, así que yo me permito endiñarles aquí otra favorita personal del Building (Revelation, 1996), «Overstand», quizás la canción que más escuché a finales de 1996. Ahí está todo. La fuerza del camino de hierro. Ese es mi 1996.

 

La gran engañifa de 1996

Esta es una pieza para Babelia de El País que me gustó mucho escribir. Habla de 1996 y la gran patraña del brit-pop, pero también del triunfalismo 90’s y el descascarillado y estéril legado que los chicos noventas dejaron para las generaciones venideras.

Viene a cuento del reciente libro de David Stubbs, 1996 & The End of History.

Porque el gusto no siempre es relevante o definitorio pero, no me jodan, hay una sutil diferencia entre haber crecido con Decibelios o Kortatu (o Brighton 64) y haberlo hecho escuchando a Australian Blonde, Parkinson DC y, qué se yo, Sidonie. Algunas cosas te marcan, y muestran el camino. Otras lo muestran de forma más difusa. Otras son paridas mercantiles. A los dieciséis, estas cosas IMPORTAN.

Ah, sí: léanlo poniendo el dedo índice rígido y apuntando táctilmente a esto.