Caitlin Doughty: este muerto está muy muerto

https://i0.wp.com/www.qmul.ac.uk/pathologymuseum/images/149020.jpgEn su fotografía promocional, Caitlin Doughty luce rictus de gótica sobreexcitada relamiéndose de placer ante alguna chuchurrida momia inca, y todo apunta a que se trata exactamente de ese tipo de persona. Pero también es una “obrera de la muerte” con notable capacidad narrativa y vis cómica. Especialmente si consideramos su área de conocimiento. La Doughty, en efecto, es empleada de funeraria, licenciada en tanatopraxia, ama del cremulador (o máquina pulverizadora de huesos) y, desde hace un par de años, también exitosa autora, fundadora de The Order of The Good Death y estrella de su propio canal de Youtube “Ask a mortician” (“Pregúntale al sepulturero”), que contiene videos tan inusitados como “Popó de cadáver”, “Prótesis de cadera, rodilla y pechos” (qué sucede con ellos en el horno) y “La peor forma de morir” (el escafismo: una tan letal como interminable tortura persa que incluye miel, leche, cagarrinas e insectos).

Sí: Caitlin no va escasa de gracejo. Su libro Hasta las cenizas; lecciones que aprendí en el crematorio es como la serie de HBO Dos metros bajo tierra, solo que sin el insufrible elenco de aguafiestas que la poblaban (confieso que jaleé muy fuerte el fallecimiento televisivo de Nate “Oh-todo-me-sale-mal” Fisher) y dejando solo las partes humorísticas. Su libro nace de la primera persona sin parapetos ni antifaz, despega desde una infancia de morbidez latente y proclividad por lo tétrico (en un lugar tan poco tétrico como Hawái) y toma tierra en su propicio destino como aprendiz en una funeraria de San Francisco.

Página a página, la escritora desentraña (ejem) con ritmo sandunguero temas tan fascinantes como el primer muerto que afeitó, los diversos tipos de suicidios existentes, el papel de las plañideras, el canibalismo mortuorio de algunas sociedades primitivas, un sabroso paso-a-paso de la extracción de vísceras (¡no prueben esto en casa!), un espeluznante capítulo sobre bebés muertos (“No era extraño que Mike me pidiera que dejara un adulto para el día siguiente y lanzara [al horno] un par de bebés antes de que acabara el día”), cosmética para cadáveres y una atinada descripción en clave enológica del aroma de un cadáver descompuesto (o “eau de putrefacción”: “regaliz con un intenso trasfondo de cítricos (…), un vaso de vino blanco que ha empezado a atraer a las moscas y (…) un cubo de pescado crudo dejado al sol” (ñam ñam). Gran diversión. Kiko Amat

Hasta las cenizas; lecciones que aprendí en el crematorio

Caitlin Doughty

Plataforma Editorial

Traducción de Isabel de Miquel

281 págs.

(Esta pieza se publicó originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia el 28 de mayo del 2016)