Cosas Que Leo #108: STOP-TIME, Frank Conroy

“Jugaba con el yoyó porque me gustaba, sin hacer uso del menor esfuerzo de voluntad. No era la ambición lo que me impulsaba, sino la naturaleza del arte del yoyó. El yoyó significaba mi primer intento organizado de controlar el mundo exterior. Y me fascinaba porque me permitía apreciar mis avances por medio de unos pasos claramente definidos, y también porque la intimidad, la casi terrorífica familiaridad que empecé a sentir con respecto al instrumento que tenía en la mano parecía garantizarme que nada irrelevante se interpondría entre los dos. Usando el lenguaje del jazz, yo estaba demasiado “tenso”, y mi yoyó me había librado por fin, al menos en algunos aspectos, de la paralizadora mediocridad de la vida en general.”

Stop-Time

FRANK CONROY

Libros de Asteroide, 2018 (publicado originalmente en 1965)

390 págs.

Traducción de Eduardo Jordá.  

Cosas Que Leo #70: SHOCKAHOLIC, Carrie Fisher

“Now, I’ve always heard that one of the most important things in life is to be confortable in one’s own skin. Well, I may have come to the not illogical conclusion that the more skin you have, the more confort you’ll feel! Presumably you’ve heard of making a mountain out of a molehill? Well, that one fussy molehill was now this eternally black-clad mountain. And, if my alleged resemblance to Elton John turns out to be a problem for anyone out there, all I can really say (politely and in a sing-song voice) is “blow my big bovine, tiny dancer cock!” Or you could just skip the whole thing – your choice”.

Shockaholic

CARRIE FISHER

Simon & Schuster, 2011

156 págs.

CAITLIN MORAN: «Una estatua del Britpop tendría 47 penes y 5 tetas»

Hacía unos años que no charlaba con Caitlin Moran. Desde aquella entrevista del 2015 que le hice para Rockdelux (y que publicaré íntegramente aquí cuando me dé la ventolera, un día de estos).

La semana pasada fui al hotel Condes de Barcelona y hablé con ella de Cómo ser famosa (Anagrama), su última novela, segunda parte de la autobiográfica Trilogía Johanna.

Pueden leer mi charla condensada con toda comodidad, aquí.

Aterratges (una crónica de juventud)

Esto que les linkeo abajo es un texto de crónica que escribí durante las vacaciones de verano para la revista Barcelona Metròpolis, del ayuntamiento de esta gran ciudad. No es un relato ni tampoco un cuento, a no ser que se refieran a un cuento de terror (autobiográfico)

Se trata de una vieja anécdota juvenil que me suena haber contado en algún otro sitio en formato breve, y que aquí reexplico en el que para ustedes, lectores fieles, ya será el familiar tono ciclotímico Dios qué risa me da / Dios voy a saltarme la tapa de los sesos ahora mismo.

Está en catalán. Se llama Aterratges (aterrizajes).

Me gusta el panel ilustrado que han hecho para la ocasión (aunque yo nunca he tenido ese cuellaco).

Il·lustració © Sonia Alins

«Confesiones dolorosas»: 5 recomendaciones memorísticas para Babelia

Colaboré en el Babelia especial sobre la Feria del Libro de Madrid con cinco recomendaciones de autobiografía y memorias (todo novedades). Lo hice en calidad de director del festival Primera Persona. Tres les sonarán de recomendaciones previas, otro par son nuevas.

Léanlas acá. Duelen, pero es dolor bueno.

Clasificado X: Malcolm, el tío más peligroso de América

Biografía Se vuelven a publicar las memorias del más radical de los líderes negros de los sesenta, el furibundo e imponente Malcolm X, con motivo del 50avo aniversario de su asesinato.

xLa primera sorpresa agradable de esta nueva edición de Malcolm X es la portada. Quiero decir que en ésta, al menos, aparece Malcolm X. En la versión de Ediciones B que leímos en 1992 solo se veía a Denzel Washington con cara de pasmo, recién maquillado para el biopic de Spike Lee. Malcolm X, ustedes ya lo saben, fue el más radical de los activistas afroamericanos de la década de los 60. Su fascinante historia, trufada de complejidad, violencia, rincones oscuros y súbitos cambios de tercio (Malcolm, como un grupo pop inglés de los sixties, pasó por cuatro o cinco etapas vitales con looks y retórica bien diferenciados), es lo que hace de estas memorias –dictadas al periodista Alex Healy- algo igualmente fascinante.

Lo más descacharrante es su etapa de malandro juvenil, a lo largo de los 40’s. Aquel “Red”, que siempre iba “vocinglero y bastante animadito” por el cannabis, que robaba de los sitios todo lo que no estuviese claveteado al suelo y que no tenía más intereses que la coyunda, el crimen y los narcóticos. Oh: y alisarse el pelo con sosa cáustica. Esta primera parte del libro se lee como una (buena) novela de delincuencia juvenil de Frank Norman, Warren Miller o Ed Bunker. Allá iba Red, vestido como un árbol de navidad (“en realidad parecía un verdadero payaso, pero mi ignorancia me hacía creer que estaba en la onda”), abofeteando a señoras (las partes de violencia de género –por las que el renacido X no pide disculpas, ni leches- son de espanto), poniéndose to’fino de cocaína y bailando swing hasta el descoyunte rotular.

Ya en la cárcel (1945), Malcolm “ve la luz”. Ustedes dirán: oh, no. Los avezados lectores de biografías rock sabemos bien que la aparición de “la luz” redentora en la vida del artista coincide mágicamente con la aparición de los yogures, el sermón y lo pelma. Y Dios. Cuando Alá entra por la puerta, la diversión salta por la ventana. Por supuesto, la parte eminentemente política de Malcolm X se inaugura con esa “luz” cegadora, así que no nos queda más remedio que seguir leyendo. El libro recompensa nuestro tesón con una impecable parte carcelaria que (de nuevo) se lee como una buena novela de presidio de Malcolm Braly o Don Carpenter.

Malcolm X se convierte entre rejas a la Nación del Islam –entonces bajo el liderazgo de Elijah Muhammad- y pasa a ser ministro de la organización. Aquí conviene distinguir entre las vicisitudes que asaltan al nuevo Malcolm (la creación de su discurso, el proselitismo, la lucha racial) y las locuras punibles por la ley que Elijah pone en su boca. En aquel Malcolm X hallará el lector muchas verdades (sobre imperialismo blanco, sobre el establishment, sobre racismo estadounidense) pero también un notable surtido de charlatanería geneticista, pseudociencia majareta, desvaríos enloquecidos sobre Shakespeare (una página entera) o el “diablo blanco”, generalizaciones hebefrénicas sobre la “mujer blanca” y la “debilidad de la mujer” y mucha más tela psiquiátricamente computable. Malcolm X sigue resultando atractivo por su autoridad innata, su coraje, su temperamento inflamable (en la segunda página ya está llamándole “imbécil” a alguien, al estilo Jardiel) y radicalismo insobornable, pero el lector solo puede concluir que también soltaba bastantes paridas. Esta tercera parte del libro es, en cierto modo y por todo lo apuntado, un gran discurso de Elijah Muhammad con ocasionales acotaciones autobiográficas. Explicarlo en 1964 debió parecer crucial, pero al lector del 2015 puede resultarle asaz loco.

La acción se reanuda con el escándalo adúltero de Elijah Muhammad (vean cómico despiece), el desengaño de Malcolm X, su posterior expulsión deshonrosa de la Nación del Islam y su peregrinaje a La Meca. En 1965 Malcolm X ya había cambiado de idea (para bien) sobre un centenar de cosas, pero no-se-sabe-quién lo apioló igual (introduzcan teoría conspirativa favorita aquí; mis apuestas van hacia agentes de COINTELPRO infiltrados en la Nación del Islam). Su influencia política y cultural, en todo caso, sigue siendo inconmensurable. Esta esencial biografía nos recuerda lo colosal de su ejemplo y legado.

PISTAS Y CITAS

Drogas y pistolas: “Ahora que lo pienso, creo que en aquella época yo estaba, por lo menos, ligeramente loco. Para mí, las drogas eran como la comida de la gente común. Llevaba armas como quien usa corbata”.
Bagaje: “Para comprender a alguien, hay que conocer toda su vida, remontarse hasta el nacimiento. La personalidad del individuo es la suma de todas las experiencias que ha vivido. Todo lo ocurrido es un ingrediente de su carácter”.
Legado hip hop: Hagan el favor de teclear en Google “Malcolm X hip hop” y serán sepultados por 100.000 artículos sobre Boogie Down Productions, Public Enemy, Gangstarr y una sartenada de rappers más. Malcolm X es crucial en la creación de la retórica hip hop.
La hilarante (y alarmante) excusa de Elijah Muhammad cuando Malcolm le cuestiona su adulterio: “Yo soy David. Cuando leas que David tomó la mujer de otro hombre, piensa que yo soy ese David. Leerás que Noé se emborrachó. Yo soy ese Noé. Leerás que Lot fornicó con sus propias hijas. Yo debo cumplir todo eso”. Genial, Elijah.
Un chiste racista que Malcolm X utiliza para fines didácticos: “Alguien pidió a un blanco, a un negro y un judío que expresaran un deseo. El blanco pidió acciones de la Bolsa. El negro pidió mucho dinero. Y el judío pidió joyas falsas y la dirección del “joven de color”. Kiko Amat

Malcolm X; una autobiografía contada a Alex Haley
Malcolm X /Alex Haley
Capitán Swing
518 págs
Trad. de César Guidini & Gemma Moral

(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia del 19 de septiembre del 2015)

5 pistas sobre Eduard Limónov

Limonov1) Es el rey de la primera persona: Eduard convierte su vida en mito, y toda su obra circula alrededor de ello. “La única leyenda viva que le interesa es él”, sugería Emmanuel Carrère en Limónov. Limónov es un egocéntrico loco que solo sabe hablar de sí mismo, pero lo hace con tal belleza, humor, patetismo y éxtasis, que convierte cada batallita en un momento trascendente. Édichka también es un bocazas: no hay escritor más petulante y chulo que él. Pero a la vez es un tipo honesto, leal y muy generoso. No es un hipócrita ni un cobarde, y mucho menos un cínico. Podrá arrearles un taburetazo, pero nunca por la espalda, y solo cuando realmente lo merezcan.
2) Es un romántico: Lo que implica que su primera persona puede ser más o menos fiable dependiendo de lo contado. Como Nik Cohn, Limónov no deja que la verdad se entrometa en una buena historia. Mentiroso compulsivo, cuentacuentos supremo, amante de la visión épica, la hipérbole y la exageración patológica, Édichka explica su propia existencia desde el über-romanticismo de un poeta guerrero en plena epifanía. Importa poco si la viñeta narrada le deja como un superhombre o un gusano asqueroso: lo crucial, entiéndanlo, es el impulso. Su voz en Soy yo, Édichka (Marbot, 2014) ostenta megalomanía tiznada de pavor, pasión-con-demonios, apocamiento que pude tornarse furia esquizoide, odio de clase y hambre por la vida.
3) Es un dandi: Limónov ama la ropa. En sus inicios incluso alardeaba de ser un “sastre autónomo”. Aunque hace años que Eduard solo maneja un inquietante look Trotsky + mosquetero facial combinado con tabardos negros de la armada soviética y pantalones de paraca, en Soy yo, Édichka le vemos luciendo acampanados blancos, trajes de tres piezas color malva (agh), cazadora de cuero con pajarita (ugh), botines puntiagudos, camisas de chorreras y otros atentados estéticos contra la salud mental.
4) Es un punk: Y no solo porque en su etapa neoyorquina fuese fan de Ramones o Talking Heads o porque en su juventud editara fanzines de poesía. Es un punk porque se limpia las ancas con el canon de la alta cultura, con los popes del establishment, y “no ama las peregrinaciones literarias ni a los barbudos del XIX”. Se mofa de la bohemia de su Jártov natal (y, en Soy yo, Édichka, de la bohemia rusa neoyorquina), de sus chaquetas casposas y reverencia por los clásicos, así como rechaza la idea underground del fracaso como acto noble.
5) Es un hombre con biografía: Sí, su vida es ligeramente distinta a la de, por ejemplo, Martin Amis. Edichka fue delincuente fallido en Jártov, airado dandi del underground moscovita, punk ruso en NY que terminó sodomizado por un homeless, mayordomo de un multimillonario, celebridad literaria en París, voluntario en la guerra de los Balcanes (¡por el lado Serbio!), fundador del partido Nacional-Bolchevique, reo de varias cárceles, miliciano nasbol en Kazajstán, convicto por terrorismo y filofascista ocasional, entre muchas y terribles cosas. Quizás piensen que está como una chota, pero desde luego es de los tipos más interesantes que llegarán a conocer jamás. Kiko Amat

(Artículo publicado originalmente en el suplemento Babelia de El País del 17 de enero del 2015. Pueden también leerlo en la edición digital del suplemento. O sea, acá)

El vermut de Kiko Amat #10: CARLOS PARDO

Esta sí que es buena. Kiko Amat se cita para el vermú con el escritor madrileño Carlos Pardo un día de lluvia torrencial (por ello Pardo luce algo húmedo en las fotos), en el bar de la Filmoteca para pegarse el moco arty-farty, y toman unos bebibles y discuten un amplio abanico de temas: ex-modismo, poesía de mierda, desclasamiento burgués, dandis heroicos o pisaverdes perfumados, autobiografía dañina y todo sobre la familia Pardo. Y, por supuesto, su nueva novela El viaje a pie de Johann Sebastian (periférica). Y se tronchan bastante, ese par de prendas.

Pueden leerla, como siempre, aquí en Gent Normal, donde todo el mundo conoce nuestro nombre.