Teorema para el articulismo (de Kiko Amat)

Todo artículo o columna periodística (de unos 3000 a 5000 caracteres con espacios, más o menos) debe contener, en su adecuada proporción, al menos un ejemplo de cada uno de los elementos siguientes:

1 comparación con un elemento de otra disciplina que a primera vista no tenga una relación directa con el sujeto de la pieza (es decir: no comparar una canción con otra canción, sino compararla a una película, libro, teorema matemático o receta de estofado). Comparar entre géneros y temas (y cualquier cosa) es un signo claro de una inteligencia vivaz e inquieta. Los vagos no comparan, o lo hacen de la forma más manida y predecible que uno pueda esperar. No es que yo sea muy inteligente, se lo juro; pero sé lo que me gusta leer.

1 retazo de primera persona del articulista. No negociable. Escrito sin cinismo ni altivez ni petulancia, sino su perfecto contrario: desde la confesión, el inventario moral, la completa honestidad sin escudos. Que además haga reír, a poder ser.

2 fragmentos cómicos o humorísticos. Porque no hay otra forma de plantarle cara a este sucio mundo.

1 puya libelosa contra algún formato de arte malo que esté en oposición directa al sujeto del artículo. Es imposible hablar de positivos sin mencionar negativos. No hay amor sin odio (el odio es una pasión y “la rabia una energía”[1], no hace falta decirlo). O, como afirma el gran Julio Camba en la cita que inaugura este libro, “hallo muy admisible el cultivo del propio jardín arrojando, en los ocios de esta amena labor, alguna pequeña piedra al vecino huerto de hortalizas.”

2 citas textuales del libro/canción/filme etc. con su correspondiente análisis. Aunque alguna gente no lo hace, yo sí leo/escucho/contemplo etc. el sujeto del que voy a hablar en mis artículos. Y lo demuestro citando, para que el lector entienda lo que he entendido y, por añadidura, pueda fiarse de mi criterio, habiendo atestiguado que hice los deberes.

2 fuentes de información que no se encuentren en la hoja de prensa, o contraportada, o entrada de Wikipedia. Un buen articulista posee sus fuentes no-digitales de información. Su biblioteca particular y su cerebro y universo propios, pardiez. Escribamos, por el amor de Dios, cosas que no nos haya dicho ya la editorial o la discográfica. Usemos la base de datos que hemos ido almacenando durante todos estos años de excavación, soledad y socavamiento de la salud.

1 título molón. Con juego de palabras, a ser posible, y multiplicidad de lecturas. Los ingleses son los reyes de esto, y yo he aprendido directamente de ellos.

1 inicio vibrante y adictivo. La introducción es la parte más importante del artículo, al menos para mí. En el nudo o cuerpo uno tiene que intentar no decepcionar (en el desenlace o conclusión tampoco), pero el primer párrafo debería ser perfecto.

Combinen todo esto en un artículo de intención chispeante y entretenidora, y obtendrán más o menos lo que lleva uno haciendo todos estos años.


[1] Como cantó John Lydon.

(Escribí esto en el año 2015, para el prólogo a mi antología confesional y revisionista de piezas Chap chap. Sigo suscribiendo lo que dije. Como no sabía con qué ilustrarlo, y estaba a punto de volver a colocar la escena del pegamento en Aterriza como puedas, me he permitido enchufar esa foto que le hice a -una pequeña parte de- mis apuntes para Antes del huracán).

Torturas y machos

Son dos artículos distintos, aún no he perdido la razón del todo.

Uno es un Top 9 de Torturas de toda la vida. Bueno, en realidad casi todas son del XVII o anteriores. Lo escribí para VICE, y pasé un rato fenomenal releyendo mis libros sobre torturas (sí: soy la clase de hombre que tiene una sección de libros sobre torturas en sus estantes) y también tecleando ese pedazo de prosa cómica del mejor calibre. Ah: la bromita del video de Krahe no es cosa del autor, que quede claro. Yo deseaba ver a un fulano ardiendo. El grabado de un fulano ardiendo, no uno de verdad, en el patio interior (ya se entiende).

El artículo de marras está entre los más leídos esta semana, por lo que deduzco que lo de la tortura interesa a más gente, y que no estoy tan chiflado. Qué alivio.

El otro es un Verdadero/Falso de la masculinidad que también me hizo pasar un rato agradable, y que entregué a los chicos de Playground. El artículo no se me ocurrió después de leer El bar de las grandes esperanzas, de JR Moehringer (mi libro favorito de los últimos meses) pero casi. No se lo tomen demasiado en serio: es solo un artículo humorístico, no la conferencia de Potsdam.

Chap chap: bienvenido a casa, macho (el 13 de mayo en todas las librerías)

¡Ya ha nacido Chap chap, el nuevo libro de Kiko Amat! Ahí lo tienen, junto a algunos de sus hermanos. Miren lo gordito que está, y lo mucho que se parece al padre.

Chap-chap-and-friendsChap chap (Blackie Books, 2015) es una flamante y llameante colección de artículos, listas, diatribas y panegíricos 1987-2014 («una antología confesional», como anuncia certeramente el subtítulo). Lleva un prólogo que es lo más, es una selección que te pasas e incluye una montaña de textos nuevos y comentarios del autor y otras desnudeces vergonzantes. Sí, es de nuevo su autor de cercanías favorito enseñando los metafóricos y oprobiosos colgajos. También hallarán entre sus páginas «Los 6 peores artículos de mi carrera», seleccionados y destripados para su completa comprensión y ulterior defenestre.

Lean, pues, en este libro cómo Kiko Amat: acude a una cita con la actriz Juliette Lewis, atropella a un viejo con su coche (pero no se lo carga), acude boquiabierto a un concierto de Julio Iglesias, desea ser escalador, espía a los pijos de Calella, cuenta con repugnante detalle la vasectomía a la que se sometió, entrevista a Miguel Bosé, habla de nazis gays y de beatniks, confiesa sus juveniles actos de vandalismo público, acusa y defiende a The Style Council (de un modo algo bipolar), relata por qué beber es fascinante, acude a un concierto de Vic Godard y se emborracha como un cerdo, se infiltra en Queralbs para intentar atisbar a Jordi Pujol (y casi le linchan), nos enseña los tatuajes asquerosos que cubren su piel (sin que nadie se lo haya pedido) y rememora su vida en la cadena de montaje de la SEAT.

Chap chap estará en sus librerías favoritas el día 13 de mayo (según me cuentan). Vayan allá en tromba y adquieran cuantos ejemplares puedan.