En Éxtasis. En Finestres.

Esta tarde (jueves 7 de octubre) presentamos esta maravilla -ya va por su segunda edición- en la librería Finestres. No se lo pueden perder.

En la librería lo presentamos así:

Hubo una época en la que, para una inmensa minoría, las sombras pasaron a ser un refugio contra la mediocridad y el escalafón. Unos pocos —modernos, avanzados—, cuyo objetivo fue «arrancarle un propósito a la noche» (como anuncia el prólogo del libro, escrito por Kiko Amat), militaron en un movimiento contra la nada y, a su vez, contra todo. La posmodernidad, las nuevas formas de ocio ligadas a la nueva ola, las tribus urbanas, la cultura juvenil y de club, las drogas…

Esta es una épica bien conocida hoy en día a nivel europeo; cada territorio con su idiosincrasia y particularidad: la subcultura juvenil. Lo que no lo es tanto es el hecho de que todo esto, en contra de lo que suele creerse, en nuestro país comenzó en València, irradiándose como un incendio al resto del Estado, en una subcultura que acabó bautizándose como «bacalao» (sin K; al menos al principio).

Aprovechando el lanzamiento de la segunda edición del clásico sobre los inicios de la cultura de club en nuestro país —auge y caída— En éxtasis; el bakalao como contracultura en España, del periodista Joan M. Oleaque, organizamos un encuentro en Finestres. Con la presencia del propio autor, quien charlará con Pepebilly, ex-DJ de la mítica sala barcelonesa Psicódromo y pionero de la máquina catalana, y Àlex Salgado, director del documental Ciudadano Fernando Gallego, sobre el DJ barcelonés Nando Dixkontrol.

Pueden apuntarse aquí. Regalamos pastillas de mescalina a los diez primeros. Es broma. Pero vengan igual, será divertido.

Kiko Amat con los bakalas (7 de marzo)

El viernes 7 de marzo he sido invitado al debate «En éxtasis: ¿fue València la cuna del clubbing moderno?».

Comparto mesa con seres de gigantesca humanidad: Joan M. Oleaque (autor de En éxtasis, pero también de mi libro favorito de true crime español, Des de la tenebra), Luís Costa (autor de ¿Bacalao!) y Ricard Robles (co director del Sónar).

Me encanta que me hayan llamado para formar parte del tinglado. Yo pondré, supongo, la parte de subculturas en general, locos ochentas, cultura anti-padres y amor a los discatis.

Echen un vistazo a los detalles aquí abajo. Es a las 19:30 en el Curtis (c/Mallorca 196, Barna).

En éxtasis

https://kikoamat.files.wordpress.com/2017/09/798e2-20905567_1907092499617525_2921055481902399488_n.jpgComo ya les previne, el 10 de octubre saldrá a la venta la traducción al español del mitiquísimo libro de Joan M. Oleaque En éxtasis; el bakalao como contracultura en España (Barlin libros).

Hoy mismo he podido ojear una flamante copia que acababa de caer en mi buzón. Ha quedado la mar de elegante, y el texto es la pera, y mi prólogo, permítanme que les diga, no está pero que nada mal. Ha sido uno de los buenos; está claro.

Fans de la subcultura, lo tribal, los fenómenos juveniles 80’s y los libros de rocanrol: yo os conmino a haceros con un ejemplar. Y regalar unos cuantos más por ahí. Es un gran libro.

Kingsley y el bacalao

https://static.fnac-static.com/multimedia/Images/ES/NR/f2/2c/15/1387762/1507-1.jpgEsta reentré van a aparecer dos libros con prólogos de su amigo y vecino Kiko Amat. Uno de ellos es el mítico En éxtasis, de JM Oleaque, exploración mega-pionera del bacalao que Barlin libros recupera (traducido al castellano) para su solaz lector. El otro es el polémico Stanley y las mujeres, que Kingsley Amis publicó en 1984 y que lanza por primera vez en España Impedimenta.

El primero saldrá en breve, el segundo está al caer (o ya en las librerías; no he mirado).

Les avanzo los tres primeros párrafos de mi prólogo para el viejo Kingsley, por si les sirve de acicate y les entran las ganas:

Kingsley Amis y Stanley y las mujeres: un caso clínico

O: cómo escribir un libro de divorcio, inventar la novela borde, suicidarte artísticamente y molestar a tus enemigos (pero también a tus amigos


1. Stanley y las mujeres es la novela más extraña de Kingsley Amis. Su existencia está enmarcada entre dos sucesos clave, que la sujetan como un sándwich por detrás y por delante: una rebanada es el divorcio holocaustico de su segunda mujer, la actriz y escritora Elizabeth Jane Howard; la otra rebanada, la posterior, es la siguiente novela que escribió, The old devils (1986), que fue premiada con el Booker Prize y que algunos consideran su mayor logro (junto a, claro está, Lucky Jim, su cegador debut de 1954). En esa posición tan poco agraciada, tan poco cómoda, Stanley y las mujeres puede considerarse como lo que tal vez sea: un esputo verdoso, purulento, que Amis alojaba en su garganta y que necesitaba sacarse de dentro para poder seguir adelante, para volver a escribir desde la cordura y la compasión.

En música pop se habla a menudo de discos de divorcio: álbumes que se grabaron en mitad de separaciones agrias, a las puertas de juzgados; discos que eran cartas de despecho, recriminación y revancha al cónyuge. Rumours, de Fleetwood Mac (un grupo formado por dos parejas; un disco grabado en mitad de dos divorcios), el Blood on the tracks de Bob Dylan o el Here, my dear de Marvin Gaye. Elepés oscuros y abismales, descarnados, que eran a la vez documentos del viaje por la sima que atravesaba el artista. Stanley y las mujeres debe, y solo puede, leerse bajo la misma luz. Como un libro de divorcio.

Ese divorcio -acerbo y sangriento y ulcerante- es la pupa donde se gestó Stanley y las mujeres. Un lugar angosto, sin ventanas, a ratos irrespirable, dominado por miasmáticas corrientes de rencor y dolor, que moldeó al Amis más agrio que se había visto hasta la fecha. El autor jamás había sido un angelito, vaya eso por delante, era orgulloso y arrogante y tenía una boca grande[1], por lo que jamás andaba escaso de detractores y enemigos personales (Evelyn Waugh le llamó “escoria”, para gran regocijo del propio Kingsley). Sí, Amis era un tipo ácido hasta el punto de corrosión, le encantaba ser odiado por la gente que él odiaba[2] y estaba siempre arremangado para la trifulca. No era un cursi, o un pusilánime; desde luego no era un blando. Pero incluso así, Stanley y las mujeres es una nueva vuelta de tuerca; tal vez la definitiva. Era un paso radical incluso para Kingsley Amis. El autor no volvería a estar jamás tan cegado por la rabia, su máquina de escribir no volvería a dejar el charco de veneno humeante que dejó tras la escritura de este, en cierto modo, temible libro.

[1] Para colmo, había ido escorándose hacia la derecha cada vez más. Para cuando escribió Stanley y las mujeres sus tiernos años de comunista quedaban muy lejos. Amis defendía la intervención estadounidense en Vietnam y la existencia de las armas nucleares. Y el fin de los subsidios culturales o artísticos.

[2] “En su vida pública, Kingsley siempre había sido alguien “a la contra”, alguien que cortejaba la impopularidad. Ahora trataba de llevar su arte al foro” (de Experiencia, de Martin Amis)