
«—¿Ese hombrecillo tan tímido que casó a Angela y a Dennis? —preguntó Miriam—.Nunca habría pensado que pudiera ser tan valiente.
—Por lo visto, leyó en público la carta pastoral de su obispo sobre la Humanae Vitae, que era bastante severa, y después le dijo a la congregación que ese asunto solo concernía a la conciencia de cada uno.
—¿Y eso es todo?
—Bueno, luego le concedió una entrevista a un reportero del periódico local, y dijo que personalmente creía que el papa estaba en apuros o algo por el estilo. Al parecer, algún parroquiano malintencionado le envió un recorte del artículo al obispo.
—¿Y qué quiere Adrian Comosellame que hagamos nosotros?
—Quiere que nos unamos al grupo de Católicos por una Iglesia Abierta, y que firmemos una carta pública al cardenal en defensa del padre Brierley y los demás sacerdotes suspendidos.
—Parece buena idea.
—A la dirección de la universidad no le va a gustar —dijo Michael, un tanto avergonzado.
—Que se vayan al diablo —exclamó Miriam.
—Sabes que están a punto de ascenderme, ¿verdad?
—Que se vaya al diablo eso también.
—De acuerdo —dijo Michael—. Le diré a Adrian que nos apuntamos.
Como siempre, la certeza moral de Miriam le pareció admirable. Fue como si ella le hubiera proporcionado una máscara de oxígeno; de repente, se sintió fuerte y temerario, y las posibilidades que ofrecía el grupo de Católicos por una Iglesia Abierta lo llenaron de una peculiar excitación. El espíritu de la protesta se había extendido por todas partes, pero Michael aún no había hallado una sola causa con la que identificarse. Era demasiado mayor para el movimiento estudiantil, demasiado apolítico para la Nueva Izquierda (Slant había acabado por aburrirlo), demasiado moral (o tímido) para la contracultura de las drogas, el rock y el sexo sin compromiso. Le parecía que lo empujaban hacia los márgenes de la década sin cesar, forzándolo a adoptar una postura conservadora y convencional que lo hacía sentirse como si su juventud estuviera desapareciendo a cada vez mayor velocidad, como la Tierra a los pies de un astronauta. La idea de desafiar a la autoridad eclesiástica y defender la causa de la satisfacción sexual de los cónyuges y la libertad de expresión de los sacerdotes le pareció una oportunidad excelente para participar de buena fe en el espíritu de la época. Por supuesto, Michael no analizaba sus motivaciones de esta manera, y no comprendió por qué, poco después de inscribirse en Católicos por una Iglesia Abierta, se compró unos pantalones de campana y el disco blanco de los Beatles, su primer álbum no clásico. Pensó que se trataba de unas meras compras impulsivas, pero en realidad acababa de incorporarse a los años sesenta, aunque fuera en el último suspiro.»
Almas y cuerpos
DAVID LODGE
Impedimenta, 2020 (publicado originalmente en 1980 bajo el título de How far can you go?)
385 págs.
Traducción de Mariano Peyrou