“Así que allí había una verdadera cultura musical, y fue muy importante para nosotros. Más allá de eso, no creo que tuviéramos ninguna identidad. La escuela a la que fui era realmente grande, y supongo que si vivías en Salford eras una especie de don nadie, no tenías apenas probabilidades de progresar en el mundo. Te consideraban carne de fábrica. La música te aportaba una suerte de identidad porque era un lugar deprimente y los inviernos eran muy largos, así que tendías a internalizar todo eso. No es como vivir en Los Ángeles, donde puedes ir cada día a la playa con tus patines en línea. Era en plan «Ah, mierda, esto es de lo más aburrido. Hoy hay niebla, está lloviendo, ¿qué vamos a hacer? Ya lo sé, vamos a casa de este o a casa de este otro. Llevémonos un montón de discos y hablemos de música». Y aquello terminó evolucionando hacia «Empecemos a hacer música».
Terry Mason: Conozco a Hooky desde que tenía ocho años. A Bernard no lo llegué a conocer hasta que fui al instituto, me lo encontré en el tercer año porque la escuela estaba dividida en dos partes: estaba el Salford Technical High School y el Salford Grammar School. Hooky y Bernard iban a este último, el instituto normal, y yo iba a las clases de formación profesional, y a pesar de que ya habíamos decidido dónde queríamos estar, en el tercer año nos metieron a todos juntos en la misma clase. Nos hicimos más amigos cuando cumplimos los dieciséis y todos teníamos una escúter. Decir que éramos una pandilla de moteros no sería lo más correcto, pero en aquel momento había unos diez de nosotros en la misma clase que teníamos motos pequeñas, y quedábamos después del colegio. Aunque Hooky y Barney vivían en zonas diferentes a la mía, solían acercase bastante a donde vivía yo. No éramos más que chusmilla con motocicletas. No llevábamos parkas, ni banderas del Reino Unido ni condecoraciones del ejército del aire.
Peter Hook: Conocí a Bernard en el instituto de Salford, cuando los dos teníamos once años. Nos hicimos amigos muy rápido. Ni yo ni Bernard estábamos entre los alumnos a los que acosaban, ni tampoco éramos parte de los abusones, estábamos un poco en medio de todo eso, así que la nuestra era una existencia bastante privilegiada para un chaval. Empecé a salir cuando tenía dieciséis, más o menos. El primer club al que fuimos fue el Salford Rugby Club, en el Willows, que abría los lunes, y luego progresamos hasta la noche de los martes, y muchos de nuestros amigos del colegio iban allí. Para mí era más fácil ir que para Bernard, porque podía volver a casa a pie. Él vivía en Broughton, así que se convirtió en el lugar donde pasaba el rato. Sonaba rock de los setenta, básicamente: Slade, Deep Purple, Hendrix, Groundhogs, Status Quo. Fuimos a ver a Led Zeppelin en el Hard Rock de Stretford, a Deep Purple en el Free Trade Hall, y cosas así. Rock duro. Aquello duró hasta que empezamos a salir, y nos fuimos aficionando al pop porque comenzamos a escucharlo. No escuchamos música disco hasta que no empezamos a ir a los clubes.
Terry Mason: Bueno, era una escuela secundaria, pero si te digo la verdad, no es que nos aportara gran cosa. Entre nosotros tres sumábamos hasta cinco exámenes de acceso a bachillerato. Aquella no era precisamente una época en la que se esperara mucho de ti, ni que fueras a la universidad. En nuestro curso habría unas ciento veinte o ciento cincuenta personas, y el número de alumnos que iría a la universidad de toda la escuela sería quizá de cuatro. Lo que se esperaba de ti era que terminaras y encontraras algún tipo de trabajo. No había grandes ambiciones, no es que fuera un instituto conocido por producir médicos. Creo que lo que más produjo fue operadores de torno y maquinistas, pero no había en la escuela ningún tipo de excelencia académica. La fábrica de Salford era Ward & Goldstone, una planta eléctrica, pero no tenía ningún tipo de atractivo para nosotros.
Bernard Sumner: Me lo pasé bomba en el colegio. Sentía que la juventud era una época para disfrutar, así que no me centré en los estudios. Lo que quería era salir y perseguir a las chicas, ir a robar a las tiendas de Manchester y hacer todas esas cosas increíblemente estúpidas que hacen los chavales que están en el colegio. Cuando dejé los estudios quise ir a la escuela de arte. Tenía un pequeño porfolio de obras que había creado en la escuela y fui al Bolton College of Art, y me aceptaron. Así que fui a casa y se lo dije a mi madre, y me dijo: «No». Le dije: «¿Cómo? Yo quiero estudiar Bellas Artes». Me dijo: «No me lo puedo permitir». Hizo que uno de mis tíos hablara conmigo, lo cual fue bastante extraño, porque era un tío realmente lejano que no me caía especialmente bien, porque vivía en una casa grande en Worsley, o por ahí. Me dijo: «Mira, no puedes ir a la escuela de arte, tienes que salir ahí fuera y encontrar un trabajo, valerte por ti mismo». Así que tuve que aparcar aquella idea y buscarme un trabajo.”
Una luz abrasadora, el sol y todo lo demás; Joy Division. La historia oral
JON SAVAGE
Reservoir Books, 2020 (publicado originalmente en Faber & Faber, 2019)
416 págs.
Trad. de Javier Blánquez