Cosas Que Leo #71: KARA Y YARA EN LA TORMENTA DE LA HISTORIA, Alek Popov

“- No le hagáis caso, a veces se le va la olla -les explicó un chico recio-; por lo demás, es de los nuestros hasta la médula. Yo soy el Último Clavo en el Ataúd del Capitalismo.

– Es decir, el Clavo -dijo alguien.

– ¿No será de Pernik, camarada? -preguntaron arqueando las cejas las chicas, que también habían recuperado en parte su compostura, una vez convencidas de que el peligro de ser despedazadas en el acto había desaparecido.

Todos se echaron a reír. Sí, el Clavo era de Pernik e incluso era pariente lejano del Enterrador, aunque, a diferencia de él, había estudiado en un instituto de Sofía y se abstenía de llamar a las camaradas “bochancas”. A finales de la década de 1930 los libros de Karl May habían adquirido gran popularidad entre la juventud progresista de la ciudad minera. Las hazañas del guerrero Winnetou estimulaban la imaginación de los militantes de la Unión de juventudes Obreras, que en cierta medida se identificaban con la lucha de los hermanos pieles rojas oprimidos. Estaban en boga los nombres de guerra largos: el Toro Salvaje de la Revolución, la Flecha de la Internacional Comunista, el Gran Oso Rojo, el Rayo de la Ira Proletaria, etcétera. El típico reduccionismo balcánico, sin embargo, impidió que la tendencia se extendiera.”

Kara y Yara en la tormenta de la historia

ALEK POPOV

Hoja de Lata, 2020

329 págs.

Traducción de Viktoria Lefterova y Enrique Maldonado

Cosas Que Leo #4: LA CAJA NEGRA, Alek Popov

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“Un inmigrante no puede decir “no”. Después habla de sus alumnos en Bulgaria: los chavales, como los llama [mi padre]. No sería lo mismo sin ellos… Por supuesto, siempre podría poner el régimen como excusa y todos lo entenderían. Las relaciones con los comunistas nunca han sido fáciles. Pero, ¿acaso no es cierto que a pesar del comunismo ha conseguido ser quien es en estos tiempos, lo cual hace su éxito aún más auténtico? Además, los regímenes cambian… Le oigo mencionar el nombre del líder soviético Gorbachov, pero toda mi atención la acapara una chica con un piercing en el ombligo. Es la primera vez que veo semejante maravilla. La anilla brilla deslumbrante sobre su barriguita redondeada. Me quedo boquiabierto. Siento que retrocedo cien mil años en la evolución. ¡Qué Gorbachov ni qué perestroika!

Mi padre no nota nada.

Ahora pienso: hombre, pues si hubieras visto aquel piercing, tal vez ahora estarías en otro lugar y no en la puñetera caja. La vida no son solo integrales, hipotenusas y vodka. Aunque ya es tarde para aleccionar a mi padre. Es tarde para empezar a conocerlo. ¡Ni siquiera podemos tomar una cerveza juntos! Se acabó lo que se daba. Porque él está en la caja, tan pancho, y ya no le importa nada. Es decir… sus cenizas. En cuanto a su alma, no lo sé; tal vez recorra Estados Unidos montada en una Harley Davidson invisible y chille de alegría:

– ¡Me he escapado! Fuck! Fuck! Fuck!

Nosotros, sin embargo, aquí seguimos: en cuerpo y alma. Para colmo, la compañía de seguros se niega a pagar la prima. Exigen un análisis de ADN. Pero el cadáver ya está cremado. Los cabrones saben que estamos lejos y no podemos hacer prácticamente nada. Perdemos cerca de cien mil dólares.

Esto ocurrió hace quince años.”

La caja negra

ALEK POPOV

Automática Editorial, 2020 (publicado originalmente en búlgaro en el 2014)

316 págs.

Trad. de Viktoria Leftérova y Enrique Maldonado.