“Jugaba con el yoyó porque me gustaba, sin hacer uso del menor esfuerzo de voluntad. No era la ambición lo que me impulsaba, sino la naturaleza del arte del yoyó. El yoyó significaba mi primer intento organizado de controlar el mundo exterior. Y me fascinaba porque me permitía apreciar mis avances por medio de unos pasos claramente definidos, y también porque la intimidad, la casi terrorífica familiaridad que empecé a sentir con respecto al instrumento que tenía en la mano parecía garantizarme que nada irrelevante se interpondría entre los dos. Usando el lenguaje del jazz, yo estaba demasiado “tenso”, y mi yoyó me había librado por fin, al menos en algunos aspectos, de la paralizadora mediocridad de la vida en general.”
Stop-Time
FRANK CONROY
Libros de Asteroide, 2018 (publicado originalmente en 1965)
390 págs.
Traducción de Eduardo Jordá.