1) Withnail & I (Bruce Robinson, 1987)
2) Topsy-Turvy (Mike Leigh, 1999)
3) Apocalypse now (Francis Ford Coppola, 1979)
4) Night on earth (Jim Jarmusch, 1991)
5) Sweet smell of success (Alexander Mackendrick, 1957)
6) The seven year itch (Billy Wilder, 1955)
7) Gosford Park (Robert Altman, 2001)
8) Passport to Pimlico (Henry Cornelius, 1949)
9) Billy Liar (John Schlesinger, 1963)
10) State and Main (David Mamet, 2000)
11) Kind hearts and coronets (Robert Hamer, 1949)
12) A matter of life and death (Michael Powell and Emeric Pressburger, 1946)
13) The apartment (Billy Wilder, 1960)
14) All about Eve (Joseph L. Mankiewicz, 1950)
15) From here to eternity (Fred Zinnemann, 1953)
Por el nivel de re-re-re-revisitación de todos estos filmes podría uno llegar a la conclusión de que son mis películas favoritas, lo cual no es del todo cierto. Hay filmes que me encantan pero que no puedo ver a menudo, como los de Alan Clarke (Scum, The Firm, Made in Britain). Luego hay otros que he visto tantas veces como los listados, pero de un modo solo parcialmente voluntario (las 10.000 veces que vi El libro de la selva cuando mis rorros eran pequeños, por placenteras que fuesen las primeras 5500, no se contabilizan aquí).
Para sintetizar, podría decir que estos son mis filmes acogedores. La selección cosy y confortable y sanadora. Los que miro una y otra vez para que, por su esencia y por la familiaridad de la repetición, me eleven el espíritu y apacigüen my cansado (y acorazado) corazón.
Sí. Existen más de 15, sin duda, pero esto es una lista imperfecta, y además de haberlos puesto todos me jodía la concordancia del titular.
Por último, soy consciente de que la lista da la idea de que el día que salí del cine donde se proyectaba Gosford Park, el año 2001, me puse de rodillas y, arrancándome manojos de pelo y gritándole al cielo, juré no profanar mis ojos con ningún otro filme nunca más, pues nada podría estar a la altura de aquella maravilla. Lamento decir que no fue así. He vuelto al cine centenares de veces desde el 2001, con resultados perfectamente satisfactorios (algunos incluso elevadores). Lo único que sucede es que las dos décadas no me han dado para tanta revisitación demente.