Cosas Que Leo #152: STARLUST; LAS FANTASÍAS SECRETAS DE LOS FANS, Fred Vermorel

“En la tele hubo un programa sobre lo que pasaría si hubiera una guerra nuclear. Yo creo que si hubiera una guerra nuclear estaría todo el rato pensando: ¿estará Boy George a salvo?”

Starlust; las fantasías secretas de los fans

Fred Vermorel

Contra, 2021 (publicado originalmente en 1985)

322 páginas

Traducción de Ibon Errazkin

La Canción del Viernes #64: MARTIN NEWELL «Ain’t no silicone chip»

Una canción temprana de un viejo conocido de estas páginas, Martin Newell (uno de mis músicos favoritos desde hace décadas, como bien saben). La canción es de 1979, quizás por eso me recuerda tanto a Wreckless Eric o Johnny Moped. Todo apunta a que es una maqueta (si bien rutilante). Newell la incluyó en su disco escoba Martin Newell’s jumble Sale, que venía acompañado por esta escueta nota interior: «These selections recorded by Martin Newell mostly on 4-track or mono reel-to-reel, were made in classic lo-fi fashion. We hope you like them.«.

La canción cubre con una película acuosa mis cansados ojos, no sé si por el entusiasmo juvenil y epigramático de la frase principal, o por la metáfora futurista del título, o por la repetición casi autista del verso «I was standing in your kitchen / now I’m standing in your yard«, o por ese final abrupto, como si alguien hubiese pulsado el pause antes de tiempo (o él mismo hubiese dicho: «no sé cómo terminarla. A la mierda, me voy al pub»).

MARTIN NEWELL (CLEANERS FROM VENUS): “La fama es un vestido que no le queda bien a todo el mundo”

He publicado en El País una pieza entrevistante con uno de mis músicos favoritos y faro en lo espiritual, Martin Newell, de Cleaners From Venus. Me encanta este artículo; espero que les encante a ustedes también y que sirva para difundir su palabra.

En unas semanas colgaré la charla entera, que fue tremendamente didáctica y cachonda y extensa y amplia.

Compren sus discos (por su bien). Y que viva Wivenhoe!

Cosas Que Leo #7: JOLLY LAD, John Doran

Jolly Lad Doran

“There was dirt, horror and disfigurement everywhere I looked. But after one stiff drink I could leave the house; after two drinks the fear started lifting and after the third drink I’d feel like an artist. Or to be more precise, I would see the world through the eyes of an artist. And after five drinks, well, I could take my pick of them. On a good day I felt like Picasso. But there were all kinds of days. Imagine being Gustav Klimt in Hull, the golden light of the low winter sun at 3pm in the afternoon radiating along The Avenues. Imagine being Walter Sickert in Manchester, the violent brown and black smudges radiating from your feet and along canal towpaths. Imagine being Vincent van Gogh in St Helens, the sky ablaze with stars. That is something close to victory, something close to beating death.

They laughed at me and called me a piss artist. And how right they were. I was an aesthete with a broken nose in a stained shirt and inside-out boxer shorts, drinking the world beautiful.

When you drink constantly, you become numb, slipping down into a sub-life, a waking coma. You become a chaotic ghost that exists almost at one step removed from everything else. You float through the film of your own life. You see the sublime in the augury of fried chicken bones and tomato sauce cast upon the upper deck floor of a bus. You can divine a narrative among the finger-drawn doodles on the misted windows. You can feel your destiny in hundreds of individual condensation droplets on the glass turning red, then amber, then green.

Everything that you’d worried about a few hours previously… Where will I get the money from? What if he beats me up? Am I seriously ill? Am I dying? Have I got cancer? What will she say when I finally get home a week late? Will she cry when we eventually go to bed together? Will she pack her things and leave the next day? How near is death? What will it be like? Will I scream and cry? What is it like to die? And now, after some drinks, there is just the sweet sensation of your life passing you by with no struggle and no fuss. The rope slides through your fingers with no friction, just warmth as a balloon rises higher and higher out of sight. I have bottles and bottles and bottles and my phone is out of credit. A Mark Rothko night. A Jackson Pollock night…

This is the eternal holiday of the alcoholic. Once you create as much distance from your everyday life as you naturally have from orange tinted Polaroids of childhood caravan trips or stays in seaside hotels and Super 8 film reels of school sports days, then you start to experience your quotidian life like it’s the sunbleached memory of a happy event. You feel nostalgia and warmth for boring events that are unfolding right in front of you. You feel wistful about experiences that most people would find barbaric or gauche or unremarkable. You experience the epic, the heartwarming and the hilarious in post office and supermarket queues. You develop permanently rose-tinted glasses.

But there’s no getting away from it, after a while the strategy starts failing. You start seeing everything through the eyes of Francis Bacon, through the eyes of Edvard Munch, through the eyes of HR Giger… Your vision becomes stained and cracked.”

Jolly Lad

JOHN DORAN

Strange Attractor Press, 2015

295 págs.

Kiko Amat is coming to town (València)

Este sábado 21 de diciembre me encontrarán en el Palau de la Música de València. No me acompañará Rudolf, el reno de la nariz roja, ni unos cuantos elfos fabricadores de juguetes, ni los reyes magos, sino el periodista Eduardo Alminyana. La charla forma parte del ciclo Literatura i Música Pop al Palau, un enunciado más explícito que un título de canción de Morrissey. El asunto está comisariado por Rafa Cervera.

Hablaremos de literatura y libros. Como no tengo muy claro que exista una conexión en cuanto a métodos de trabajo y prestaciones de oficio, diré precisamente eso, y luego hablaré de cada uno de los dos campos con la efusión y locuacidad acostumbradas.

La cosa caerá en su regazo de gratis, como un regalo navideño. Es a las 19h en la sala Martín y Soler. Ki-ko A-mat is co-ming to town (canten con la melodía original). La la la.

THE CLAIM: el eslabón perdido entre Kinks y Blur

Resultat d'imatges de the claim bandCon ese pedazo de titular que roza lo amarillento introduje mi artículo sobre The Claim para Babelia de El País. A día de hoy, incomprensiblemente (dada la rareza incurable de la banda), uno de los más leídos de la sección de cultura del periódico. Quizás gracias al mencionado título.

Soy muy fan de The Claim y me siento bastante solo en esa tesitura, así que hagan el favor de unirse a mí, leyendo y compartiendo la pieza.

En breve colgaré aquí mismo una extensa charla que mantuve con David Arnold, guitarrista de la banda, en el año 2013, y que desde el desmantelamiento de la antigua web de Bendito Atraso permanecía inédita.

Pueden escuchar el primer single de The Claim en 26 años, «Journey» aquí. Háganlo. Dios del cielo, qué voz.

Madness por fuera, sadness por dentro

Es el título de esta piececica que he escrito para El Periódico con ocasión de la visita de Suggs (Madness). Léanla. Ha quedado bien.

Miren en la entrada anterior para descubrir mi (periférico) papel en ella. La visita, no la pieza.

Por lo demás, planeo llevarle al bueno de Suggs varios discos para firmar y varias frentes de rorros que bendecir.

Yeah! Yeah! Yeah!: es solo pop, y nada es más importante que el pop

Lean aquí mi reseña del Yeah! Yeah! Yeah! de Bob Stanley para Babelia de El País. El mejor libro sobre música pop que he leído en la vida junto al Awopba… (no tengo esma ni para teclear el título entero, miren que les digo) de Nik Cohn. Y que conste me los he leído todos, incluyendo los salmos cuasi ininteligibles de Paul Morley.

Si esto les parece enloquecidamente interesante, para completar conocimientos pueden remontarse a mi entrevista con el mismísimo Stanley, que realicé para la revista El Estado Mental con ocasión de la publicación inglesa original del mismo libro, y que colgamos en Bendito Atraso en cuatro cómodas entregas.

 

Esa canción pertenece a P.F. SLOAN

Mi obituario para UN GRANDE entre grandes: P.F. SLOAN.

Compositor y tunesmith favorito de esta casa desde que teníamos uso de sinrazón.

La pieza se publicó en el Babelia de El País de este pasado 21 de noviembre. Pueden leerlo y jalear y hacer coros aquí mesmo.

Esta canción es suya:

Y esta también (hagan el favor de no reirse de los danzarines del fondo):

Y un par de centenares más, todas en esta línea.TEMACLES del primero al último.

Cosas que hacen BUM es un grupo de música pop

Cosas que hacen BUM era una novela, luego fue esa misma novela en edición de bolsillo, algo más tarde (hace dos días) fue la remaldita misma novela, pero en fgancés, y ahora es un grupo pop de Granada.

Aquí abajo está el disco, por si no me creen, y aquí está su perfil de FB, para que vean que no me lo acabo de inventar. Y para colmo molan.

Chuparos esa, escritores-sin-grupo-pop-con-nombre-de-novela-vuestra. Chincha y rabia.

2015-05-27 10.00.55

Senior i El Cor Brutal: un escrache con guitarras

seniorLo de Senior a mí me asusta. Me asusta por él, por lo que pueda pasarle, por si aquella gent vienen de matinada a buscarle, le enchufan un saco de cebollas en la cabeza y me lo arrastran a una acequia para darle el paseíllo. Y adiós Senior; porque vamos a llorarle unos cuantos. Senior ha cambiado una pizca, pero no tanto. Siempre fue un compositor de canciones a lo Ovidi, que no temía hablar claro, y si tenía que llamarle “fill de puta” a alguien, pues se lo llamaba y somos arrieros y en el camino nos encontraremos. Y sin embargo, yo a Senior i El Cor Brutal no les había prestado demasiada atención. ¿Cómo les diría? Para mí Wilco son unos caballeros que acompañaron a Billy Bragg una vez, y el alt country… ¿música country de señores altos? Y por ello precisamente no me entretuve demasiado en escuchar a Senior i El Cor Brutal. Grababan en Nashville y Louisville y otros sitios acabados en ville, versionaban a Will Oldham y a M. Ward, en las entrevistas dejaban caer menciones al Zuma. Y llevaban (y llevan) barbas como zarzas y camisas muy tejanas. A él lo vi en un documental y me cayó de aúpa; pero uno no compra discos por lo simpáticos y nobles que sean sus autores.

Pero Senior i El Cor Brutal acaba de entregar el que para mí ya es el mejor disco en catalán del 2014. Me importa un pedo los que vengan tras él; que esperen bajo la lluvia; ya les llamaremos. Senior me ha emocionado, y se lo confieso así a todos ustedes, lectores de Cultura/S. El poder de voler (Malatesta 2014) es un disco político, sin arengas pero lleno de empellones y amagos de puñetazo-en-nariz a los malos. Lo de hacer música politizada ya saben ustedes que es más complicado que pintar una figurilla del caganer con una brocha del 6. Un mínimo desliz y has entregado el panfleto, emborronando todo el tema. Y panfletos sí que no. Recordemos las canciones más izquierdosas y verbosas y “con mensaje” de The Jam o The Style Council. Eran las peores con diferencia, por mucho que nos chifle danzarlas a medianoche (“Imagine if tomorrow the workers went on strike”, bla bla).

Senior no es así. Al igual que sus primos catalanes Samitier, un grupo de visión similar al suyo –recién disueltos hace tan solo un mes, por desgracia- Senior sabe que lo político solo puede explicarse desde lo más personal. Como me dijo un día el escritor Antonio Baños, “yo no sé qué es la libertad, pero sé perfectamente cuándo no me siento libre”. Senior habla de lo que está sucediendo ahora con una visión de cercanías, en primera persona o adoptando voces de personajes, y nos cuenta historias de precariedad y rabia y miedo y testiculos-llenos, sin clichés ni mendacidad ni cinismo (o, insisto, sermón). Sus frases cortan profundo y se quedan largo tiempo: “A que les coses les veus més clares quan t’estan amenaçant?”. “Vos espera una gran greu de ràbia, sorolls i veu / Tranquils, no cal que corregueu”. “El rock’n’roll és un niu de covards / Ningú és queixa, els egos s’alimenten / Mai voràs cap acció exemplar / mentres tinguen les ratlles ben fetes”. “En una cosa estem d’acord: un canó devant del nas / Té més força i més raó / que mil vagues generals”. Lo que yo decía al principio sobre el paseíllo venía por cosas como estas. Senior no va a hacer muchos amiguitos, si continúa diciendo frases así. Su disco es un escrache con guitarras. Amenaza a algunos H de P, avisa (dedo en ristre) que a todo cerdo le llega su proverbial San Martín y, en general, loa a la sublevación popular que está al caer. Y además, esta vez ha puesto el acento musical en Superchunk o Jawbreaker (según declaró para Cultura/S: “¡fuck americana, here comes Chapel Hill!”), no en los de la alternativa country. Más pop-punk vigoroso, menos aires de trigal.

Como el bueno de Bragg, las canciones de Senior están llenas también de amor y compasión. Amor por ellas y por ellos. Novias y colegas. Por “Roselleta” (“Roselleta / dis-me si pot ser, si em puc tombar / En la bodega del teu cor” ) y por “Lapido X” (“Deixa-mos la guitarra, Lapido Xicotet / Per rebentar-li la cara / al fill de puta aquell”). Incluso amor por el enemigo, pardiez. En la última estrofa de “El poder del voler”, mi corte favorito del álbum, Senior parece estar hablando de un viudo deshauciado que decide redirigir su ira hacia arriba en lugar de hacia abajo. Cuando está a punto de colgarse de una viga, cambia de idea. Es la mejor estrofa del disco: “Però la ràbia / ja és més forta que la pena / I se’n va corrent d’allí. / I el director ja no riu / quan veu com entra / i trau el rifle de l’abric”. Sí: es un tipo cosiendo a tiros a su ex-jefe. Y no es precisamente el tipo de letras al que nos tienen acostumbrados Manel o Mishima o Els Amics de les Arts, ¿verdad? Senior es un terrorista del cariño, porque solo los tanques, la sangre y el amor podrán hacernos libres. Senior es lo mejor de por aquí. Un ejército de cuatro. Un combatiente (barbudo) de lo nuestro. Una voz a seguir en la inofensiva bruma del pop en catalán. Muy fans (somos). Kiko Amat

(Artículo publicado previamente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia del 19 de noviembre del 2014)

Kiko Amat vs. Greil Marcus

Estupor, chanza, desacuerdo y un sensacional pulso dialéctico entre Kiko Amat y el laureado overlord de la crítica rock mundial, Greil Marcus. El primero entrevista al segundo para Playground con ocasión de La historia del rock’n’roll en 10 canciones (Contra). Lean aquí a su escritor de cercanías favorito enfrascado en un torneo de ping pong dialectal y hallándose de repente en verdaderos apuros conversacionales. Incluye dos ataques de risa, uno de risa nerviosa y el otro común.

Kiko Amat entrevista a ANTONIO LUQUE (Sr. CHINARRO)

En el Babelia de El País, del pásado sábado 18 de octubre. Una enjundiosa charla con uno de los mejores compositores de música pop de la nación.

Tuve que quitar el pedazo donde hablábamos exclusivamente de Red House Painters, que era larguísimo (los dos somos ultra-fans), pero el resto está la mar de bien. Casiotones, follar, ser un nerd, cambiar de estilo y tener flojera intestinal escénica.

Está todo aquí.

Kiko Amat charla con Bob Stanley Pt.3

BOB KIKO INTRO PORTADETA baixaPara mí, uno de los puntos clave de Yeah Yeah Yeah es que te recuerda cosas que ya sabías pero que el discurso del “rock clásico” y de las publicaciones dominantes amenazaba con hacerte olvidar. Por ejemplo, subrayas que en 1969 el #1 en Inglaterra era el “Israelites” de Desmond Dekker y no, qué se yo, los Cream de Eric Clapton (que no pasaron del #18 o así).
¡O “Return of Django”, de los Upsetters! ¡Número #5 en las listas inglesas! Una canción reggae rarísima, sin melodía, sin letra, solo una especie de groove, por decir algo. Y tienes razón: esas cosas son importantes, y por cosas como esa quise escribir el libro. Internet ha hecho que el discurso esté cada vez más fragmentado, pero yo tuve la suerte de nacer en una época en que quizás no existían tantas fuentes de información más allá de los libros que tenías, los Top 20 de la radio, los discos que comprabas… Pero aunque no hubieses vivido una era, tenías una idea general bastante clara de cómo sonaba el pop para la gente de aquella generación, y la relevancia que tenía y el espacio que ocupaba.
Conociendo tus gustos e ideas, he de decir que admiro la forma en que no has decapitado a géneros como el rock progresivo o el heavy metal. Has sido magnánimo y ecuánime, aunque finalmente tomes partido.
Claro. ¿Qué sentido habría tenido ser cruel? Quizás hace veinte años habría sido mucho más vitriólico al hablar de Tygers of Pan Tang, un grupo de la nueva ola inglesa del heavy metal. Pero ¿a quién le importa eso? Todo el mundo sabe que no soy un gran fan del heavy metal. Creo que es mucho más interesante intentar comprender por qué a la gente le gusta ese género. Pero no tiene sentido forzar mi opinión del heavy metal en los lectores. En cuanto al rock progresivo, si tengo que serte sincero, me gustaría haberle dedicado más tiempo, porque lo encontré mucho más interesante ahora que cuando era joven. No pude detenerme en él tanto como habría querido, porque naturalmente tenía que ir avanzando hacia el próximo capítulo, pero para mi sorpresa descubrí que me gustaban los primeros álbumes de Yes. Hay que tener en consideración de dónde venían todas esas bandas. Yes, por ejemplo, eran muy fans de The Association, y de repente vi que era una influencia muy obvia que nunca habría imaginado. En su elepé Close to the edge de 1972 se ve muy claro. Todas estas cosas acabaron encajando, porque todo tiene una raíz. A no ser que el género terminara en un callejón sin salida, lo que por supuesto también es un hecho interesante en sí mismo. Close to the edge de Yes es un callejón sin salida, pero fascinante. Vale la pena efectuar esa reflexión, porque por añadidura te enseña cómo va desarrollándose tu gusto y tu estética y punto de vista.
Para la gente (como yo) que creció en subculturas que valoran la oscuridad y la mala suerte discográfica, Yeah Yeah Yeah oficia como paladín de los grandes grupos exitosos del pop, que de jóvenes desechamos por blandos, o “prefabricados”, o demasiado populares. Como The Monkees, que yo de adolescente consideraba muy inferiores a The Creation, por decir un nombre.
El tema es que The Creation también intentaban hacer hits. No tocaban para permanecer underground. Cuando grupos como The Fleur De Lys versionaban el “Circles” de los Who lo hacían simplemente porque creían que la canción debería haber sido un hit para los Who, y como estos no la sacaron en single, decidieron tirar adelante a ver si sonaba la flauta. Y si llegan a tener un hit en el Top 5, la credibilidad que ahora les otorgaríamos a The Fleur De Lys sería bien distinta. No sé. Grupos que sí tenían hits, como The Zombies… A ver, durante más de una década nadie escuchó el Odessey & Oracle (CBS, 1968), el respetado estatus moderno del que goza el elepé se debe únicamente a las reediciones. En los sixties casi nadie compró el disco, seguramente porque no contenía el hit “She’s not there”, que sonaba todo el día en la radio. Como tuvieron mucho éxito con algunos singles, casi nadie excavó con el paso de los años en álbumes como aquel, porque ya se les consideraba un grupo mayoritario. Pero cuando lo haces te das cuenta de que nunca sacaron un mal disco.
Por no decir que si les echas un vistazo profundo, esos hit singles de los Zombies son la hostia de extraños. Contienen interludios jazzy, y ritmos sincopados. Tu libro también toca ese fenómeno: los temas que jamás deberían haber entrado en el Top 10 y de repente lo hacen. “Rock on”, de David Essex, por ejemplo.
Los tres miembros de Saint Etienne decidimos votar un día el mejor single pop de la historia, y el ganador fue… ¡”Rock On”! (ríe) #3 en Inglaterra. En efecto. El single más raro que ha penetrado nunca en el Top 5, sí señor.
Me gusta mucho tu recordatorio solo empezar el libro –que también hacía Kevin Pearce en su Something beginning with O– de que “el contexto lo es todo”.
Lo es. Para alguna gente, “Be-bop-a-Lu-La” es solo una canción de rock’n’roll antiguo que se parece al “Let’s twist again”, pero hay que examinarla en el contexto en que salió. Cuando la hizo Gene Vincent, lo que predominaba en las listas eran cosas como Mel Tormé. Creo que es significativo, y explica el impacto extraterrestre que tuvo Gene Vincent. Además, es muy temprana, de 1956. Elvis no tuvo su primer hit inglés hasta un año más tarde, con “All shook up”, de 1957.
https://i0.wp.com/thumbs2.ebaystatic.com/d/l225/m/m9dXXl_p2POHusRW6XJ9viw.jpgLa autenticidad es irrelevante, como dices en el libro. Quizás esa sea una de las enseñanzas cruciales de Yeah yeah Yeah.
Claro. Al 97% de la población le importa un comino lo de la autenticidad o las raíces. A la gente le gusta la canción, y no se preocupa de dónde viene o quién es el autor, o los problemas que tuvo el cantante. Hay un libro maravilloso llamado Faking it, de Hugh Barker y Yuval Taylor, que toca precisamente ese tema. El caso más obvio es el del blues, como se afirma en Faking it. Robert Johnson era un tipo que tocaba pop, folk, jazz, swing y también blues. Pero el productor de la época (blanco, por cierto), decidió grabar solo los más trágicos blues de la tradición rural negra con intención de venderlas a un público blanco, y eso cimentó la reputación futura de Johnson. Porque eso, finalmente, fue lo único que dejó grabado, como sabes. Pero Robert Johnson tocaba canciones de musicales en bodas, music hall… Por ello, escuchar a gente ahora que te dice: lo que es auténtico de verdad es Robert Johnson… Es ridículo. Es una gilipollez. Alguien en la industria musical decidió un día que la música blanca tenía que sonar blanca, y la música negra tenía que sonar negra, pero antes de eso los conceptos estaban mucho más mezclados. Géneros como el contry soul de los sesenta, o la música de Joe Simon o Charlie Rich, son tan blancas como negras. Pero Mojo consideraría esos estilos como blandos, nada auténticos, música poco genuina. A la mierda todo eso.
El ejemplo que utilizas para ilustrar esa dicotomía es el de “I’m a believer” de The Monkees, una canción hecha en el Brill Bulding, escrita por Neil Diamond y grabada por músicos de estudio, y que es tan “auténtica” como la supuestamente autobiográfica “Wish someone would care” de Irma Thomas. Ambas cuentan lo mismo sobre la condición humana.
En ambos casos se trata de alguien contándonos cómo se siente, haciendo suya una emoción. Es eso, nada más. Los singles de los grupos de chicas de los sesenta muy raramente estaban escritos por ellas mismas (quizás Claudine Clark, y para de contar), sino por compositores judíos blancos. Pero eso era irrelevante. Los compositores aún eran lo bastante jóvenes para entender los sufrimientos adolescentes que convenía comunicar, y los arreglistas eran capaces de sugerir el sentimiento con un arreglo de violines o lo que fuera, y todos formaban un equipo de veinte o más personas, todos en la misma dirección, en lugar de un solo guitarrista tocando la acústica en su porche.
DALE SHAW: También es interesante que Little Richard hiciese todas esas canciones, pero que la gente comprara solo la versión blanca de… ¿Cómo se llamaba?
Pat Boone. Pero eso sucedía en Norteamérica, no aquí. Por ello pienso que también es clave escribir desde una perspectiva inglesa. Tanto Little Richard como Pat Boone salieron aquí en el mismo sello, London Records, y la gente los compraba indistintamente, o los dos a la vez, o primero uno y después el otro. Los ingleses disfrutaban del filtro que daba la distancia, y aquí el pop jamás estuvo segregado. Los discos de Pat Boone son muy curiosos, porque no es precisamente blando, suena muy resentido, tiene un tono así como de violador muy inquietante (ríe). Y esa era la opción “segura” de las dos. De acuerdo que Little Richard pega aullidos, pero el que te hace sentir incómodo es Pat Boone. No estoy seguro de que eso es lo que tratase de comunicar; más bien se le escapaba.
Creo que lo jodido en un libro como el tuyo debe ser hablar de fenómenos ubicuos como The Beatles. Pero incluso ese capítulo está lleno de nuevas perspectivas. Les llamas superheroicos en su idiosincrasia, y mucho más rebeldes que todos los grupos que hacían panto navideño para toda la familia.
Bueno, en primer lugar los grupos anteriores a ellos tenían que hacer panto para sobrevivir, no les quedaba otro remedio. Y no olvidemos que los Beatles también hicieron panto muy al principio, aunque por supuesto el panto quedó obsoleto y se convirtió en irrelevante cuando ellos mismos cambiaron el discurso. Hace diez años entrevisté a Brian Bennett, el batería de The Shadows, y me dijo que lamentaba no haber nacido tan solo cinco años más tarde. De haber sido así, podría haber tenido el grupo que se le hubiese antojado, porque era muy buen batería. Pero en 1960 tenías que hacer panto. Tenían que ir de gira por pueblos de mala muerte, tocando en pubs insalubres, contratados por una casera malhumorada, y hacer vodevil. Pero cinco años después ya nadie pasaba por ello. Habían aparecido los Beatles y cambiado todas las reglas del juego. Bennett sabía que aquellos años iniciales eran los que iban a impedir eternamente que The Shadows adquiriesen cualquier tipo de credibilidad artística, como efectivamente sucedió. Era un mundo distinto. Los Beatles hicieron panto hasta 1963, durante un par de Navidades, pero desde allí ya no les hizo falta hacerlo.
Para los Shadows debió ser como para héroes del R&B y el soul de club como Zoot Money, cuando llegó la psicodelia y les hizo irrelevantes en un día. Se debieron sentir tan viejos… Por supuesto, Zoot Money se reinventó a Dantalion’s Chariot, pero los Shadows no pudieron.
Bueno, se pusieron a cantar, que es casi lo mismo. Aunque por otro lado, antes de convertirse en un grupo instrumental habían cantado. O sea, que al utilizar sus voces lo que hacían era regresar a sus orígenes… Un momento, ¿no estamos hablando demasiado de los Shadows? (ríe) Me encantan, pero no querría aburrir.
Hablemos pues de Dylan, que describes como inventor de “la rockstar moderna”. Surge la pregunta de siempre: ¿fue Dylan una buena influencia para el pop? Yo lo veo como alguien que jorobó la fiesta, un poco como el Sgt. Peppers.
Difiero. Yo veo el Sgt. Peppers como una buena influencia. Pero mucha otra gente no puede soportar a Dylan, y lo entiendo. Nik Cohn lo detestaba. Creo que fue una mala influencia desde muchos puntos de vista. Su ejemplo provocó que mucha gente se pusiese a escribir cosas semipoéticas que eran sinsentidos de bachillerato, chorradas sin significado alguno. Pero a la vez, si resultaba que sí tenías el talento requerido para escribir buenas letras, desde luego su modelo era un paso adelante, porque te permitía hablar de cosas con más calado. Van Morrison es un buen ejemplo: alguien que hacía “Baby please don’t go”, que es magnífica, y que tras Dylan se lanzó a algo como “Astral weeks”, que probablemente es mucho mejor. Más original y suya. En cierto modo me siento como Nik Cohn cuando decía que Bob Dylan había asesinado toda la música que le gustaba. Del mismo modo que los Beatles se cargaron todo el sistema del Brill Building, algo que es innegable. Y todo el soft-pop de The Association y las composiciones de Jimmy Webb para The 5th Dimension fue barrido de la pista por el advenimiento del blues-rock y la dureza y los ceños fruncidos. Así que lo que Bob Dylan le hizo al pop no es exactamente culpa suya, no creo que fuese algo que podía prever. Pero les reclamó un significado a las cosas que quizás no era esencial. Es música pop. No siempre tiene que tener un significado profundo.
Tomas partido al hablar de la diferencia entre la música de San Francisco y la música de Los Ángeles. The Grateful Dead contra The Turtles. Los amantes del pop sabemos dónde están los nuestros.
Tengo un amigo que se ha convertido a los Grateful dead, y siempre trata de pincharme sus discos cuando estoy despistado. O peor aún: discos en solitario de ex-miembros de The Grateful Dead. Pero siempre le pillo. El tío admite que el 95% de cada disco es basura y pajas mentales, pero que merece la pena escarbar en busca de ese 5%. ¡Ni de coña! Tenemos un tiempo limitado en la Tierra, y hay que aprovecharlo.

(Entrega #3 de la entrevista en cuatro partes de Kiko Amat a Bob Stanley que publicó El Estado Mental. La ilustración inicial es una de las dos exclusivas que dibujó el bueno de Sergi Puyol -recuerden Cienfuegos- para dicha revista)

GIGANTESCA entrevista de Kiko Amat con Bob Stanley

bob3webLarga de cojones. 10 páginas de entrevista en riguroso directo con BOB STANLEY (St. Etienne). La charla tuvo lugar en un pub de la estación de St Pancras, en King’s Cross (Londres), el día 5 de febrero del 2014. En efecto: volamos a Londres solo para entrevistarle, cortesía de la nueva revista El Estado Mental, desde hace un mes en sus kioskos. Y volamos con gastroenteritis, como bien se cuenta en el texto. ¿Periodismo gonzo? Esto sí es periodismo heroico: recorrer la ciudad más hostil de Europa occidental sufriendo un caso agudo de «the shits».

Y todo por amor al pop.

Aquí pueden ver cómo empieza el entrevistón, uno de los MEJORES que hemos realizado EN LA VIDA. No podrán leerlo online, pues resulta que la encantadora El Estado Mental se empecina en ser un magazine de papel (¡Bien por ellos!), lo que significa que los lectores de Kiko Amat y Bob Stanley tendrán que adquirirla.

Les recomiendo que lo hagan. La foto (tan inédita como pésima) que adjuntamos es la única imagen que existe de esa elevada conversación.