No, no lo estoy. Los amigos de Keepin’ On Records se han decidido a reeditar dos discos capitales en mi casa: More than Skin-Deep, de Skin-Deep, y A day in the town, de The Burial. Dos maravillas del ska-pop 1988 que me rompen el corazón. Álbumes de importancia CRUCIAL para mis amigos y yo cuando éramos niños, y que nos explican de cabo a rabo. Así, como suena.
Y no solo eso: también han publicado mi pieza sobre el primero, que apareció en la vetusta versión de Bendito Atraso, y que ellos recuperan amablemente para su web.
Les invito a leerla, y les conmino a conseguir ahora mismo ambos álbumes, que son una cosa única. En el texto digo verdades incontestables como la que sigue:
«Las coordenadas son plenamente pop: Housemartins baratos de cara B (piensen en “The mighty ship” o «Pirate Aggro»), Jam y Madness, Redskins (sin el deje funk), northern soul chapuzas y algo de mod revival, incluso folk acústico envuelto en Harringtons. Una gran mayoría de canciones del álbum hablan de “aquellos días”, de cómo terminaron nuestros años de juventud, y mira que creíamos que iban a durar siempre, y ahora está todo perdido, perdido sin solución. Fútbol por la calle, durmiendo en comisaría, persiguiendo a chicas, dando lustre a las botas, cortándonos el pelo una y otra vez, haciendo novillos, condecorándonos con chapas. Su lírica, a pesar de las cabezas rapadas y las Martens de ocho agujeros, desprende una madurez y una sensibilidad muy poco común en el entorno skin. Skin-Deep son, por contradictorio que suene, skins meditabundos, pelados sensibles y muy, muy entrañables. La voz de Wayne Kenton es naíf, esforzada, temprana. Escuchando el álbum te dan ganas de abrazarle con fuerza, y frotarle el cráneo, y luego susurrarle Tranquilo, hombre, todo saldrá bien.»