El ropaje del rapado

7 atributos estéticos lucidos por los skinheads originales y los súcubos Oi! de la Segunda Venida.

 Resultat d'imatges de skinheads 1969

1) Botas: Desde siempre, los skins llevaron botas. Casi murieron con ellas puestas, si no fuese porque al final se negaron a perecer. Se ha hablado mucho de la sofisticación Ivy League[1] de muchos skinheads originales, pero sería absurdo desestimar el componente feísta de varios elementos del look. Para empezar, las Dr. Martens –hoy consideradas columna jónica de la estética skin- no se popularizaron hasta años más tarde, cuando empezaron a prohibirse las punteras de acero en los partidos de fútbol. Al principio de todo, en el 66-67, cuando los skinheads eran solo un apéndice desafecto que pugnaba por extirparse de su progenitor inmediato -los mods- los skins llevaban botas NCB (National Coal Board)[2], una especie de colosales coturnos de minero que dejaban bien clara la vertiente anti-moda, anti-hermosura, proleta y funcional, del nuevo culto. Las NCB eran bastante inmundas, en efecto, pero provocaban el efecto deseado: desagrado con náusea (en el gran público) e identificación tribal (en los usuarios). A menudo, a las NCB se les pintaba de blanco la puntera de acero –un rito que una década más tarde regurgitarían los punks del UK82, así como crustis y anarcopunks- aunque los skinheads más Resultat d'imatges de NCB boots skinheadaseados simplemente les pasaban la nana abrillantadora de metales, como si fuesen pomos de escalera.

Cuando en las gradas se instauró el mencionado veto a las botas, aterrizaron las Dr. Martens. El modelo más popular eran las ya míticas Air Wear de 8 agujeros en marrón –no cereza, como suele creerse-, y se llevaban con los pantalones recortados por encima de los tobillos, para lucir bota y, por qué no, fardona etiqueta. Otro famoso rito skin –que yo presencié, con los ojos fuera de las cuencas, en múltiples ocasiones- consistía en pulir las Martens marrones o cereza con toques de betún negro en los pliegues y arrugas, para “anticuarlas” (o, visto de otro modo: para arruinarlas sin solución).

Cuando yo era muy joven, en todo caso, las puliditas Martens de 8 agujeros eran apariciones quiméricas. Leyendas de la antigüedad. Lo más habitual en los primeros años del culto catalán era toparse con botas militares del ejército español (baratísimas, accesibles, universales) o, pocos años después, con Martens “Fofó”, eslora de drakar vikingo y puntera super-reforzada para demoler edificios. A los pocos años, y Imatge relacionadacon dichos antecedentes como referentes inmediatos, las primeras Air Wear de 8 agujeros que vi (una bota perfectamente recia y callejera) se me antojaron zapatillas de ballet, y eso dice algo, bastante, sobre la relevancia fundamental del contexto.

Yo mismo, ya que preguntan, poseí mi propio par de Martens de 8 agujeros, color cereza, en el epítome de mi look cripto-suedehead-hard-mod[3], hacia 1995. Me deshice de ellas poco después, con el advenimiento del indie-pop, por razones que comprendo bien pero que no procede explicar aquí. Otro modelo de botas la mar de cucas que no querría obviar son las monkey boots, un formato muy particular (y algo marciano) de botas de faena inglesas con puntera liliput y suela estilizada (comparada con las Martens) que solían llevar las chicas skinhead y los niños skins. Lo de niños, no vayan a creerse ustedes, dista mucho de ser una broma[4].

Resultat d'imatges de steve urkel

Bastante skin

2) Tirantes: No, ya nadie lleva tirantes, ni siquiera los skinheads, que eran sus tenaces usuarios principales. Uno puede deducir fácilmente el por qué de su extinción a la primera ojeada: hacen de persona mayor. Avejentan. Y le dan a uno esa pinta de trabajador autónomo en entorno rural (quiero decir de payés). Y también, me apena decirlo, de deficiente mental (piensen en Steve Urkel).

Son un elemento estético, los tirantes, que uno asocia inconscientemente a: a) abuelos gagá o b) gangsters propietarios de amplísimas cinturas de muñeco Michelín para las cuales ya no existe cinturón. Para colmo, los tirantes son muy difíciles de regular de forma satisfactoria y elevan la línea de flotación pantalonil por encima del ombligo (un poco Buster Keaton). Es una imagen passé, en todo caso, y afea cuerpos. Por no decir que, más a menudo de lo que sospechan, los tirantes –por pura tracción físico-elástica- son capaces de separar los dos testículos de una forma tan dolorosa como visualmente repugnante. Los tirantes caídos, por otro lado, de abuelo en modo estar-por-casa (combinan de perlas con pantuflas y bata), no se vieron en subcultura juvenil española hasta los últimos 70. En mi pueblo, y diría que también en todo el país, se conocía a este look perdido como “cockney”. Ni pregunten[5].

3) Bomber jacket: Llevamos tantos años conviviendo con ropa militar utilizada en entorno urbano que somos incapaces de imaginar las tortícolis masivas que provocó el tipo que se puso por primera vez una CAZADORA DE AVIADOR. Para ir a comprar el pan. Debió ser un tipo de incomprensión tiznada de escarnio en turbamulta, como la que sufre Marty McFly en Regreso al futuro (“¿Te has caído de un portaviones, muchacho?”). Para empezar, los elasticated cuffs (puños de chaqueta con goma, en lugar de los viejos botones) eran un invento reciente[6] que igualaba en importancia a la rueda o la penicilina. Un joven de la época que luciese palmito con flight jacket, o bomber (en España también conocidas como “pilots”), debía parecer un cosmonauta chiflado. Un hombre avanzado a su tiempo, como Galileo. No sé

Resultat d'imatges de bomber jacket skinhead

Skins y mods, 1967. De picnic. Puede verse una monkey jacket y un amago de bomber.

si me explico: en los años 50 y primeros 60 se llevaban las líneas muy rectas[7]. Pero el estilo Ivy League en su vertiente informal aterrizó e infectó el planeta con furia venérea, lanzando al mundo una flamante imagen curvilínea, hecha de muñecas elásticas, cremalleras y cuellos no almidonables ni separables, todo fabricado en nylon, polyester y otros materiales del futuro. Los skinheads llevaron cazadoras de aviador desde el año 1969, a ojo de buen cubero, aunque los mods menos fifís habían utilizado monkey jackets (en la época del mod revival rebautizadas como “scooter jackets”) desde principios de los 60, casi; y se trataba de un estilo muy similar.

Con los años, la bomber, por su manejabilidad, modernidad, impermeabilidad irreductible, precio, facilidad de manejo en reyertas y resistencia a la mugre (todo eran ventajas), sería coronada como chaqueta epítome del culto skin; especialmente en su segunda venida, hacia 1977-78. En España resultaría ser el abrigo skinhead más popular hasta 1991, cuando estilos más estilizados y pulcros de gabán empezaron a dominar la subcultura, que ya miraba de forma clara al 1969. Otra submoda de grada (los Boixos Nois, entre 1992-94), antes que lo olvide, consistió en llevar las bombers vueltas del revés, dejando a la vista el forro naranja chillón. Las

Resultat d'imatges de madness band ska bomber jackets

Chas Smash y Suggs (Madness) luciendo clásico look MA-1.

bombers del ejército español, por otro lado, fueron aquí las únicas visibles hasta 1984-86, cuando empezaron a verse las primeras Alpha americanas originales, modelo MA-1.

Yo poseí las dos modalidades, que me chiflaban: una bomber zaragozana del ejército español 60’s (del aire), que yo ornamenté con un centenar de parches y chapas, como si se tratase de un estrafalario árbol de navidad movible; y, ya hacia 1991, una MA-1 mucho más mullida y reluciente, que también adorné con, entre otras chifladuras, parches de cerveza foránea cosidos en la espalda (un detalle scooterista que ahora no sabría ni cómo juzgar: ¿genialidad o completo desatino?). Ambas color verde aceituna, no azules ni (válgame dios) violetas. Hoy, según he captado en mis paseos por las calles de Barcelona, este look ha renacido con vasto impacto, y vuelven a verse las bombers y scooter jackets a destajo en las grandes marcas de calle.

4) Harrington (y otras): El elegante nombrecito les viene de un personaje de la famosa telenovela de los sesenta Peyton Place (un piernas llamado Rodney Harrington, si pueden creerlo), y Elvis la popularizó en el filme Kid Creole. Conozco estos dos fragmentos de información vital desde mi parvulario mod, cuando los detalles relevantes del culto pasaban casi de padres a hijos, pero hoy ambas cosas están bien

Resultat d'imatges de rodney harrington peyton place

Superman is a skinhead

visibles y pedestres en Wikipedia, para que se entere todo Cristo.

Las primeras “harringtons” inglesas las fabricó la marca Baracuta, de Stockport, y su modelo crucial era el misteriosamente llamado G-9. La harrington, para aquellos de ustedes que jamás hayan vislumbrado una, es un tipo de pelliza corta (dos cuartos) con claro aroma Ivy League, forro de tartán o cuadros, cremallera, cintura y puños elásticos y cuello mandarín con dos botones (no abrochables bajo pena de muerte; aunque el cuello sí puede levantarse, a lo Steve McQueen, si se trata de un día ventoso). Yo aún poseo la mía, en original rojo chillón, hoy descolorido a bermellón aguado con un claro futuro rosa pastel. No es una Baracuta (las Baracuta originales valen lo mismo que un bote menorquín de ocho plazas), ni falta que hace.

Resultat d'imatges de skinheads 1969

Otras chaquetas populares entre los skinheads primigenios eran los crombies (o abrigo formal inglés de tres botones, hasta la mitad del muslo, en negro o azul oscuro; otorga al usuario un ligero no-se-qué transilvano), las donkey jackets (abrigo de operario de zanja, con hombreras impermeables; este espectacularizaba el origen currante), los macs (o gabardinas en azul, gris o blanco) y los regios sheepskins (abrigo de piel con forro de borrego).  Y, como no, las tejanas Wrangler, Levi’s o Lee. Decoloradas con lejía pura si uno era muy insensato (o valiente).

5) Polo Fred Perry: Los mods empezaron a pasear ropa deportiva de tenis y boxeo (no de equitación o pesca submarina, por desgracia; habrían dado mucho juego en las fiestas) porque, escuchen lo que les digo, resulta que había una tienda especializada en este tipo de artículos en una de las esquinas de Carnaby Street, hacia 1964. Es decir: empezaron a lucirlas por pura osmosis, por mera proximidad, porque estaban allí y encajaban con el resto de utillaje. No quiero ni pensar lo que habría sucedido a efectos subculturales si ese establecimiento llega a ser una tienda de disfraces de payaso o, peor aún, una pescadería (¿langostas en los bolsillos del traje, al modo daliniano?).

Resultat d'imatges de fake fred perry

La parrafada dadá delata a este Fred Perry falso.

En todo caso, mods y skins siempre llevaron polos deportivos, y con el tiempo se tornarían uno de sus arquetípicos detalles visuales. El laurelito Fred Perry de las narices[8] en la pechera, para que no quede duda alguna de la adscripción a la tribu. En España se llevaron Fred Perrys a destajo y sin freno, pues una avispada textil barcelonesa había comprado a principios de los ochenta el copyright de la firma (y también los modelos, asumo), y se lanzaban a precio moderado, en infinidad de colores y diseños. También eran perfectamente aceptables (en España) los polos deportivos del mismo estilo y corte inglés pero con cualquier otra insignia de imitación encima del pezón izquierdo: monstruosos laureles mutantes de tres, cuatro, incluso cinco ramas; carruajes de época; delfines y cetáceos; círculos op-art, espirales u otras formas geométricas; escudos nobiliarios y diversos elementos de heráldica; alcachofas (u hortalizas en general); fragatas y bergantines; bustos de jerarcas mesopotámicos; o pequeñas espigas de trigo dorado. El estilo, no el espanto de logotipo, era lo importante.

6) Ben Sherman: Camisas, vaya. Otra herencia de los mods, que son en esta historia el típico hermano mayor que no deja de entrar en tu cuarto sin llamar cuando estás cantando en calzoncillos delante del espejo. Con un cepillo a modo de micrófono. Las Ben Sherman llevan cuello de solapa abotonada (lo que en Estados Unidos se llama cuello “oxford”), con el botón superior –el del gaznate- desabrochado (un solo botón; nada de veleidades de rumbero, con desabroche umbilical) por inapelable mandato judicial, en colores planos (rojas, azules, negras, blancas, incluso rosa o verde pastel) o vistosos cuadros lo más gruesos posibles, y también en cuadro pequeño (gingham), pero nunca jamás a rayas de primera comunión, flechas o topos (modelos de raigambre mod), o cualquier otro

Resultat d'imatges de gingham oilcloth

El versátil gingham. Muy utilizado en hules.

grafismo abstracto o étnico (jeroglíficos de Gizeh, runas, palabras en cirílico, esquemas del avance del ejército hitita en Kadesh).

Con las Ben Sherman sucede lo mismo que con los textos de la Grecia clásica o los filmes de cine mudo: el canon no está compuesto por los mejores trabajos, sino simplemente por los que se han logrado conservar. En efecto: en la época mítica del skinhead, cuando semidioses y gigantes andaban entre nosotros, existían un mayor abanico de marcas predilectas (JayTex o Brutus, entre otras), igualmente bellas y bastante más asequibles. El look buscado, de nuevo, era una consecuencia del Ivy League de masas, solo que anglificado y obrerizado; callejero, no universitario. Otro atributo que no ha trascendido fue el de las “unionshirts, o camisa sin cuello de trabajador no especializado. En nuestro país, sin duda, porque se las asocia con el perfecto antónimo del skinhead: el odioso progre. Y en mi caso concreto porque eran look favorito de mi padre.

7) Pelo rapado: Como les decía antes respecto a los puños elásticos y las formas curvilíneas en el talle, el cabello al rape era algo radical, casi inaudito, en los años sesenta. Un detalle que se asociaba automáticamente a: pobreza, delincuencia o demencia, o una ominosa combinación de los tres factores (a los reos y pacientes de centros psiquiátricos se les afeitaba el cráneo al cero como medida sojuzgadora). Los mods ya lucían un peinado anormalmente corto hacia 1963 (“short hair” es lo que se lee en todas las descripciones de modernistas de la época, pese a que a nuestros ojos sus pelucones -si bien algo absurdos- lucen un largo de nuca y costados convencional).

Resultat d'imatges de skinhead getting haircut

Los skinheads, siempre melodramáticos y llevando las cosas hasta el extremo bélico, dieron el definitivo paso que cruza el Rubicón folicular, y empezaron a lucir el pelo cortado a máquina. Sin afeites ni miriñaques. Con peinetas de máquina del 4, 3, 2, 1, incluso al cero y medio o cero absoluto (lo de afeitarse la cabeza con cuchilla no se vería –en el lado exterior de los manicomios- hasta el advenimiento del Oi! más extremo, en 1982[9]). En todo caso, era aquella una imagen radical, casi insultante en su completo desprecio por las modas del momento y las ideas de respetabilidad y decencia imperantes. Era como llevar un vistoso cartel que anunciaba que acababas de padecer una incurable enfermedad venérea, o que te acababan de soltar (por error) de un penal psiquiátrico. Tan chocantes eran aquellos no-pelos de chalao que, como ya saben, acabarían dando  nombre al fenómeno: skin-head[10]. Cabeza rapada. Elementos variables en el rapado universal eran las patillas (convencionales o con grosor y forma de costilla-de-cerdo, casi hasta la mismísima barbilla), la raya afeitada a un lado del cráneo para emular a los músicos negros americanos o jamaicanos (lo que mis amigos llamaban “el detalle sublime”[11]), siempre con nuca cuadrada y, en ocasiones, sutil diferencia de largo entre lados y parte superior de la cabeza. Algunos skinheads norteños (ingleses) también se dejaron, sin el menor complejo, unos buenos bozos labiales cuasi-imberbes. Que los skinheads modernos se han negado a adoptar, por desgracia.

Kiko Amat

[1] The ivy look. Pulcritud americana de mediados del siglo XX: urbana, casual, limpia, decente.

[2] Casi todas las subculturas son mucho más heterogéneas en su incepción original, cuando aún no se han museizado sus significantes. Los skins de la primera hornada, 67-68-69, hacían gala de una mayor amplitud de miras y curiosidad colorista a la hora de escoger sus trapitos. Eso se traducía en una serie de abrigos, botas, zapatos y elementos que hoy prácticamente han desaparecido del look skin: botas NCB, peacoats (tabardos de la marina mercante), escarpines suedehead, jerséis de cenefas o corbatas anchas (todo elementos skinheads en uno u otro periodo de su existencia).

[3] Corte de pelo Small Faces combinado con camisas de cuadros-hule de trattoria y tamaño Rushmore, sheepskin de saldo, tejanos con la vuelta cosida de un dedo y rictus de pazguato.

[4] El culto skinhead tenía una media de edad incluso menor que la de los mods. De hecho, y como atestiguan numerosas fuentes, era perfectamente común adscribirse al culto cuando aún ibas a séptimo de Básica (12 o 13 años). Estos niños no encontraban botas Martens de su talla, y de ahí la utilización de las monkey boots, el sucedáneo más cercano y menos ridículo.

[5] Podría decirse que es algún tipo de híbrido skin-punk (skunk) 80’s: cruzada de cuero remachada o bomber con tirantes caídos, gorro de lana naviera a lo Dexys, botas reforzadas, parches de Rejects y Upstarts y Sham 69, tartán visible en algún lado (parcheado en el culo, o como forro de la cazadora de cuero), cara de pasmo inducido por la cola de carpintero.

[6] Militar; como casi todo lo innovador (por desgracia).

[7] Las trencas, que hoy se consideran un abrigo perfectamente pulcro y “de vestir”, a lo largo de los años sesenta eran el equivalente de lucir un mono de mecánico manchado de grasaza. Un gabán sin formas, desastrado, de batalla y solo para beatniks inconformistas o pintores abstractos en divanes. También usables como manta en esos mismos divanes, si escaseaba la ropa de cama.

[8] También la marca de Lonsdale, casi señalización skinhead universal, bastardizada en centenares de logotipos de bandas y clubes (y algún grupúsculo nazi).

[9] Los teddy boys del revival, al igual que los Oi! skins, también exageraron todos los significantes. Las fotos de teds originales de los años cincuenta son muchísimo menos extremas que las de teds de los últimos 70’s: los trajes menos chillones (nada de color rosa, o piel de depredador felino en las solapas), los creepers de entresuelo (no de dos o tres pisos, sin ascensor), los peinados menos rococó, etc.

[10] Aunque no al principio. Desde la prensa se dudó durante meses, entre los años 1967-68, qué epíteto faltoso dedicarles a aquellos chicos pelados: peanuts (“cacahuetes”), cropheads, boiled eggs (“huevos hervidos”) o skulls (“calaveras”), para al final optar por el que cuajó: skinheads. Fue un acierto bautismal, claro: “Por ahí vienen los huevos hervidos” no suena ni la mitad de amenazador.

[11] El detalle sublime pasó a ser el DETALLE RISIBLE cuando uno de mis amigos, El Gusi, no atinó a señalar la altura correcta de su raya afeitada y otro de mis amigos –el que hacía de peluquero amateur aquel día- se la afeitó justo encima de la oreja. Fue lo que, a lo largo de los meses siguientes, convindríamos en denominar “la raya para dejar el lápiz”. Extrañamente no fue copiada por otros skins ni devino virus subcultural.

(Este artículo se publicó hace un par de años en la revista mexicana Life & Style. Yo se lo publicó aquí, para que ustedes lo canten, son-son).

La canción del viernes #21: PATRIK FITZGERALD «Tonight»

Mi canción super-favorita de Patrik Fitzgerald, y himno deprimente #1 de mi discografía. Siempre me emociona ese tono sombrío, la visión pesimista, la voz dañada. Un digno lamento a la soledad y la otredad, y la incapacidad de comunicación de muchos de nosotros, los armadillos.

Feeling bored, that’s no fun
Being out of touch with everyone
Click my fingers, crack my toes
Kick the dog, and break it’s nose
I intelectualize it all
To prove my mind’s still on the ball

Esta filmación es de mi película/documental punk favorito de toda la vida, Rough Cut and Ready Dubbed. La voz real de los chicos con botas 79-81, pillada por otro par de chicos con botas.

 

 

Percusión Persuasiva #3 (año 2): DECIBELIOS

Donde se comenta lo de la horda de pelados que tomó los aledaños de la sala Apolo, lo de la silla volante que aterrizó en la cabeza del técnico de sonido, lo de la sartenada de emociones y recuerdos que acudieron en tropel a la mente del autor, lo de percatarse de que el rock’n’roll era ESTO (tras haber visto tantos conciertos «de folkies semi-parapléjicos para una audiencia de lánguidas momias chistantes»), lo de la virilidad enloquecida, lo del concierto de Decibelios como tal, y también (si insisten) la ominosa historia del GIGANTESCO MOCO (léanlo en la crónica, que me avergüenza repetirlo aquí).

Todo ello aquí, en Gent Normal.